Dolor compartido

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Dolor. Dolor son esas agujas que se clavan todas las noches en mi piel, en mi cuerpo. Se incrustan en los surcos de mi ser, con cada mirada de rabia, con cada gruñido, con cada rechazo. El fino y frío acero al entrar en mí me produce una descarga punzante e intensa. Esta sensación se ha instalado sin fecha de salida. Con cada caricia, abrazo y contacto hay un eco de este dolor, que como una niebla a mi alrededor no consigo disipar. Mi interior es una caja de alfileres, pero tú no lo ves. No dejo que el tintineo del metal salga y llegue a tus oídos porque solo soy el producto de la onda expansiva de tu rotura. Te recojo y te arrullo hasta que la calidez de un abrazo te calme mientras mis piernas luchan por mantenerse en pie. Pero tú no tienes que saberlos, tú no tienes que preocuparte. Después de que tus heridas sanen, cuando tu dolor y miedo se disipen, te mostraré mi cuerpo, mi piel para que lo vuelvas a llenar de vida con tus caricias, con tu amor. No sé si llegará pronto o lejos, pero yo confío en ti. 

Ideas de un individuo inexpertoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora