Salí corriendo de él salón, todos se reían de mí (Otra vez) corrí, saqué mis cosas de el casillero y salí.
Crucé la calle y llegue a un gran parque donde podía perderme, me coloqué un sombrero y traté de pasar desapercibida.
Y me senté a llorar.
Traté de ser amable, traté de ser genial, como las demás chicas, traté de ser... Normal.
Lloré muchísimo.
Me Levanté y estaba él, Michael Clifford.
-Y tú?
-Yo qué?
-¿Qué estás haciendo aquí?
-¿No es obvio?
-Pensé que era el único que me saltaba clases
Solté una risa
-El colegio es una estupidez-Dije yo-La gente es una estupidez.
Nos quedamos mucho tiempo en silencio, pero no uno incómodo como los que ocurrían en reiteradas ocasiones con el en la escuela.
Era un silencio cómodo, el viento corría y su pelo rojo corría en el viento. Era un silencio hermoso hasta que:
-Escapemonos-Dijo el
-¿QUÉ?
-Sí, vámonos, tu no me conoces mucho y yo no te conozco mucho. Vámonos a un lugar por tiempo indefinido, donde nadie nos conozca, si queremos, cambiemos nuestro nombres, son una mera formalidad entre nosotros, ya que en aquel momento sabremos tantas cosas de nosotros que talvez nos inventemos sobrenombres y hagamos estupideces entre nosotros. Hagamos de la vida algo más que un juego. Porque a tu lado, todo se vuelve serio y si tu fueras un juego, me gustaría ganar el torneo.
Nadie me había dicho cosas tan hermosas, y ahí entendí el punto de aquella frase que me marcó. "La vida es sobre arriesgarse y si uno no se arriesga ¿Uno que hace toda su vida?"
Y decidí inmediatamente:
-Si
