La Caída del Amor.

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Sabido es, que la gran mayoría de las cosas, nunca duran para siempre. En un punto terminan, en un punto se acaban, ya sea porque las mismas simplemente no dieron para más, porque en algún punto algún agente externo fue el responsable de ponerles fin, o por qué simple y sencillamente, fue a uno mismo quien las echó a perder.

Todas y cada una de estas, fueron opciones, que una hermosa husky pelirroja de nombre Jenna, había considerado con mucho dolor ante la situación que se encontraba viviendo actualmente, o bien, las había considerado a todas y cada una de ellas, exceptuando a la última opción. Negándose por completo, a creer que la razón de que ahora estuviera así fuera culpa de ella. Sin embargo, cualquiera que fuese el caso, no le restaría importancia ni gravedad tampoco, al tan inmenso dolor que ella ahora estaba sintiendo, y que la tenían sufriendo tan arduamente, al punto en que ella sentía, que ya no tenía ninguna razón para vivir. Ahora odiaba su vida. La aborrecía. Maldecía sin parar a la propia vida, por haberle dado la más grande felicidad de su vida, solo para luego quitársela de la nada. No entendía qué fue lo qué pudo haber hecho para merecer semejante castigo.

Se habían separado. Balto y Jenna habían terminado. Para siempre.

Esta noticia, simple y sencillamente, acabó con todo el universo de Jenna, destruyéndola tanto por fuera como por dentro. Y aún por más que intento razonar las cosas, justo tal y como él se lo había pedido, y entender por qué rayos, el seguia diciendo que era su culpa.

Sabía perfectamente todo lo que había hecho. Pero jamás pensó en que lo que hacía estuviera mal. Si no todo lo contrario. Creía que era lo mejor, no solo para ella, también para él, lo hacía por ellos. Desgraciadamente, tal parecía que él no pudo ver que ella hizo todo lo que hizo por amor a él.

Jenna jamás iba a poder entenderlo. Jamás iba a poder comprender, por qué él decidió hacer lo que hizo, por qué decidió abandonarla, ¿no se suponía que ambos se habían jurado amor eterno?, ella lo seguía amando de tal manera a él, aún con lo que había pasado, pero de él, definitivamente no se podía decir lo mismo. Que ya no pudo soportarla más, y se alejó de ella. Tan solo, porque Jenna seguía negándose a abrir los ojos y recapacitar.

Narra Jenna:

Todo era tan hermoso, todo era tan perfecto, y siempre iba a ser mi felicidad y lo que más amaria en este mundo. Pero parece que eso acabó. Y todo tan solo porque yo siempre quería demostrarle cuánto lo amaba.

No entiendo por qué le costaba tanto trabajo entender lo que yo quería. Creí que se lo había dejado muy en claro desde el inicio, pero Balto, jamás me escuchó. No puedo comprenderlo, ni tampoco aceptarlo, nunca lo haré, ¿Porque?, ¿ Por qué necesitaría él amigas?, si conmigo ya tiene más que suficiente. ¿No?, Pues para él no. Pero yo, como toda chica, siempre he tenido mis propios motivos para temer. Temía que él fuese a engañarme, aunque muy en el fondo, si, reconozco que él sería incapaz de hacerme eso, pero de todas formas. Solo tomaba mis precauciones, y de inmediato me aseguraba siempre, de hacer todo lo posible para mantener a raya, a muchas de esas lagartonas, que le quisieran poner una sola pata encima. No pensaba dejar que nadie se le acercara. El, al inicio, incluso tomó mis acciones, como algo tierno. Pero conforme fue pasando el tiempo, ahora las tomaba como algo molesto. Y en más de una ocasión llegó a preguntarme si no creía que estaba exagerando. ¡Desde luego que no!, yo no exageraba, yo solamente hacía lo que tenía que hacer. Y de hecho, le pregunté que si acaso había olvidado el acuerdo que él y yo teníamos, te dije que no quería que él tuviera amigas. Pero seguía sin hacerme caso, y de igual forma lo veía hablando con otras hembras. Mismas de las que yo jamás tuve reparo alguno en inmediatamente correr alejarlas, pese a que jamás usé la violencia, de ser necesario sí que lo haría. No fue el caso, pero en un punto, el mismo me reclamó, de una forma tan dolorosa, por enojarme y gritarles a quienes se suponía que eran mis amigas, tan solo porque las vi hablando con él. Pero a mí no pueden engañarme, ahora sé que ellas nunca fueron mis amigas, y que solamente querían robarse a mi Balto. Pero él no quiso creerme.

