𝟬𝟰

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«Nuevas alianzas».

El grupo regresó al almacén con el amanecer

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El grupo regresó al almacén con el amanecer. Las sombras de la noche se desvanecían, pero la sensación de peligro no los abandonaba. Mientras Luna y Rex revisaban los suministros y distribuían las provisiones, Feyre y Cardan se reunieron con Juno para discutir sus hallazgos.

—¿Encontraron todo lo que esperábamos? —preguntó Juno, su mirada aguda sobre el grupo.

—Más o menos —respondió Feyre—. Tuvimos un encuentro con una de esas criaturas. Y también encontramos a Marcus —señaló al joven que estaba hablando con Luna.

—¿Sabe defenderse? —Juno levantó una ceja, evaluando a Marcus desde la distancia.

—Lo hará —aseguró Cardan—. Aprenderá rápido, no tenemos opción.

La chica asintió lentamente.

—Bien. Necesitamos toda la ayuda que podamos conseguir. Pero también debemos asegurarnos de que todos sepan defenderse. Feyre, Cardan, entrenen a Marcus. Necesitamos estar listos para lo que sea.

Feyre y Cardan llevaron a Marcus a un área despejada del almacén.

—Primero, vamos a enseñarte lo básico para sobrevivir —dijo Cardan, entregándole un cuchillo—. Este será tu mejor amigo. Aprende a usarlo bien.

Marcus asintió, sus ojos mostrando una mezcla de determinación y miedo.

—Haré lo que sea necesario.

—Bien. Empezaremos con algunas técnicas básicas de defensa —dijo Feyre, tomando una posición de combate—. Observa y repite.

Mientras practicaban, los sonidos del entrenamiento llenaban el almacén. Feyre y Cardan guiaban a Marcus con paciencia, corrigiendo su postura y movimientos. Con cada hora que pasaba, Marcus mostraba mejoras, su confianza creciendo poco a poco.

A mediodía, se tomaron un descanso. Feyre se dejó caer junto a Cardan, su respiración pesada por el ejercicio.

—Marcus tiene potencial —comentó, bebiendo un sorbo de agua.

—Sí, pero aún le queda mucho por aprender —respondió el pelinegro, limpiándose el sudor de la frente—. ¿Y tú? ¿Cómo te sientes?

Feyre lo miró, notando una rareza en su tono.

—Estoy bien. Solo... cansada de luchar constantemente. Pero no tenemos otra opción, ¿verdad?

—No, no la tenemos —admitió Cardan, su mirada volviéndose más seria—. Pero sobrevivir juntos es mejor que hacerlo solo.

Mientras descansaban, un ruido desde la entrada del almacén llamó su atención. Juno y Rex estaban hablando con un nuevo grupo de personas que acababan de llegar. Eran tres, dos hombres y una mujer, todos con apariencia desgastada pero decidida.

La mujer, de cabello negro corto y ojos café, parecía ser la líder.

—Soy Harper —se presentó, estrechando la mano de Juno—. Estos son Sam y Leo. Venimos del sur, buscamos un lugar seguro.

—Bienvenidos —dijo Juno, aunque su tono era precavido—. Podemos ofrecer refugio, pero todos deben aportar. ¿Tienen habilidades útiles?

—Sam es ingeniero, puede arreglar casi cualquier cosa —explicó Harper—. Leo es médico, y yo... soy buena con las armas.

—Eso suena útil —admitió Juno—. Pero primero, debemos asegurarnos de que no traen problemas. Rex, Luna, revisen sus pertenencias.

Mientras Rex y Luna inspeccionaban al nuevo grupo, Feyre y Cardan se acercaron.

—¿Qué piensas? —preguntó ella en voz baja.

—Podrían ser una buena adición —respondió él—. Pero debemos estar seguros. No podemos permitirnos confiar demasiado rápido.

Feyre asintió, observando a Harper y su grupo.

—Si resultan ser de fiar, podríamos tener una ventaja.

Una vez que las inspecciones terminaron y no se encontraron amenazas, Juno les dio la bienvenida oficial.

—Harper, Sam, Leo, pueden quedarse. Pero recuerden, todos debemos contribuir a la seguridad del grupo.

—Lo entendemos —aseguró Harper, sus ojos mostrando gratitud—. Haremos nuestra parte.

Con el nuevo grupo establecido, el almacén se llenó de una energía renovada. Sam comenzó a reparar algunos equipos dañados, Leo se ocupó de revisar los suministros médicos, y Harper se unió a los entrenamientos con Marcus, Feyre y Cardan.

Mientras entrenaban, Harper demostró ser una luchadora hábil, compartiendo técnicas con Feyre y Cardan.

—Has peleado antes —comentó Feyre, impresionada.

—En más de un sentido —respondió Harper con una sonrisa ladeada—. Este mundo nos ha enseñado a todos a luchar, de una forma u otra.

La noche cayó nuevamente sobre el almacén, pero esta vez, había una sensación de esperanza en el aire. Feyre se sentó junto a Cardan en el techo del edificio, observando las estrellas que se asomaban entre las nubes.

—Hoy fue un buen día —dijo Cardan, rompiendo el silencio.

—Sí, lo fue —coincidió ella, sintiendo una paz momentánea—. Con aliados como Harper y su grupo, podríamos tener una mejor oportunidad.

—Lo tendremos —afirmó Cardan, su voz llena de determinación—. Sobreviviremos. Juntos.

Y con esa promesa, se prepararon para enfrentar un nuevo día en el mundo apocalíptico, sabiendo que cada día traía nuevos desafíos, pero también nuevas oportunidades para luchar y sobrevivir.

Supervivencia en las sombras © ✓ (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora