01: desconocido

55 14 0
                                    

El cielo se encontraba teñido de azul, con un color amarillento casi apoderándose de él. Las nubes blancas estaban posándose sobre aquel atardecer. Ver a las aves, mariposas y todo animal que volara, era complaciente para mí. Después de asistir a mi tortuosa universidad, me encantaba venir a este lugar. Era un puente, donde podías ver todo el rio: la corriente chocando con los trozos de piedras que se encontraban allí. Los grandes árboles que rodeaban el rio, haciéndolo ver como un sendero. En aquel paisaje también podías observar pequeñas mariposas volar y después posarse en árboles. También podías escuchar el cantar de los pájaros. Aquello era realmente complaciente y hermoso.

Apoye mi pie sobre la cerquilla que protegía el puente, esa que hace que los automóviles, aunque muy pocos pasaban, y personas no caigan hacia abajo. Una vez estuve levantada sobre la cerquilla, extendí los brazos. Me gustaba gozar con plenitud este hermoso clima. Y que mejor manera de disfrutarlo que sentir aquello en todo mi cuerpo.

Pero toda esa felicidad se esfumo cuando sentí que unos brazos rodeaban mis piernas. Como era de esperarse, me alarme. ¿A caso iban a secuestrarme? De ser así, debía a empezar a correr.

Todas esas preguntas también se esfumaron cuando caí de espalda sobre un cuerpo, que al instante emitió un quejido de dolor.

—¿En qué pensabas? ¿Acaso estás loca? Sea cual sea el problema esta no es la solución —vocifero la voz de un chico—. La vida es preciosa como para desperdiciarla por algún problema, ¿no ves? Enserio que esta ciega si no lo ves. —Se levantó el chico e hice lo mismo.

Intenté contener una sonrisa, pero no pude y estallé a carcajadas.

—¿Y ahora de que te ríes? —preguntó el chico, confundido.

—Tu-tú, ¿creíste que me iba a tirar? No puedo creer que —me corte a mí misma, no podía contener mi risa.

Aunque a veces mi vida fuera agotadora, la amaba tanto y no renunciaría a ella.

—Es lo que pensaría una persona normal, si encuentra a alguien a punto de tirarse de un puente —ironizó el chico.

—¡No iba a saltar! Solo estaba disfrutando el clima, esta precioso ¿no crees?

—Eres rara ¿no crees? —expresó el chico—. ¿Quién disfruta el clima en esa posición? ¿Y si te caes?

—Pues me caeré, qué más da —bromee.

—Tu humor no es de mi agrado.

—Tú mismo has dicho que la vida es bonita, vamos ríete un poco.

—La vida sí. Tu humor no —soltó.

Finjo que eso me ha dolido. El chico volteó los ojos y recogió el bolso del suelo. Cuando vi que tenía ánimos de irse, lo seguí.

—Enserio, solo estaba disfrutando de la vista —susurre mientras le seguía el paso.

—Sigue disfrutando, yo me voy —se limitó a decir el chico.

Posee mis manos sobre su hombro para que se detuviera. Lo repare. Tenía el cabello sumamente negro, ojos como si en ellos, reposara una parte del cielo, aquellos ojos tenían ese color azuleado. Tenía la piel ligeramente bronceada y nariz recta con ligeras pecas sobre ella.

—¿Eres ese chico? ¿no? —pregunte, divertida.

—Si te explicaras mejor, te lo agradecería.

—El nuevo que llego en la universidad —dije—. Te he visto a lo lejos, pero siempre andas solo, aunque entiendo, eres nuevo. No ha de ser fácil acoplarse ¿no es así? —exprese—. ¿Cómo es que era tu nombre? William ¿es así? ¿o es Liam?

Inevitable no mirarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora