Capítulo 1

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Resulta que el trabajo de Edson era para nada difícil, era mil veces mejor cuidar de Diego que andar vendiendo 'latitas de mota' en el punto todas las noches.
Diego no salía de su cuarto durante toda la mañana, así que Edson tenía que llegar allá a aproximadamente las doce y media de la tarde, y lo único complicado para él, era la lejanía y el transporte, pero no se quejaba.
Había empezado a trabajar el jueves, ya era lunes, no había cruzado palabra alguna con Diego, simplemente su padre le informaba a donde irían y etc.

-Muchacho, oye.
Edson estaba sentado en el sillón que estaba afuera del cuarto de Diego, y escuchó cómo el otro le hablaba.

-Sí, dime, me llamo Edson, por si me quieres decir así.
Dijo parándose rápidamente de el sillón.

-Sí, okey. Quiero ir a la plaza a comprar unas cosas.
Resulta que también Edson tenía que cumplir el papel de chofer de Diego, bueno, solamente cuando el chofer no estaba. 

-Okey, vamos, ¿ya le dijiste a tu papá?

-Sí, ya sabe, nomás tengo que ir por el dinero, está en su oficina.
No dijeron más y Edson acompañó a Diego a la oficina de su padre, tardando muy poco y saliendo con él.

Salieron de la gran casa en una camioneta BMW negra y totalmente blindada.
Habían viajado en auto solos dos veces, y con eso fue suficiente para que ambos se acostumbraran a las manías del otro.
A Edson le gustaba manejar rápido y ágil.
A Diego le gustaba poner su música favorita y cantar a todo volumen con el vidrio abajo, sus lentes de sol puestos y su camisa de botones un poco abierta.
Nunca tardaban mucho en llegar a los lugares a los que Diego quería ir, casi siempre eran lugares cerca o casi siempre Edson manejaba lo suficientemente rápido como para llegar mucho antes que con el chofer.

Llegaron a aquella gran plaza y ambos bajaron de la camioneta, estacionándola en el sótano.
Entraron y Diego fue directamente a la zona de marcas de lujo, entrando a cada tienda que veía a su paso.
Edson iba vestido normal, no le habían dado código de vestimenta, así que para estar cómodo siempre se llevaba un pans y una camisa suelta con sus tenis diarios, relajado, cómodo y normal.
En cambio, a Diego le gustaba mucho llevar ropa de lujo casi siempre silencioso, pero ropa que definitivamente llamaba la atención.

Entraron a una tienda grande, a Edson ni siquiera le interesó ver el nombre.
Dentro de la tienda, Diego agarraba cualquier cosa que le gustara y las ponía en el brazo extendido de Edson. Después fueron a un probador de la tienda, Edson lo esperaba afuera, hasta que Diego necesitó ayuda.

-Edson, ¿me ayudas?
Dijo asomándose levemente de aquella cortina.

-Claro, ¿en qué?

Diego jaló su brazo para meterlo con él y cerró la cortina por completo.

-¿Me abrochas la camisa?

Diego se estaba probando una camisa gris con un cierre en la parte de atrás, una camisa extraña, según Edson.

-Okey.

Comenzó a subir el cierre con mucho cuidado, hasta que quedó, sin duda, el gris se veía bastante bien en Laínez.

-¿Qué opinas? ¿Se me ve bien, no?
Se veía perfecto, sus ojos resaltaban bastante con ese color contrastando el verde.

-Eh, sí, sí, se te ve increíble.
Diego sonrió ante esa respuesta.

-Muchas gracias, ¿quieres una?

-No, gracias, ¿te la desabrocho?

-Sí, por fa.
Desabrochó el cierre igual con mucho cuidado y le dio un leve vistazo a la espalda del menor.

¿Cuánto cuesta tu sangre?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora