5.- Brisas adversas

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Durante los próximos días la situación no mejora. Siguen sus fiestas y sus entrevistas y yo languidezco cada día un poquito más, cada día más hundida en el sofá de su casa. Siempre llega cansada y sin ganas de hacer el amor o llega tomada y entonces soy yo la que no quiere hacerlo. Y no es la falta de sexo lo que más me entristece. Es la falta de afecto. Compartimos casa y probablemente también compartamos amargura. Yo la aburro con mis demandas y mis reproches y ella me aburre con sus excusas y su desatención. Estoy sumergida en un círculo vicioso del que no puedo salir. No me gusta mi vida con ella, pero no me imagino tener que vivir sin Kenia.

Hoy es sábado y he bajado a la calle a comprar el periódico y unos croissants para el desayuno, cuando veo su rostro en la portada de una revista. La compro y le echo un vistazo. No puedo más. Cuando llego a casa, ella se levanta de la cama en ese momento y al mirarme a la cara, sabe que algo no va bien.

-¡Oh, por favor! -me dice antes de que yo haya abierto siquiera la boca-. ¡Qué pasa ahora! ¿Qué he hecho para que traigas esa cara de vinagre?

Como respuesta, le alcanzo la revista que he comprado y paso de largo en dirección a la cocina. Será mejor que me tranquilice un poco, porque como me ponga ahora a discutir con ella, seguro que voy a decir cosas de las que me voy a arrepentir. A los diez minutos entra en la cocina.

-Vale, relájate -me dice entonces poniendo la revista encima de la mesa-. Esto no son más que estrategias de promoción, técnicas de marketing-

-¿Promoción? -digo furiosa cogiendo la revista de encima de la mesa y agitándola entre nosotras.

-Bueno, los productores de la serie pensaron que la audiencia subiría si los dos protagonistas comenzáramos también un romance en la vida real. Es solo un montaje -dice seguro que, con intención de tranquilizarme, pero yo ya estoy a punto de reventar.

-¿Un montaje? ¿Y tenéis que hacer ese montaje besándoos en un restaurante? ¿Alojándoos en la misma habitación de hotel? ¿Pasando juntos la noche? -digo cada vez más indignada.

-Te estoy diciendo que es solo un montaje -me chilla-. No pasó nada. Sabes muy bien que a mí no me gustan los hombres

-No se trata de que te gusten los hombres o no te gusten, se trata de hasta dónde estás dispuesta a venderte para subir un peldaño más en el escalafón de la fama -digo con rabia.

-No entiendes nada. No quieres entender nada -ella continúa chillándome y es alucinante, yo que soy la agraviada, intentando mantener un tono respetuoso y ella chillando cono una loca...

-Lo único que no entiendo es por qué mi novia aparece besándose con un hombre en la portada de una revista -digo dejando caer el magazine de nuevo sobre la mesa de la cocina.

-No, tú lo que no entiendes es que si estás conmigo, debes de aceptarme tal y como soy, debes apoyarme en mis decisiones -me dice con rabia.

-Y a mí ¿quién me apoya? -yo estoy a punto de romperme, pero no quiero llorar, no delante de ella-. Llevo meses viviendo tu vida, en la que cada vez hay menos hueco para mí. No soy yo quien debe ordenar sus prioridades

-Qué quieres que te diga...Haz lo que quieras -me dice cansada de mi actitud.

-Pero yo lo que quiero es estar contigo, estar como estábamos antes, salir a pasear contigo de la mano, mimarte y dejar que me cuides, quererte y que me quieras -digo y en ese momento estoy casi segura de que no se puede tragar más, de que no se puede caer tan bajo.

-Mi vida ahora es esto. Qué quieres que te diga. Haz lo que tengas que hacer, pero no me vuelvas loca con tus lamentaciones y con tus exigencias -zanja la conversación.

A fuego lento (Juliantina AU)- AdaptaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora