DÍAS NO TAN SOLITARIOS.

18 5 2
                                    

Los latidos regulares que su corazón daba, sus ojos azules, su cabello alborotado y esponjado al despertar, sus pequeños ronquidos, la manera en la que sonreía, la forma en la que me miraba, sus ojos cuando se volvían rojos, sus colmillos afilados, sus mejillas coloradas, la forma atrevida en la que actuaba, la manera tímida en la que a veces se seguía comportando, su suave y blanca piel, sus rosados labios, su voz, su modo de caminar, como comía, como dormía, como se levantaba malhumorado si despertaba con sueño, su risa, la forma en la que me provocaba, incluso los pequeños berrinches que hacía cuando le dejaba de dar mimos me encantaban. Todo de Dylan me gustaba, todo lo que tuviera que ver con él me hacía sentir bien, muy feliz y cálido.

Algunas cosas se habían vuelto muy común entre Dylan yo yo.

Una de ellas, era el estar juntos casi en todo momento (por obvias razones nos separábamos cuando uno tenía que ir al baño). Quizá estábamos siempre tan juntos que parecíamos chicles pegados.

A Dylan no le molestaba y a mí menos.

Amaba estar recostado abrazando a mi jefe y acariciándolo mientras veíamos algo en la tele o simplemente permanecíamos en silencio. También amaba estar junto a él en la oficina besándonos o haciendo otras cosas siendo cuidadoso para que su asistente no se enterara de lo que sucedía dentro de la oficina.

Mis horas de comida, mis días y mis noches ya no eran solitarias porque Dylan siempre estaba ahí para acompañarlas.

Exactamente medio año ya se había cumplido desde nuestro primer encuentro. No sabía a quién agradecerle por juntar nuestros caminos, pera a quien se le tuviera que dar las gracias, se las daba. Nada en el mundo me hacía más feliz que estar junto a la persona que hacía acelerar mi corazón.

—¿Te gustan los colores oscuros? —le pregunté a Dylan mientras besaba suavemente su cuello—. Tu casa tiene colores oscuros.

Me gustaba tenerlo sentado en mis piernas, abrazarlo por la espalda y besar su cuello mientras él veía la película y yo observaba como sus mejillas se ponían cada vez más rojas por lo que yo hacía.

—Sí, me gustan, —respondió acariciando mis manos-, además de que es algo común entre los vampiros tener colores oscuros en nuestras casas. Mm... Es como algo que se nos quedó de nuestros antepasados. Al inicio nosotros solo podíamos estar en la oscuridad, pero nuestra especie fue cambiando cuando los vampiros comenzaron a compartir sangre humana y ya no solo de vampiro. Al mezclarse nuestros genes con los suyos muchas cosas se modificaron y ahora la mayoría de nosotros podemos sin problemas estar en la luz del sol. El color oscuro de nuestras casas nos hace sentir en calma, es por eso que nuestras casas se ven así.

—Es muy interesante... No había imaginado para nada ese significado de los colores en tu casa —abracé con fuerza a Dylan—. Me encanta saber más de ti.

—¿En serio?. ¿No crees que soy aburrido? ¿No te cansas de escucharme? —Dylan giró su cabeza hacia mí.

—¿Cómo podrías ser tú alguien aburrido?. Hay muchas cosas que quiero saber de ti y no, no me canso de escucharte. Me gusta conocerte y por si te queda alguna duda te lo digo; nunca me cansaría de tí.

Dylan sonrió, se puso de pie y volvió a sentarse en mis piernas pero ahora frente a mí.

—Yo también quiero saber muchas cosas de ti para conocerte.

—Dime que quieres saber y te lo digo —levanté mi mano hacia su cabello y lo acaricié.

—¿Qué es lo que más te gusta?

—Estar contigo —dije sonriéndole.

No había verdad más cierta que esa, yo adoraba estar con él.

Los ojos de Dylan brillaron y su cara se llenó de alegría.

—¡A mí también me gusta mucho estar contigo!

Mi corazón latió queriéndose salir de mi pecho. Este hombre era...

—¿Puedo hacerte otra pregunta además de esta?

—Puedes hacerme las preguntas que tu quieras.

Dylan besó mi mejilla.

—¿Quién es tu familia?

—Oh... No tengo padres ni familia... Crecí en un orfanato.

Los ojos de Dylan se cristalizaron.

—¿De verdad? —preguntó con voz queda.

—Sí, pero tranquilo —coloqué las palmas de mis manos sobre las mejillas de Dylan. Ver su carita llena de aflicción no me gustaba.

—No sé... Me hizo sentir triste el saberlo...

—Estoy bien... No pasa nada.

—Darío —dijo Dylan aún con su carita llena de tristeza.

—Dime —contesté acariciando sus mejillas.

—¿Puedo ser tu familia...?

Un sentimiento que nunca antes había experimentado invadió mi corazón por completo. Este vampiro me había enamorado...

♡♡♡♡♡

Pacto De Sangre [BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora