3

282 41 8
                                    

Llevábamos ya días conociéndonos pero parecía una eternidad, disfrutaba cada momento que pasaba al lado de Edgar, me hacía sentir muy bien, era mi dosis diaria de serotonina.

Siempre suelo escribir en mi diario cuando vuelvo de la escuela, nunca nadie lo ha leído... Creo que hoy fue un día suficientemente agobiante como para anotarlo.

Querido Diario

Creo que apenas concluimos el primer mes de clases y ya se ponen más pesadas las actividades escolares. Proyectos, exposiciones, tareas... Detesto esta época, no tengo tiempo ni de respirar.

Los maestros no dan ni un minuto de respiro y no es como si los compañeros siguieran la instrucción. Cada quien giraba a su ritmo, ignorando los señalamientos de velocidad máxima... ¿ Por qué no lo entienden? Si giran rápido no sabrán dónde está la vuelta...

Las personas son seres bobos, en especial mis compañeros. No los entiendo, sus acciones van fuera de toda mi lógica, parecen niños. Gritan y juegan en lugar de hacer lo que la clase establece... Incluso sus comentarios son hirientes... ¿Es causa de risa tener depresión? ¿Porqué juegan con ese tipo de cosas? Luego van y dicen "Ranpo, ¿Porqué le dices a los maestros?" ¿No era que debíamos informar a los maestros cualquier sensación extraña? Siempre dicen que debes decirle a los maestros si alguien no te hace sentir cómodo y ellos buscan soluciones... ¿Ellos nunca se acercan a un profesor a hablar? No entiendo... Parece tan sencillo para ellos seguir en contra de las reglas... Yo no puedo, ¿No sienten esa limitante?

A veces quiero comprenderlos... Parecen disfrutar mucho del simple hecho de existir... Quisiera hacerlo también, pero siguiendo las reglas, ¿Habrá una forma?

Siento que te agobio mucho, Diario... No deberías preocuparte por mis cosas... Yo solito puedo buscar respuestas... Creo que ya ha sido todo... ¡Hasta luego!

Con amor, un Alien :)

— Ranpo, papá dice que bajes a cenar — Escucho la voz de Elise a través de la puerta.

— Ahí bajo, dame un minuto. — Cierro mi diario mientras escucho la voz de mi hermanita contando el minuto.

— dieciséis, diecisiete... Oh, llegaste rápido, vamos, no se vaya a enfriar la comida. — Dice Elise, tomando mi mano mientras bajamos las escaleras.

Ella lograba hacerme sentir bien tras todo lo escrito, agradezco tenerla como hermana.

Cómo amar a un autista. [Ranpoe Au]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora