precuela de la historia

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Luego de que todos creyeran que madre Miranda junto a todos los demás jerarcas y especies que la acompañaban murieron, en verdad Miranda seguía viva, y en verdad el famoso Duque que había comprado los cuerpos de los jerarcas, era madre Miranda, tomando su forma y convirtiendose en él.

Luego de que ella misma se asegurara de que Ethan Winters estaba completamente muerto (o eso creyó) comenzó a controlar la mutamiceta para volverla a su estado normal, fue a su laboratorio, a devolver la vida a sus 'hijos' los cuales eran los jerarcas. Se notaba que aún no aprendía a diferenciar entre 'experimentos' y 'familia' ya que les seguía llamando hijos.

El primero en revivir, fue Karl Heisenberg, el cual miraba con molestia a Madre Miranda, ya que no quería seguir viviendo, estaba cansado de todos aquellos años que había vivido y de cómo había estado viviendo. Luego de un rato de estar intentando recordar lo que había ocurrido, la ira volvió a él, y se fue del laboratorio de madre Miranda. Cuando iba saliendo, solo volteo para decirle, o más bien espetar a Madre Miranda "¡mejor deja a esa zorra chupasangre que muera, se lo merece por ser TAN egocéntrica!" Y se fue nuevamente a su fábrica, para seguir con su vida de siempre, tan aburrida y monótona.

La segunda en revivir fue Lady Dimitrescu, la cual miraba a su alrededor, algo confundida,  hasta que en un momento abrió sus ojos dorados y su mirada se veía preocupada.
"¡¿DONDE ESTAN MIS HIJAS?!" Ella preguntó de una manera desesperada. Hasta que miró hacia su derecha, donde pudo ver los torsos cristalizados de sus tres hijas, Bela, Cassandra y Daniela sobre un estante. "Madre Miranda... Ellas... ¿Ellas podrían vivir otra vez...?" Preguntó con lágrimas en sus ojos, los cuales reflejaban toda su angustia y dolor. "Podrán seguir viviendo, yo me encargaré de eso" dijo madre Miranda, con una voz aún superficial, pero tranquilizante al mismo tiempo.

Luego de chequear las secuelas de Lady Dimitrescu, y darse cuenta de que no tenía nada más que la cicatriz de 𝑳𝒂 𝑫𝒂𝒈𝒂 𝑫𝒆 𝑳𝒂𝒔 𝑭𝒍𝒐𝒓𝒆𝒔 𝑫𝒆 𝑳𝒂 𝑴𝒖𝒆𝒓𝒕𝒆, fue a una habitación de su laboratorio, con los torsos cristalizados de las hijas Dimitrescu, hasta que se asomó a la entrada para decirle a Lady Dimitrescu que pasara a verlas.

"¡Mis hijas!" La cara de Lady Dimitrescu irradió felicidad al ver a sus hijas y poder abrazarlas, su vida tomó un giro inesperado, cuando creyó que ese imbecil de Ethan Winters le había arrebatado todo. Las lágrimas salían de sus ojos.

Miranda pudo recuperar las vidas de los otros dos jerarcas, ambos reaccionaron de la misma manera; agradecidos pero también algo cansados, finalmente todos temían un poco porque alguien más pudiera volver a intentar asesinarlos, pero madre Miranda se juró así misma que esto nunca pasaria, no pensaba arriesgarse nuevamente para salvar a su hija, desde ahora sería más cuidadosa y no tomaría tantos riesgos ni se pondría metas tan difíciles.

Luego de unos meses todo volvió a ser como antes, excepto por sus intenciones. Heisenberg siguió creando máquinas nediohumanas, pero ahora podía intentar ser feliz, inventó unos robots para entretener niños, y entre otras cosas usadas para el bien.

Donna Beneviento siguió creando muñecas, también eran usadas y vendidas, abrió una tienda de juguetes y esculturas de madera de prestigio.

Salvatore Moreau contrató gente para un tipo de empresa de mariscos y pescados de la mejor categoría.

Lady Dimitrescu seguía siendo temida por muchos, seguía siendo esa persona que todos consideraban fría y sin corazón, muchas veces llamada "monstruo" porque todos sabían los rumores y mitos sobre ella, ya sea por su altura, por ser inmortal, por ser tan poderosa e incapaz de amar... Hasta un día...

Nadie sabía los secretos y problemas que tenía Lady Dimitrescu, nadie nunca se había interesado en saber, solo se interesaban en tener respeto hacia ella, aunque igualmente inventaban cosas sobre ella. Aunque nunca se dio a saber, todo lo que la gente decía de ella le afectaba, aunque nunca lo reconociera, ya sea por su orgullo, por su ego, por perder algo de poder. Para ella las emociones y sensaciones eran perdidas de tiempo que hacían débil a una persona. Aunque ella pensaba esto, ya había perdido la esperanza de encontrar a alguien que la quisiera, no solo por su poder o estatus, sinó por lo que ella era.

Soñaba con encontrar a la mujer indicada, que no la viera como un monstruo, que si la quisiera, no que se quedará con ella por conveniencia como lo había hecho su difunta "esposa".

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