Amapola

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Pequeño sol radiante, sonrisa eterna de la inocencia. No recuerdo cuando fue la última vez que hablamos o si llegamos a hacerlo alguna vez. Tu felicidad era tan grande y eterna. Tu amor era tan puro y tierno. Tu curiosidad, infinita.

Mi pequeña amapola del campo, como te he descuidado. Nadie me dijo que algún día yo tendría que hacerme cargo de ti. No sabía que tendría que ser quien te abrazara cuando tuvieras miedo. Que tendría que explicarte que el viento no pretende arrancarte los pétalos. Pensé que en algún lugar del camino te habías ido, desaparecido, difuminado con el propio ir del viaje hasta ya no poder encontrarte.

Mi pequeña niña, lo siento tanto. Siento haberte olvidado, siento haberte culpado, siento haber sido tan ignorante. Sin ti, ha sido como vagar en una noche eterna sin luna. Deje de hablar con las estrellas y bailar con las mariposas. Ya no podía oír cantar al viento ni contestarle al fluir del agua. Sin tu guía, mi querida luna, me abandoné a la oscuridad. Te hice daño. Nos hice daño.

Hoy me reencuentro contigo y solo con tocarme, me curas. Déjame devolverte todo lo que te he quitado. Déjame cuidarte como hasta ahora no lo he sabido hacer. Perdóname. A cambio solo ayúdame a no volver a perdernos. No dejes que me aleje de tu delicada mano otra vez. Te haré sentir orgullosa de ti, de mí y de todo lo que hagamos juntas. Solo, por favor, no dejes de ser mi más pequeña y hermosa amapola. 

Ideas de un individuo inexpertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora