Un problema cotidiano propio, que las psicólogas han dicho que me lo ocasionó el perder a mis padres a temprana edad, es que intento tener el control de todo: de mis sentimientos, de mi enamoramiento, de mis amistades, mis seguidores, mi peso... Todo.
Y cuando pierdo el control de algo, por más mínimo que sea, empiezo a sufrir de una serie de locura propia. No, no es locura, creo que no resulta el termino apropiado, pero yo lo siento así cuando me hiperventilo, busco miles de manera de llegar a una solución del problema y termino enfermándome.
La única forma de desquitarme todo este tiempo ha sido la comida. Lograr controlar mis porciones, el no comer y el comer en cifras exactas como las matemáticas y esconderlo de todos es mi mayor logro. Jamás se me hizo un problema hasta ahora que Noria es la controladora, que me sirve un plato para merendar.
—Nona, tengo una fiesta en tres horas, nadie merienda.
—Cariño, todos merendamos antes de las fiestas. Solo esas chicas esqueléticas y muy burdas hacen eso. Tú eres hermosa y necesitas algo más de peso para llegar a lo sano.
—Dios, ¿por qué hablas con esa superioridad? No tienes por qué despreciar a otras chicas para resaltar mi belleza.
—Pues solo quería mejorar las cosas, lo siento.
Noria es muy misógina, es un hecho. Todos los días lucho con comentarios como esos y gracias a Dios no soy una narcisista como Megan, que se llena por demás de esos comentarios y a veces me cae fatal.
Mi merienda no es muy rica. No estoy de humor para comer e incluso me incomoda que ella mire y demuestre extrema preocupación.
—Es imposible comer si me miras así —insisto cuando ya he tragado más de la mitad y dejo tirado el tenedor con un mal sabor en la boca.
Ella no hace nada ante mi mal humor y permite que desaparezca de su vista. Gracias a Dios no reacciona, porque de lo contrario hubiera sido muy agotante para mí.
Corro hacia mi habitación y observo mi vestido corto, precioso para esta fiesta... Y no, a comparación de lo que muchos pensarían, no me siento incómoda con mi cuerpo al probármelo.
Mi tía piensa que odio mi cuerpo, mi hermana cree que soy anoréxica como ella y Marcos teme que no sepa de mi belleza... Pero solo Jayden acepta que no tengo un problema, que es solo una manera de mantener el control. Claro que delante de los otros disimula todo su saber y los hace creer que en realidad está de acuerdo con ellos. Solo no quiere meterse en problemas.
A veces se preocupa, pero me parece más razonable que me deje de insistir y solo se quede con mi respuesta principal, cosa que ninguno de los otros entiende. Supongo que la capacitación de Jay fue mejor.
Eso me recuerda que ayer me llegó una foto de Megumi y él con pijamas puestos. "A dormir mientras la juventud se divierte" decía el mensaje de Jay y yo no pude evitar reírme. ¿En serio se quedaron en casa? Con lo linda que estaba la noche para salir... Pero me agrada eso de mi chico, que él es más casero.
Me pongo un vestido negro pegado al cuerpo y bastante simple. Es una fiesta en la casa de Amber, no es tan grande la cosa, seguro vayan algunos por pena... Yo solo voy para despejar la cabeza de las futuras evaluaciones.
Pero espero que también vaya alguien simpático, una persona normal como Amber para quedarme tranquila de que no todo se va a ir a la mierda.
Realmente lo espero. Porque sé, de alguna forma, que Amber va a ser influenciada a volver a drogarse y ella no me agrada cuando está así.
Nadie me agrada drogado. Todos me aturden y me hacen temblar cuando se acercan así. Me dan impulsos violentos, me tiembla la mandíbula y no sé controlar mi dolor de garganta.
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Detrás de la cortina
Dla nastolatkówJoy es una estudiante de 16 años que vive lo que ella cree un "amor prohibido". Su profesor de historia, Jayden, es su amigo de la infancia, pero también su amante. Joy siente que Jayden es el único que la comprende y la protege, pero también sabe q...