Freya desde que entró a Hogwarts supo lo duro que puede ser ser hija de mortifagos, malos tratos por parte de algunos compañeros, se supone que debería sentirse orgullosa, pero no es así
Pertenecer a Slytherin no la salvaba de nada, era conocida com...
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Freya dormía en su cama tranquilamente, a su lado estaba su gato Willy haciendo lo mismo, era primero de septiembre lo cual significaba regresar a Hogwarts, iniciaría su tercer año, era emocionante, desde su primer año lo sintió como un hogar a pesar de su reputación
En tan solo dos años había salvado el colegio en compañía de Harry Potter, Ron Weasley y Hermione Granger, sus amigos de Gryffindor, ser amiga del azabache era todo un lío, pues siempre estaba involucrada en algo, de igual manera lo apreciaba
Pero en su corazón siempre serán sus amigas Slytherin, Effy y Astoria siempre estuvieron desde el día uno, se llevaron bien y rápidamente formaron una gran amistad, las tres compartían su mismo pensamiento y lo más importante no juzgaban a Freya por su familia, ya que los padres de esta eran fieles a Lord Voldemort
Durante todo el verano solo una cosa rondaba en la cabeza de la oji azul, como le declaró su amor a su compañero de casa Theodore Nott, ahora en el presente se sentía estúpida, no solo porque la rechazo sino porque sabía lo que le esperaba de regreso en Hogwarts, burlas de parte de él y su grupo de amigos
Lo soportaría... ¿No?
Christopher golpeó un par de veces la puerta de la habitación sin obtener ninguna respuesta, volvió a golpear pero esta vez la abrió lentamente, su mirada fue a la cama que estaba en medio de la habitación notando como su pequeña hermana dormía pacíficamente
Sonrió acercándose a ella
—Freya... despierta—susurró quitando un poco de cabello de su cara—Ya es hora y el desayuno esta listo
Solo obtuvo algunos gruñidos de parte de ella negando levemente y dándole la vuelta ignorando a Christopher, él puso los ojos en blanco tomando una almohada del suelo
—¡Ya es hora, niña!—dijo en voz alta lanzandole la almohada en la cara, Freya se sentó en la cama algo asustada pues seguía adormilada, rodó los ojos cuando escuchó la risa de su hermano
Le lanzó la misma almohada pero él la logró esquivar
—Es muy temprano—murmuró la castaña acariciando levemente a Willy para mirar a su hermano que seguía con una sonrisa divertida
—Son las ocho de la mañana... tienes que desayunar antes de irnos
—¡Es temprano!
—Es tu culpa, Freya... todo el verano te levantabas a las dos de la tarde
—Eran vacaciones—respondió la chica con obviedad tomando un pedazo de chocolate que estaba en su mesita de noche más no lo comió cuando vio la cara de su hermano de desaprobación—Es para despertar...
