Bonnie es una chica inteligente y decidida que siempre ha sabido lo que quiere. Sin embargo, su vida cambia drásticamente cuando su padre es secuestrado por un grupo religioso no identificado. Bonnie se siente perdida y traicionada por el sistema ju...
Una chica se encuentra sentada en un pupitre, dentro de un salón de clases vacío. Se muestra pensativa, sin decir ni una sola palabra. Mira hacia la ventana, mira hacia el pizarrón, juega con su cabello, hace cualquier cosa para no pensar que está sola. Hasta que decide romper el silencio.
— ¡Esto apesta! —Exclamo la chica.
Es el último año de universidad de Bonnie, ella es una chica de 17 años. Es la líder del club de criminología, aunque también es la única miembro. Ella fue quien fundó el club junto a más chicos de la escuela, desafortunadamente, dos chicos ya se han graduado y una chica se cambió de escuela. Mientras sigue reflexionando, comienza a hablar para sí misma.
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— Podría fácilmente unirme al club de lucha. —Pensó Bonnie para sí misma. —Gracias a mi papá, me las arreglaría muy bien con las técnicas de krav magá que me enseñó. O incluso podría hasta crear un club de tiro al blanco con pistolas de pintura, las prácticas en el campo de tiro al que me lleva papá sí que dan sus frutos.
—¡Pero por supuesto que no haré nada de eso! —Gruñó mientras golpeaba el pupitre con sus puños. —¡El club de criminología es mi vida, y no pienso abandonarlo por nada del mundo! ... ¿De verdad a nadie más en ésta enorme universidad le interesa ser detective? Ésta ciudad está infestada de crimen, corrupción y narcotráfico. ¡Alguien tiene que hacer algo al respecto! ... ¿No? —¡Aaghh! No sé qué voy a hacer. — Dijo mientras se cubría el rostro con las manos.
El club está por cumplir 1 mes sin nuevos miembros, la situación parece ir de mal en peor. A pesar de todos sus esfuerzos, Bonnie no consigue que más gente muestre interés en el club. Su poca notoriedad tampoco ayuda. Cuando menos se da cuenta, ya ha comenzado a atardecer. Bonnie se levanta de su pupitre, borra la información que escribió en el pizarrón sobre un caso que investigaba y sale del aula, dirigiéndose inmediatamente a casa. Caminando por las enormes calles de Nueva York, piensa seriamente por un momento cómo hará para solucionar el problema del club de criminología.
—Será mejor que llegue a casa lo más pronto posible, tal vez mi papá pueda darme algún consejo. —Pensó Bonnie— —Solo espero que no se haya vuelto a quedar dormido en el sofá viendo Kojak. —Dijo cuando decide colocarse sus audífonos y reproducir algo de música para despejar su mente, mientras camina a casa.
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Unos minutos después, llega al edificio donde vive, un complejo de apartamentos ubicado en el 505 Oeste, calle #54. Sube las escaleras hasta llegar a la habitación número 23. Al abrir la puerta, puede notar que en la sala de estar parece escucharse un episodio de Kojak. Al llegar a la sala de estar, ve a su padre roncando mientras duerme profundamente en el sofá frente al televisor encendido. Su nombre es Gerard Castle, es un detective retirado de 42 años quien antes logró resolver un montón de casos y contribuyó de buena manera a la policía de Nueva York.
—Oh, cielos... — Suspiró— Papá volvió a quedarse dormido. Honestamente ya me lo imaginaba, hablaré con él mañana.
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Bonnie apaga el televisor, cubre a su padre con una cobija y le da un dulce beso en la mejilla. Antes de ir a su habitación, Bonnie entra a la oficina de su padre para ver las notas del periódico que tiene enmarcadas en su pared, todas ellas son sobre casos que el padre de Bonnie resolvió en el pasado. Entre las notas, hay una en específico que es muy especial. Fue el caso más difícil que tuvo el señor Gerard. El gran detective descubrió que bajo la iglesia de la ciudad se escondía una enorme fabrica en la que se producía cocaína y metanfetamina que se distribuía clandestinamente a otros estados e incluso a otros países. La policía hizo una emboscada a los traficantes en el lugar. Gerard abatió de un disparo en el corazón al líder criminal, Dizek Kowalski, quien fue un inmigrante polaco de 87 años de edad.
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Bonnie se siente muy orgullosa de la gran persona que es su padre, y anhela volverse igual que él cuando salga de la universidad.
— Algún día estarás orgulloso de mí, papá. Lo sé. —Asintió, con una sonrisa de determinación en el rostro.
Después de estar un rato en la oficina de Gerard, sale del lugar y finalmente se dirige a su habitación, encerrándose para poder descansar hasta el siguiente día.
