O5: Te quiero a ti.

643 56 30
                                    

Sus rodillas temblaron cuando se quedó mirando el edificio de Sana

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Sus rodillas temblaron cuando se quedó mirando el edificio de Sana. Tres horas después del silencio, análisis, catarsis, desilusión y desconstrucción de sí misma, JiHyo se decidió a bajar del auto, dirigirse en dirección a su apartamento y llamar a su puerta, bastante nerviosa.

La alegre mujer castaña preparaba sus cosas para salir, hasta que escuchó el timbre. Miró hacia la puerta extrañada pues no esperaba visitas, y aunque no fuera lo común, imaginó que quizás era Hirai que venía por ella, se acomodó el cabello, observó su labial en el pequeño espejo que tenía junto a la puerta y abrió la misma, lista para irse.

Vaya sorpresa se llevó al ver a Park JiHyo vestida como la había dejado por la tarde, una marca rojiza se estaba poniendo morada en su pómulo izquierdo y sus grandes y expresivos ojos oscuros estaban al borde del llanto puro y ahogado. Todo lo que halló en el semblante de la menor, estrujó su corazón como a una flor marchita.

—JiHyo-ssi... —La terapeuta quedó totalmente sorprendida de su aparición.

—Unnie... —Susurró con gran esfuerzo para hacer salir su voz.

Algo dentro del estómago de Sana se arrugó cuando ella se recogió el pelo del rostro detrás de su oreja. Se veía completamente rota.

JiHyo iba a hablar, pero detalló su aspecto de pies a cabeza y, rápidamente se recordó que ella tenía planes antes de su aparición.

—Oh yo, lo siento unnie... ibas a salir y yo aquí... lo siento. Será mejor que me vaya.

JiHyo se volteó y dio unos pasos lejos, apenada y dispuesta a regresar por donde vino.

Su cuerpo y mente colmaron de frustración, no tenía derecho a irrumpir en la vida de Sana de ese modo y fastidiar sus planes apareciéndose con sus jodidos problemas.

—¡Demonios! —Se quejó, sin dejar de caminar, furiosa por aquellas lágrimas que cayeron al fin, sin su permiso.

—¡Oye! ¡Espera! —Le llamó la castaña, yendo tras ella por el pasillo, cuando la alcanzó y tomó delicadamente de su brazo.

La pelicorta se volteó en su dirección, sin remedio y Sana no tardó en rodearla con su calor.

—¿Qué sucede? ¿Qué te sucedió en el rostro? —Murmuró Sana, acariciando su mejilla. La menor se apartó, negándose a verla a los ojos o acabaría por colapsar ante ella.

—No quiero interrumpir tu cita unnie. Discúlpame, por favor. —Murmuró su respuesta, no pudiendo evitar el rastro de molestia en su voz y volteó su vista hacia otro lado para que no la viera llorar. —Lo siento. Estoy bien.

Sana se sintió muy aturdida por aquella actitud. ¿Estaba molesta con ella? La profesional la tomó de la mano y cuando encontró su mirada llena de lágrimas, casi se ahogó.

—¿Bien? —preguntó confundida y luego la observó fijo —Acaso, ¿Estás molesta conmigo? —La miró alzando una ceja y cuando ella no pudo responder, supo que lanzó en el blanco.

❝ Don't Blame Me ━ SAHYO | Adaptación. ❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora