El Faro

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Era una fría noche de otoño en la pequeña localidad costera de Portville. La luz del faro, un antiguo y misterioso faro que se alzaba en el extremo de un escarpado acantilado, cortaba la oscuridad con su intermitente destello. En la tranquilidad de la noche, la joven Érika caminaba por la playa, sintiéndose atraída por la enigmática luminosidad del faro.

Érika era una científica dedicada a la investigación marina, pero últimamente había estado obsesionada con el faro. Algo en su interior la impulsaba a descubrir los secretos que se escondían en su interior. Durante semanas, estudió viejos diarios y registros históricos en la biblioteca local, buscando pistas sobre el faro y su origen. Pero la información era escasa y confusa.

En una noche particularmente sombría, mientras observaba el faro desde la playa, Érika vio algo inusual. En lugar de su típico destello blanco, el faro comenzó a emitir una luz verde intermitente. Sus latidos se aceleraron, y sintió una extraña sensación de inquietud que la impulsó a acercarse aún más al faro.

Cuando llegó a la base del acantilado, notó una puerta de hierro antigua que parecía haber estado sellada durante décadas. Sin embargo, con determinación, Érika logró forzar la entrada. Se adentró en la estructura oscura del faro y, con una linterna en la mano, comenzó a ascender por la estrecha escalera de caracol.

A medida que subía, los sonidos de la noche se desvanecían, reemplazados por un zumbido inquietante que resonaba en sus oídos. Finalmente, llegó a la habitación de la linterna, donde se encontró con una escena inquietante: una figura encapuchada estaba junto a la linterna del faro, manipulando una extraña consola llena de palancas y botones.

Érika confrontó a la figura, y esta se volvió hacia ella con ojos vacíos y una sonrisa macabra en el rostro. Le dijo que era el guardián del faro, un ser ancestral que había vivido allí durante siglos, alimentando el faro con su propia energía vital para mantener un portal dimensional cerrado.

El faro, resultó ser un dispositivo de contención de seres interdimensionales malignos. Cada vez que el faro parpadeaba en verde, liberaba una pequeña porción de esos seres en el mundo. Érika se dio cuenta de que su obsesión la había llevado a desencadenar un peligro inimaginable para la humanidad.

Sin más opciones, Érika luchó contra el guardián del faro, arrebatándole la consola y cerrando el portal. El faro se apagó en un último destello verde antes de volver a su luz blanca normal. El guardián, liberado de su carga, se desvaneció en la oscuridad.

La historia del faro se mantuvo en secreto, y Érika volvió a su vida de investigadora marina, pero nunca pudo olvidar la noche en la que se enfrentó al terror interdimensional en la base del faro. Y, mientras la luz del faro seguía cortando la oscuridad, la tranquila localidad de Portville vivió ajenamente al peligro que acechaba en el acantilado, encerrado en el misterioso faro.

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