Al pasar los siglos, muchos la confundieron con una leyenda, mito, o un simple cuento para niños. Pero, te puedo asegurar, de que esta historia es auténtica.
Tal vez debería comenzar contandote por lo que yo denomino que fué el principio. Los hechos que lo marcaron todo. En la época en la que no eramos enemigos, en la que no existía esa discordia y odio entre nuestros pueblos. Una época en la que se podía convivir en el continente de Veridian en plena paz y tolerancia hacia las diversas criaturas que habitaban en él.
Todo esto gracias al pacto de paz que habían hecho los cincuenta principales de las tribus con dos de los clanes más poderosos de Veridian. Estos hombres, y muchos otros habían visto de primera mano las magnitudes que podían llegar a alcanzar aquellos clanes, muy diferentes entre si, pero poderosos. Capases de dominar todo el continente si tan solo se lo proponían.
Dos clanes, dos pueblos.
Drakon era un territorio dominado por… yo diría, que por las personas más letales y temidas que podían llegar a existir en Veridian. Eran los protegidos del mismísimo señor del fuego, y este a su vez era capaz de hacer cualquier cosa por ellos. Además, para mayor recelo de todos, este clan era progenitor de muchos de los guerreros que han marcarcado eras en nuestro continente. Pero eso ya es otra historia. El caso es que, siendo tan diestros en el arte de la guerra no podían evitar estar en la mira de las otras tribus.
Pero como ya les había comentado, también había otro pueblo. Otro clan que en sí también despertaba atención cuidadosa por parte de muchísimas de las tribus.
Hilary era sede de un gran pueblo; un pueblo con un don innato para lo que es la capacidad de utilizar la persuasión y el engaño contra sus enemigos, y con una agilidad para la guerra casi tan buena como la de los mismos Drakonitas. Eran los protegidos de la dama de agua, y por lo cual, muy poderosos.
Agua y fuego, dos elementos naturales, totalmente útiles tanto para el arte de crear, como para el de destruir. Y es que estos dos clanes lo sabían muy bien. Por eso, utilizaron su ingenio e intelecto para explotar sus capacidades en todo ámbito posible, provocando así el miedo de las humildes y simples tribus, carentes de protectores prodigiosos como sí lo tenían estos dos clanes.
El pacto de paz era lo más seguro.
En el Jardín de Olivares, estos jefes de tribu pusieron en marcha su plan, en el que, tanto las tribus, como los Hilaryanos y los Drakonitas mantendrían y respetarían la paz entre ellos; y que además, se ayudarían mutuamente en caso de que alguno lo necesitara.
Sin objeciones, el pacto fué sellado según las costumbres.
Los reyes de Hilary de aquel entonces, ofrecieron el cetro de agua, y los protectores de Drakon entregaron la corona de fuego como símbolo de su buena voluntad y representación del pacto establecido. Los cincuenta principales, por su parte, ofrecieron su firma tallando cada uno su inicial en el Magnolia, el arbol legendario; quedando sujetos al juramento, de que el pacto de paz nunca sería roto. En caso contrario, tendrían que atenerse a las consecuencias y ser castigados por ello.
“Siete guerreros”, estableció el Magnolia. Siete guerreros legendarios surgirían sin importar la época ni el lugar y unificarian nuevamente lo quebrantado.
Nadie estuvo en desacuerdo y el pacto permaneció por muchas generaciones. Pero, ¿quién diría que un simple hombre mortal sería capaz de provocar lo que sería una de las guerras más grandes, destructivas e históricas de nuestro continente?
Nahir… un hombre conocido por sus grandes metas y ambiciones de poder, logró lo que por mucho tiempo se consideraba imposible.
El deseaba convertir a su pueblo en una gran nación, tener todo el territorio de Veridian bajo su control, y, ¿por qué no? Conquistar nuevas tierras.
Con estas ideas, marcó un antes y un después en nuestra historia, ya que, estas fueron penetrando en los anhelos y convicciones de muchos. Como producto de esto, la hostilidad creció como la mala hierba y Nahir terminó siendo expulsado de su aldea, y sus inmediaciones. Esto creó aún mas tensión entre los hombres, pues muchos apoyaban fielmente las ideas de Nahir. Así que se fueron con él en busca de un nuevo hogar. Pero, aunque exiliados, no se fueron con las manos bacías. Nahir había robado de la aldea el cetro de agua, la prueba sólida y valida de la paz y lealtad que los Hilaryanos habían ofrecido.
Las cosas simplemente no podían quedar así. El robo de algo tan valioso e importante no podía quedar como si nada.
La guerra comenzó.
Un ejército luchando por recuperar lo robado. El otro, luchando por preservar lo conseguido, aunque no hubiese sido de la mejor manera, ¿acaso importaba? Él caso es que ya era suyo, y no estaban dispuestos a devolverlo.
Hilary y Drakon se unieron a la batalla. Cada uno apoyándo filas contrarias, ya que las pruebas de sus lealtades estaban en bandos opuestos. La guerra alcanzó grandes dimensiones con estos dos clanes en las líneas de combate. La sangre y los cuerpos caídos brotaban por todos lados…
Y así fué como todo se desarrolló, en una guerra fría y sanguinaria que cobró la vida de miles de personas.
A pesar de una atroz traición, a pesar de que el ejército de Nahir había quedado diezmado por culpa del gran ejército de sus adversarios, con la ayuda militar de los Hilaryanos y sus increíbles estrategias, logró salirse con la suya preservando lo que más importaba, el cetro de agua.
Definitivamente el pacto estaba roto.
Aún con todo esto, el Magnolia no cobró su sentencia inmediatamente, desconcertando a muchos. Después de una guerra tan letal como aquella, quedaba más que claro que la paz ya no existía, y muy posiblemente, ya no volvería a menos que el Magnolia hiciera algo al respecto. Pero de igual forma, esto fué olvidado rápidamente. Ya que una nueva era había comenzado.
Todos estaban concentrados en recuperarse de los estragos de la guerra. Empleando todas sus energías en erigir nuestros dos reinos rivales. Merós, fiel aliado de los protegidos de las llamas. Y Tradon, quien a lo largo de los años mantuvo sus relaciones con las fuerzas marítimas.
Nadie esperaba que después de tanto tiempo, el mundo que habíamos llegado a forjar, diera un vuelco total y repentino.
Ella demostró, que sí era posible.
ESTÁS LEYENDO
Ciudad de Drakon
AdventureAinhoa es una chica que, desde hace algún tiempo, vive tranquila con su hermano en la pacífica aldea de Dimbar, el hogar de los Diuturnos, al oeste del reino de Merós. Allí tiene una vida hecha, hogar, tranquilidad, amigos a los que considera famili...