Una Jenna Siniestra.

La Verdad que Duele.

La conversación entre las tres perritas, simple y sencillamente acabó fatal, no es como si hubieran comenzado de buena manera en primer lugar, la tensión en el ambiente era clara, se podía sentir más que obvia. Pero la realidad era que no era para menos, si antes de aquella plática, ellas estaban en buenos o malos términos, era algo que no era relevante. El caso es que tanto a Dixie como a Sylvie, les había quedado claro a ambas, que ella nunca cambiaría, que Jenna seguiría igual que como siempre. Y tratar con ella, era como tratar con una pared. Simplemente no las iba a escuchar.

O bueno, escucharlas si lo hizo, pero hacer caso de lo que le decían, ahí era donde estaba el problema. Pero la verdad es que no debería de haberles extrañado, ella siempre fue tan apegada a él, de esa forma casi enferma. Que ellas simple y sencillamente no podían entender, como alguien podía ser así, alguien podía ser tan necio, pero por sobre todo, como alguien podía ser tan obsesiva.

El caso es que ya estaban hartas de ella. Una verdad que no se atreverían a decir, era que no se explicaban a sí mismas por qué seguían siendo amigas de ella. Pero así eran las cosas, se habían hartado de ella tan rápido, tanto que en serio hubieran preferido que mejor ni saliera de su casa, y se quedara dentro de la misma para toda su vida. Pero claro, ninguna de las dos tenía el valor suficiente para decirle lo que realmente pensaban de ella ahora, o más bien, lo que genuinamente siempre habían pensado de ella. No la odiaban, pero sí tenían ciertos sentimientos negativos hacia ella.

Es por eso, que cuando ella les hizo aquella pregunta, que cuando ella se regresó para aclarar su duda, las cosas se pusieron más que feas. Pero no era culpa de ellas, o al menos eso era lo que pensaban.

Ambas perritas, si que comprendieron en cambio, qué genuinamente debían temer por su vida, cuando vieron que Jenna, quería saber si acaso ella sabían algo. Una pregunta, a la que de ninguna forma habrían podido escapar, porque siendo sinceros, incluso si hubieran elegido no contestar, no les habría servido de nada. Porque entonces ella comenzaría a insistir hasta que le contestaran, por lo que a regañadientes, no les quedó otra opción más que contestar.

Jenna se habría regresado de vuelta a la oscuridad de su cuarto en su casa, no quería ver a nadie ni a nada, por aquellos días, ella en serio que estaba dejando claro que no tenía ojos para nadie más que para él. Así que desde luego, necesitaba saber con urgencia, si acaso ellas sabían algo de lo que a él le pasó. Y si sabían qué había sido de él. Ella desde luego, ya iba hecha a la idea de que no le iba a gustar la respuesta. Pero aún así necesitaba respuestas, y las iba a obtener a como dé lugar.

Jenna: Una última cosa chicas, hay algo que en serio necesito saber con respecto a Balto, si es posible que me puedan ayudar. Antes de que lo olvide, esa fue la principal razón por la que finalmente me decidí a salir de casa.

Dixie: ¿Ahora qué Jenna?

Preguntó la pomerania morada sonando más que molesta. Su tono severo, no fue para nada del agrado de Jenna.

Sylvie: Si Jenna- dijo la larguirucha afgana sonando igual de fastidiada que su amiga más pequeña- si lo que necesitas saber, que ya me imagino, es si acaso, nosotras sabemos quién es esa nueva novia de Balto, lamento decepcionarte, pero no, ni Dixie, ni yo sabemos quién es ella, lamento decírtelo, pero no tenemos ni la más mínima idea con respecto a esta nueva chica.

Jenna función notoriamente el seño ante sus palabras. La husky pelirroja, hizo un gran esfuerzo por mantener la compostura y no perder los estribos.

Jenna: ¿Lo dicen en serio? ¿No saben nada de esta arruina hogares?

Sylvie y Dixie rodaron los ojos ante el insulto de Jenna. Inmediatamente hubieran querido saltar a contradecir a Jenna, pero de forma instantánea también supieron que no valdría la pena.