Jungkook se levantaba con el sol, alrededor de las 06:00 AM, en el instante en que el cielo adoptaba una paleta melancólica de azules, y el silencio tejía su manto sobre la ciudad. Aunque contaba con una alarma para asegurar su temprana rutina, le costaba adaptarse. Durante sus estudios, prescindía del desayuno y se levantaba apenas 15 minutos antes de que sonara el timbre para entrar a clases, ahora no podía hacer eso.
No se habituaba al vacío de su habitación, a esa simplicidad minimalista que le irritaba la piel. Su confort solía residir en el desorden dentro de la armonía, en los colores vibrantes, en los libros apilados en las esquinas, en las fotografías adornando las paredes y la ropa reposando en su silla.
Se vio obligado a levantarse en cuanto sonó la alarma, se sentó en la cama y se fregó los ojos, tratando de ahuyentar cualquier rastro de sueño persistente.
La carta que Jimin le envió reposaba con delicadeza sobre la mesita de noche de Jungkook, iluminando sutilmente la monotonía de su habitación. Había llegado el día anterior, y al recibirla, Jungkook se vio obligado a refugiarse en el baño, donde unos segundos de lágrimas le proporcionaron la tan ansiada tranquilidad. Había temido que Jimin lo abandonara por completo, y ese alivio era palpable.
Con calma, se levantó y se encaminó descalzo hacia el diminuto baño que se encontraba adyacente a su habitación. Allí, llevó a cabo su rutina matutina: se duchó, cepilló los dientes y peinó su cabello con rapidez.
Por las mañanas, entre las 7:00 AM y las 8:00 AM, participaba en un desayuno saludable en el centro de rehabilitación, donde se esperaba que interactuara con otros internos. Sin embargo, todavía no se sentía cómodo y no lograba entablar conversaciones, ni siquiera sobre el clima.
El salón de comedor se extendía generosamente, y Jungkook eligió un rincón estratégico para disfrutar de la tranquilidad, aunque de vez en cuando un chico se aproximaba con preguntas que apenas respondía. Esa mañana, el desayuno consistía en yogur con arándanos, acompañado de una suave melodía de fondo, mientras el murmullo constante de las conversaciones entre los demás internos llenaba el ambiente.
— ¿De nuevo estás solo? — El chico se sentó frente a él. Era evidente que provenía de Rusia; respondía al nombre de Daniil, y su cabello, casi blanco por lo rubio, contrastaba con unos penetrantes ojos verdes. Similar a Jungkook, portaba diversas cicatrices en su rostro, un tema que evitaba en las conversaciones grupales.
— Sí.
— Bueno, ya no estás solo entonces. — Sonrió de medio lado —. De hecho, te quería hablar porque tengo una tarjeta postal de acá, me la mandó mi hermano, dijo que le enviara una bonita carta para navidad, pero que se vaya al infierno. — Rio de forma bromista, siempre soltaba comentarios así sobre su hermano, pero era su manera cariñosa de bromear, insultando con ternura, algo peculiar —. Y como vi que te hizo ilusión la carta que te llegó ayer, te la puedo regalar, de verdad es una bonita tarjeta postal, a quien sea le gustará, bueno, menos a mí.
— Ah… no lo sé.
— Venga, te la voy a dar porque sé que te vas a negar.
Jungkook se encogió de hombros, mirándolo de reojo. En ocasiones, le sorprendía el rostro de Daniil, que poseía una mezcla única de rasgos que podían parecer tanto femeninos como masculinos. Daniil realmente lucía como un chico listo para una sesión de moda, lo cual contrastaba con la realidad de encontrarse en un centro de rehabilitación, marcado por tantas cicatrices.
A pesar de todo, y aunque Daniil era molesto, Jungkook encontraba consuelo en la idea de tener a alguien como él en el centro. Aunque no intercambiaban palabras en las sesiones grupales y participaban poco en las actividades diarias, ambos compartían un camino hacia la curación, y eso les brindaba seguridad.
— ¿Qué viene después del desayuno? — Preguntó Daniil arrugando la nariz mientras pensaba en ello.
— Terapia grupal.
— ¡Demonios! Van a volver a preguntarnos si queremos hablar y la señora Martínez volverá a llorar por su esposo que la dejó por una chica veinte años más joven.
Jungkook asintió con gesto de desaprobación. Aunque siempre fue curioso y disfrutaba escuchando sobre las vidas de los demás, no soportaba repetir los mismos dramas una y otra vez. Aunque los respetaba, simplemente no estaba acostumbrado al sentimentalismo.
— ¿No vas a hablar? — Le preguntó a Daniil.
— No, no puedo, no todavía, ¿y tú?
— Tampoco.
Los dos asintieron, continuando con su desayuno en silencio. Lo único que Jungkook podía pensar, era en la siguiente carta que le escribiría a Jimin.
〜♡
Nota: Holensss mi gente bella y saludos especiales a mis seguidores que siempre votan ❤️ aquí otro pedacito de la vida de jk en el centro de rehabilitación. La próxima será su carta a Jimin. Oye qué loco que bastantes no sepan que la historia sigue acá, tienen que leer las notas, ahí les pillo ah jdjdjd los que leen las notas y los que no. Pero bueno, nada que hacerle. Abajo dejaré la pregunta y una foto de Daniil que aunque está en mi guía de personajes, lo dejaré de nuevo por si las moscas.
¿Les ha gustado alguien por Internet?
Yo no, es que es difícil que alguien me guste la verdad, y hay alguien que me gusta, pero no es de Internet chanchanchaaan jdjdjd. Aunque igual se entiende que algunas personas generen sentimientos por alguien de redes sociales, por eso igual es medio peligroso todo. Carlitos fuerans.
ଘ(❁•̀ 3 •́)━☆*✲⋆ Daniil.
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STARMAN 星 KOOKMIN
FanfictionJungkook y Jimin, una vez cercanos, se comunicaban mediante notas hasta que Jungkook, enfrentando desafíos personales, se interna en un centro de rehabilitación psiquiátrica. La separación física los priva de encuentros, pero Jimin persiste enviándo...