Mantenía la vista fija en mi objetivo.
El arco firmemente agarrado y la flecha apuntando directamente a la diana.
Eso sería fácil.
Antes de hacer el siguiente movimiento, me tomé la libertad de dedicarle una sonrisa triunfante al diuturno que se encontraba a mi lado, espectante.
Estábamos empatados. Pero no por mucho tiempo más.
Sin tardar, miré nuevamente a la diana y disparé. Antes de darme cuenta ya estaba escuchando el sonido de la flecha atravesando la diana.
¡En el blanco!
Mi sonrisa se expandió todavía más.
Sip, me estaba convirtiendo oficialmente en la reina del tiro con arco. Jaja, que sólo me dieran un poco más de tiempo, y dispararía sin mirar.
-Creída- me dijo Darian.
-Superalo, algunos simplemente nacemos con talento para estas cosas.
Sí que me encantaba ganar. Pero definitivamente, ver la cara que ponía Darian cada vez que le vencía simplemente no tenía precio.
Nos habíamos pasado toda la tarde junto al riachuelo que estaba serca de la aldea, compitiendo. No lo subestimaba. De hecho, además de su hermana y su padre, él era el único que podía brindarme el placer de tener una competencia que fuera digna de tomar en serio.
-¿Y crees que sólo porque me venciste un par de veces hoy, ya tienes un don innato para la arquería?
-No fué solamente hoy. ¿Qué me dices de ayer? ¿Y la semana pasada? Esas cuentan, ¿no? -Me fuí acercando cada vez más mientras le preguntaba.
-Quisiera ver que tan capaz eres disparándole a un cervatillo en movimiento. A ver que tal te va entonces.
-¿Me retas? -Saqué una flecha de mi carcaj.
Estaba cerca. No demasiado, pero si lo suficiente como para que la tentación de bajar la mirada hacia sus labios se apropiara de esta pobre adolescente. Me costaba trabajo, pero de igual forma mantenía los ojos fijos en los suyos. Aunque sabía que no lo haría ni en ese ni en ningún otro momento, quería que él sí bajara la vista hacia mis labios. Aunque fuera por tan solo unos segundos, no importaba. Era una tontería, lo sé, pero al menos eso me habría hecho sentir que yo no era la única que deseaba el contacto de sus labios con los míos. Estaba consciente de que no debía esperar nada, pero era realmente frustrante querer que llegara algo que simplemente sabías que jamás hiba a llegar.
Éste tomó la flecha que agitaba suavemente entre ambos, y delineó con su dedo pulgar la punta del mismo. La observaba como si fuese el objeto mas novedoso que hubiera visto.
-Mañana en la mañana, veremos que tan buena puedes llegar a ser en la caza-. Al mirarme, esbozó una sonrisa genuina, tan atractiva como me lo parecía él.
¿Alguna vez han sentido mariposas en el estómago? Pues yo las sentía en ese preciso instante. Revoloteaban sin control dentro de mí. No me quedó de otra mas que maldecirme a mí misma mientras evitaba morderme el labio inferior.
-Me irá increíble- con despreocupación, eché mi pelo blanco hacia atrás-. Vas a ver. Voy a cazar el cervatillo más rápido de todo el bosque.
Al instante, Darian intercambió su sonrisa por una carcajada algo contagiosa. Me dieron ganas de reirme junto con él, pero me aguanté apretando los labios. A decir verdad, ni yo creía mis palabras. Pero él no tenía por qué saber eso.
-¡Estoy aquí! -Gritó Íngrid, bajándose de su caballo-. La tienda estaba hecha un desastre y tuve que quedarme a ayudar a papá un tiempo más de lo previsto. ¿Quién ha ganado?
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Ciudad de Drakon
AdventureAinhoa es una chica que, desde hace algún tiempo, vive tranquila con su hermano en la pacífica aldea de Dimbar, el hogar de los Diuturnos, al oeste del reino de Merós. Allí tiene una vida hecha, hogar, tranquilidad, amigos a los que considera famili...