Era una estancia lúgubre. La escasa luz que se filtraba por las tres ventanas estratégicamente posicionadas una a cada lado del escritorio y una detrás era opacada y coloreada por unas cortinas rojo sangre, tan suaves como las butacas de terciopelo vinotinto que rodeaban dos mesas de caoba pulida, una a cada lado de la cuadrada habitación. Las paredes, el techo y el piso estaban hechos completamente de ladrillos de piedra negra, siendo este último cubierto por una alfombra negra (bastante fea) bordada con diseños de fuego, espadas, calaveras y más símbolos. Detrás del escritorio, también hecho de caoba pulida, había una enorme silla bastante parecida a un trono negro decorado con joyas.
Alguien entró con tranquilidad a la estancia, cerrando la puerta negra con suavidad y sentándose en la silla. A continuación, tomó el teléfono fijo y marcó un número; de inmediato, una voz tranquila respondió:
¿Buenas tardes? ¿Con quién hablo? —
— Star, ¿ya fueron a recibir el “paquete”?
Ah, es usted... Cap va a ir a su oficina, jefe. Dice que quiere hablar con usted sobre algo importante —
— Entonces lo esperaré. Gracias.
Colgó el teléfono. ¿Así que Capitán Gato pensaba que había algo más importante que su orden? Fuera lo que fuese, nada podía ser más importante que capturar a alguien del otro bando, y se lo haría saber.
Esperó, y esperó. En algún punto se aburrió y se puso a leer un periódico titulado: «Los del Fuego Atacan de Nuevo: La Calle y sus Peligros». En éste hablaban sobre la mafia, y todos los peligros que conllevaba hablar con desconocidos en la calle, y eso le causó gracia. Además, en la sección de deportes mencionaban la reciente victoria del equipo nacional en los mundiales.
Cuando estaba leyendo los nuevos anuncios de tostadoras eléctricas, sonaron golpes constantes en la puerta negra.— Adelante —le indicó a quienquiera que estuviese llamando, aunque ya tenía idea de quién podía ser.
— J-jefe... Lamento la demora, tuve que...
Cayó al recién llegado con un gesto de la mano. Era un joven de cabello castaño, llevaba puesto un gorrito morado encima de un par de orejas de gato marrones, que se movían con nerviosismo.
— No quiero oír excusas. ¿Cuál era ese asunto tan importante del que querías hablarme?
El mitad-gato se rascó la oreja izquierda antes de empezar a hablar, tartamudeando.
— Yo... Eh...
— ¿Por qué no te sientas? —le ofreció, amable, pero aún con ese tono grave y ronco propio de su voz.
— Yo... ¿Qué...?
— Ven, siéntate —repitió, y se levantó de su silla para acercarse a la mesa derecha y mover dos butacas. Tomó asiento en la primera, y su acompañante dudó un poco antes de también hacerlo en la segunda.
— Ahora sí, continúa.
Capitán Gato se aclaró la garganta, y pasó su lengua por sus labios para humectarlos.
— Eh... No... No quiero matar a SinSonido, jefe. Él y yo... Fuimos grandes amigos, hace ya varios años...
— Ah, las amistades... —soltó una pequeña risa— Yo mismo llegué a ser amigo de Nova, en la universidad. Éramos inseparables, hasta que me traicionó. Las traiciones se pagan caro, Gato. Si SinSonido está del lado de la Papa, ya no puede ser llamado tu amigo.
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Ilegal (NSMP AU?) (¿¿¿Magllo???)
Fanfiction¿Qué pasaría si el jefe de una mafia secuestrara a Fallo? Cosas, muchas cosas. Advertencia: lenguaje soez, temas delicados. (No se busca ofender o incomodar con este contenido, favor de tomarse como entretenimiento)