CHAPTER VII

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"EL DESPERTAR"

CHAPTER N° VII

- Eso quiere decir que es un reincidente... respondió la de ojos azules tratando de aclarar mejor su voz... ¿Y no es muy peligroso ese entrenamiento del que me hablas?

- Lo es, pero era eso o exilio total a Reina Muerte; además, más que un castigo, es una gran oportunidad para ellos, aunque es entrenamiento intensivo, es un sueño cumplido, por fin entrenarán con los maestros dorados... comento Seika algo pensativa.

Saori solo guardo silencio, no entendía nada de la dinámica, normas y leyes de aquel extraño lugar, no obstante no dejaba preocuparle irremediablemente lo que sucedería con el hermano de su dama de compañía.

El día paso sin mayores sobresaltos, gracias a las curaciones que Seika realizaba cada tres horas, la herida de Saori estaba evolucionando rapida y favorablemente, la de cabellera lavanda había podido probar bocado sobre el medio día, lo que ayudado de una buena ingesta de liquido, fortaleceria su cuerpo para ponerse muy pronto de pie. Al atardecer el Patriarca, acompañado del monje Arles y la vidente, hicieron acto de presencia en los aposentos de Saori, aunque lucian serenos y apacibles como de costumbre, la realidad es que internamente estaban muy soprendidos por la evolución de la joven que hacia apenas un día parecia que no la iba a contar y ahora se encontraba consciente, comiendo y aunque algo palida y sobnolienta, estaba frente a ellos respondiendo a sus preguntas, llevando una conversación; -No cabe duda, la joven Saori Kido es una caja de sorpresas...- Pensó el Patriarca del Santuario.

- Traigo noticias de los soldados entrenados por los Santos de Leo y Sagitario... Anunció la sacerdotisa Shunrey ingresando con reverencias a la habitación de Saori . 

- ¿Qué ha pasado con esos pequeños rufianes? Pregunto Sounya sabiendo ya algo de antemano. 

- Están en la enfermeria del Coliseo, al parecer tienen algunas contuciones por todo el cuerpo, Ikki tiene una pierna fracturada y Seiya tres costillas casi estilladas... 

Seika y Saori se miraron casi por inercia, la preocupación se instaló en mente y pecho; Seika solo deseaba salir corriendo en ayuda de su hermano, Saori no daba credito a cómo se solucionaban las cosas en aquél extraño lugar, se cuestionaba a si misma, ¿Habría tomado la decisión correcta?.

- Shunrey alista toda la indumentaria necesaria, iré a atenderlos personalmente... Solicitó el monje lider. 

- No, monje Arles, en está ocasión no habrá intervención de monjes ni sacerdotisas de Todai-ji en favor de ese par... Ordenó Shion.

- Pero Patriarca, se trata de contusiones que afectan los huesos, no son moretones leves, Aioros y Aioria casi los revientan en su primer día... Intercedió la pitonisa. 

- Es su castigo por desobedecer las ordenes, pusieron toda la isla en peligro, pudimos haber sido descubiertos por el enemigo, no estamos listos para una guerra santa y menos por un deseo egoista de dos soldados ordinarios... 

- Shion entiendo tu molestia, pero los chicos no lo hicieron con malas intensiones, son chicos que crecieron con la ilusión de pertenecer a los Santos de Athena, para luchar y defender la tierra, a Palas nuestro hogar y a la reina Athena, a quien le debemos todo lo que somos... Abogó el monje Arles... Fuimos nosotros mismo quienes adoctrinamos a estos chicos, fuimos la voz que los motivó a esforzarse desde que eran apenas unos pequeños inocentes, por una causa tan grande y poderosa. 

Shion enfadado por la reacción de sus consejeros, que iba en contra de sus ordenes, salió enojado del lugar, lo que daba a entender que el monje y la gitana le habían ganado la discusión, por lo que eran libres de hacer lo que quisieran con los jovenes que yacian lesionados en la enfermeria del coliseo. Viendo que ya Saori estaría bien si se alimentaba, tomaba algunos medicamentos y descasaba, los consejeros en compañía de la sacerdotisa china, partieron al Coliseo. 

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