Capítulo 9 - Welcome home Comandante

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Su hambre común los había llevado directamente a Chamoy en el Latin Food Truck Show Festival donde la idea era compensar el fracaso de la noche anterior y esta vez se habían divertido aún más al pedir en varios foodtrucks a la vez. En ese preciso momento la mesa de camping era lo más incómodo para Anabella ya que llevaba un vestido ceñido en las rodillas, tacones altos y sobre todo un dolor aún mayor en la parte inferior de la espalda pero no había dicho nada para no estropear el momento. Por supuesto, no contaba con el ojo entrenado de su pareja a quien no podía ocultar mucho.

Sí, su Arturo había vuelto de verdad

Ella había intentado negociar la hora de volver a casa y finalmente había conseguido un acuerdo: la siguiente parte de la cita totalmente improvisada tendría lugar en Amor Sencillo, un lugar muy bonito con una vista magnífica sobre el cruce entre Quavron, San Tarantino y San Rosy y la diferencia de contraste visible incluso de noche.

En realidad el lugar se llamaba "Colina del Ángel" basándose en la leyenda de que en ciertas condiciones se había aparecido un ángel a ciertas personas en diferentes ocasiones. Pero había sido apodado así porque era EL lugar favorito de los enamorados sobre todo en las primeras citas. Era un poco difícil tener la máxima privacidad dada la cantidad de gente que había allí cada noche, pero a decir verdad eso no importaba mucho porque era más bien cada uno para sí mismo. Todos estaban demasiado concentrados en pasar una velada encantada como para preocuparse de algo más que de sus propios asuntos y eso era una ventaja para cualquiera.

Pero de todos modos no importaba aquí porque para nuestra joven pareja el momento era mucho más romántico y pasional que sexual. Y así fue como la cita improvisada terminó en un picnic a la luz de la luna, acostados en el capó del coche...

Al menos al principio

Si la idea también había sido de la guapa rubia, lograr subir ahí había resultado un poco más complicado de lo esperado y para el colmo la idea no había durado más de 10 minutos, cuando la mayoría de los presentes habían tenido que huir del lugar para evitar quedar atrapados en el lugar por la lluvia torrencial que se había abatido sobre ellos de repente.

Sin otra opción real, Anabella había accedido finalmente a volver a casa donde para su asombrosa sorpresa Arturo no se había limitado a dejarla antes de irse. Era tarde y de hecho el estado de ánimo no estaba realmente para relaciones sexuales en primer lugar porque Anabella no estaba en muy buena forma. Pero Arturo no quería irse sin más, al contrario. El sueño estaba relativamente presente pero aún superado por la adrenalina. Necesitaban reencontrarse mucho más que físicamente y por eso se habían dedicado a hacer algo que no habían podido hacer en mucho tiempo: tener una conversación real.


- Dime que no te vas a quedar dormida de golpe *la mira tumbarse en la cama*

- Haré lo que pueda pero no puedo prometerte nada, ¡no es culpa mía que tengas las manos excesivamente suaves!

- *se ríe*  ¡Sobre el vientre cariño, te recuerdo que se supone que tengo que masajearte la espalda!

- *suspira mientras se acomoda*  Lo sé, sólo dame unos segundos

- *empieza a masajearla cuando por fin se pone en posición*  Te hará bien

- ¡Cuento con ello! ...Mmh... Ay sí.. Había olvidado esa sensación *cierra los ojos* ...Mmmh

- ...Sé que son gemidos de dolor pero... ¡me excita!

- ¿Y quién dijo que son gemidos de dolor? *lo mira*

Obsesión | Volumen IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora