ᝬ 🎸 𖠵 𝑴𝒂 𝑳𝒖𝒏𝒆 ･ 𝐿𝑢𝑘𝑎 𝐶𝑜𝑢𝑓𝑓𝑎𝑖𝑛𝑒 𓄹

𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐈𝐈

TW: Temas sensibles (abuso sexual)

Charlotte

—Él sí era el hijo de Jagged Stone... ¿verdad? ¿No habré quedado como loca? —Le pregunté a Oliver.

—Sí. Era él. Luka Couffaine. —Rió —de todas maneras sí quedaste como loca.

—¡Oye! ¡Él se metió con mi padre primero!

—Lo que no sabe es que tu jefa no le deja soltarte un centavo si es para la música. —Se burló.

—¡Pero es que yo no me voy a dedicar a la empresa de mi familia! Yo voy a ser artista. ¡Así me nieguen el dinero, me deshereden o me echen de casa! Es lo que yo amo. —Dije con emoción. —Y nada me hará cambiar de opinión.

—Bueno, vamos porque tienes que terminar con ese idiota.

Asentí y enganché mi brazo con el de Oliver.

Mientras caminaba no podía dejar de pensar, ¿y si Jean-Louis cambia? Podría darle una oportunidad... pero ¿y si no lo hace y solo empeora todo? Suspiré recordando el día que nos conocimos.

>> Llovía a cántaros, iba caminando hacia mi casa, pero la lluvia no me lo permitió, así que entré en el primer local abierto que encontré.

—¡Chica, por Dios! —Exclamó uno de los trabajadores de la cafetería, estaba secando el suelo mojado y yo acababa de arruinarlo de nuevo.

Me dí la vuelta y lo miré a los ojos apenada. —Lo siento mucho. —Su rostro se sonrojó y tartamudeó algo que no entendí.

—No- No hay p-problema. —Se levantó rápidamente y se puso tras la barra. —¿Un café?

El local era pequeño, pero bonito, habían varias materas con plantas que daban flores hermosas, la barra estaba cerca a la entrada y las mesas eran chiquitas, pero con un color beige que resaltaba el café de las paredes.

Preferí quedarme donde estaba y le sonreí asintiendo.

—Un capuchino de vainilla por favor.

Él comenzó a prepararlo en silencio, pero de vez en cuando volteaba a mirarme.

—Puedes sentarte. Lo limpiaré después.

Caminé avergonzada de mojar la cafetería que él estuvo probablemente horas limpiando, pero realmente me sentía cansada.

Me senté frente a él, observando como preparaba mi café y me reí cuando lo noté voltear a verme una vez más.

—¿Estoy muy mojada o por qué me miras tanto? —Pregunté riendo.

Él se tensó y su rostro se puso completamente rojo. —Pues... Es que- eres muy linda. —Dijo casi en un susurro, pero alcancé a oírlo.

—Gracias. —Respondí tomando el vaso con el capuchino que él acababa de entregarme.

—¿Cómo te llamas?