Todo continúa empeorando, a pesar de que vivíamos juntos, sentía que él no pasaba el suficiente tiempo conmigo. Y que me ocultaba cosas. Se lo expresé abiertamente, pero lo negó todo. A partir de ahí decidí tomar medidas drásticas, cada noche antes de dormir, le preguntaba con quiénes había hablado a lo largo del día, y cuando pasaba largos ratos sin verlo, tan pronto como llegaba, inmediatamente le exigía saber en dónde había estado. Y por qué había estado ahí. Hubo muchas chicas, de las que yo sabía que tenía contacto con, y de las que firmemente le exigí, que no volviera a hablarles, ni siquiera a verlas. Para mí era algo totalmente inaceptable. Sé todo de él, perdido de una forma muy dolorosa a su madre, y también a su hermana, por lo que lógicamente, ahora yo debería de ser la única chica en su vida que debería de importarle. Casi me había negado por completo a que él tuviera su dichoso "tiempo para sí mismo", no hay ninguna necesidad de eso, ya éramos pareja, y por tanto deberíamos hacerlo todos juntos.

Pero no solamente eran problemas de ese tipo. Nuestra propia intimidad, que yo quisiera hacer un poco más divertida e intensa nuestra vida marital, pareciera que solo acabó por molestarlo aún más. De entrada, siempre que yo lo quería, él y yo tendríamos que hacerlo, y así fue, incluso si me decía que le dolía la cabeza, que se sentía mal, o que estaba cansado, de igual forma terminábamos haciéndolo. Cosa con la que nunca estuvo de acuerdo. En más de una ocasión, por no decir que en todas, de pronto había comenzado a criticarme, porque consideraba que yo era demasiado intensa, o brusca a la hora de hacerlo, y que en varias ocasiones, yo le había lastimado.

Pero incluso llegados a este punto, yo aún tenía la esperanza de que todo mejoraría. No fue así. Nuestras discusiones eran cada vez más frecuentes, nuestros pleitos cada vez más grandes. Él llegaba a decirme, en más de una vez, que yo ya solo me enojaba por todo. O por nada. Nunca le hice caso con respecto a eso.

Cada una de nuestras discusiones, se fue haciendo cada vez más y más violenta, al menos de mi parte, que si reconozco, pero porque me enojaba demasiado, yo no dejaba de gritarle, de reclamarle. Y él solamente se quedaba callado, jamás me respondió, de la misma forma. Siempre me trato con respeto, algo que siempre atesoraré tanto de él, pero que desafortunadamente ya no puedo tener más.

Fue ahí donde todo acabó. En un punto, y después de una discusión más. Que definitivamente podríamos decir, fue la más violenta, intensa, y agitada que hayamos podido tener, misma durante la cual, él no hizo más que intentar dialogar conmigo, sin perder su educación, nobleza y decencia. Yo no lo escuché en ningún momento, no quise entender razones. Y tal vez sea por esto, solo tal vez, que todos a mi alrededor me dicen que fui yo la que arruinó todo. En un momento que ya no puedo recordar de toda esa pelea, perdí todo sentido de razonamiento, y lo abofeteé, pero no fue solamente esa la bofetada, sino que un par de golpes más, un zarpazo en su cuello, y también una mordida en una de sus patas. Fue más que suficiente, para que él finalmente dijera:

" Lo nuestro se acabó", " Ya no puedo estar ni un minuto más contigo".

Con toda seguridad, las peores palabras que había escuchado en toda mi vida. Mi corazón se detuvo, mientras sentía todo mi mundo a mi alrededor irse abajo. En un llanto incontrolable, mientras le rogaba que no me dejara, intenté aferrarme a él. Lo abracé con fuerza, mientras le pedía disculpas una y otra vez, como ya había hecho en numerosas ocasiones, pero por mucho que intente, de nada sirvió, él simplemente me retiró de sí. Y me dijo que ya no quería volver a verme ni a saber nada de mí, y se fue de la casa, de la casa de Rosie. De nuestro amoroso y acogedor hogar.

Mi corazón ahora estaba hecho mil pedazos, y yo solo continúe llorando, y pidiendo perdón a la nada, hasta que me quedé dormida tumbada en el suelo.

Una parte de mí, con cada fibra de mi ser, que todo aquello fuese solo un mal sueño. Pero obviamente no fue así, había sido lo que realmente pasó. Él se había ido, y toda mi felicidad con él también. El era mi felicidad, él era lo que más amaba en el mundo. Y lo seguía siendo, aún con todo lo que había pasado. Yo no dejaba de amarlo, como la primera vez.

Me dejó, porque yo simplemente no quería reconocer, todo el daño y el dolor que yo le estaba causando. Jamás olvidaré, las lágrimas formándose en sus hermosos ojos, tras haber recibido aquellos golpes de mi parte. Momento justo en el que yo también me di cuenta de lo que había hecho.

Lo había perdido. Desde ese día, ya nada volvería a hacer lo mismo. Nada volvería a ser lo que alguna vez fue. Yo misma lo alejé de mí. Nunca dejaré de odiarme por eso. Daría lo que fuera porque él volviera conmigo, por que él regresara a mis brazos. Pero ahora sé, con todo el dolor de mi corazón, que eso jamás pasará. Lo necesito, pero ya no volverá nunca.

¡¡BALTO!!, ¡YO TE AMO!, ¡POR FAVOR VUELVE!, ¡NO PUEDO VIVIR SIN TI!

Continuará.

Una Jenna Siniestra.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora