7.- Fuegos artificiales

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CAPÍTULO FINAL


Es domingo. Esta noche Juliana y yo salimos a cenar. Hay un restaurante muy exclusivo que ella quería probar y yo hace semanas que hice una reserva. Me pareció la mejor forma de agradecerle todo lo que hizo por mí. Está tremendamente elegante y guapísima. No entiendo cómo una mujer como ella no tiene pareja. Alguna vez que hemos ido juntas a algún bar de ambiente, siempre ha tenido mucho éxito. Y cuando habla, muchísimo más. Es una persona divertida, mordaz y muy inteligente. Si es increíble por fuera, lo es todavía más por dentro. Y por si todo eso fuera poco, ese irresistible acento francés es un imán para las chicas. Pero nunca la he visto irse con ninguna. Ella dice que le tiene echado el ojo a una, pero que se le resiste. Afortunada, pero imbécil, sin duda. Tiene que ser tonta, o ciega. Llegamos al restaurante, pedimos vino y revisamos la carta. Todo nos parece riquísimo. La cena está buenísima, la compañía es inmejorable y quizás el vino nuble mis sentidos, pero en un momento de la conversación ella coloca distraídamente su mano sobre la mía y yo sufro una sacudida y me entran unas terribles ganas de acariciársela. Pero ¡cómo le voy a hacer eso! Lo que me faltaba...hacer el imbécil con mi mejor amiga y arriesgarme a perderla. Retiro mi mano y me excuso. Voy al servicio a refrescarme y quizás a reflexionar sobre lo que me ha pasado y cuando abro la puerta, la veo, es Kenia. Está de espaldas, pero la reconocería en cualquier sitio. Está inclinada sobre el mostrador esnifando una raya de coca. Al levantar la cabeza, ve mi imagen reflejada en el espejo y se vuelve.

- Hola, Kenia -la saludo. Mientras ella inhala con fuerza para llevar dentro de su organismo todo el polvo que se haya quedado atascado en la nariz. Luego se limpia con la manga de su vestido.

-Hola, Valentina, estás guapísima ¿Qué tal te va? -me pregunta y me parece que arrastra un poco la lengua. es posible que además de estar drogada esté también bebida.

-Bien, como siempre. ¿Y a ti? Sé que has renovado para otra temporada de la serie, que has protagonizado una película... es estupendo que te vaya tan bien -intento ser amable con ella.

-Te echo de menos -me dice entonces de sopetón y yo no consigo reaccionar.

-(Consigo recomponerme al cabo de algunos segundos y sobre todo consigo recuperar en mi mente las imágenes que mi retina han captado hace poco) No sé qué decirte, Kenia. Por lo que acabo de observar cuando entré al baño, no sé si tú y yo, si tu vida y la mía tienen ya algo que ver.

-Valentina, te necesito -da un par de pasos hacia mí y me sujeta del brazo. Sus pupilas dilatadas, su mirada perdida y el olor a alcohol que despende me desagradan profundamente-. Necesito tu cordura y tu cariño, necesito centrarme otra vez y nadie mejor que tú puede ayudarme a hacerlo.

-Pero esto ya no va solo de tus necesidades, Kenia -retiro suavemente la mano que me sujeta y la dejo allí con su colocón, con su borrachera, con sus demandas y su egomanía-. Adiós.

Cuando abandono el cuarto de baño del restaurante casi no puedo respirar. No sé si me entristece ver en lo que se ha convertido, si me enoja su egoísmo... Pero sé que definitivamente ya ella está fuera de mi vida y de mis pensamientos. Me detengo en la entrada de la sala y observo a Juliana y una ola de ternura invade mis entrañas. Cómo he podido estar tan ciega. Abono la cuenta y arrastro a Juliana, que no entiende nada, fuera del restaurante. Y aunque no entiende nada, se deja hacer sin rechistar. No le cuento que he visto a Kenia y vamos a un local de ambiente. Solo quiero bailar, solo quiero divertirme, solo quiero sentir. Tocan una canción lenta y la estrecho contra mi cuerpo. Sé que quizás no estoy siendo justa con ella, pero es tan guapa y yo estoy tan cansada de sufrir... Ella se abandona entre mis brazos y yo vuelvo a notar de nuevo mi corazón latiendo acelerado y vuelvo a identificar el deseo circulando por mis venas. Hacía muchísimo tiempo que no me sentía así.

A fuego lento (Juliantina AU)- AdaptaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora