Capítulo Dos: Pesadillas.

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Solté un quejido al golpear la cabeza contra el cristal de la ventanilla del auto.

—Lo siento— Se disculpó Bennie al volante.

—¿Estás bien?— Preguntó Rafael, mirándome por el retrovisor desde el asiento del copiloto.

—Si, tranquilos.

—¿Quieres qué nos detengamos por algo de comer? Aún no has desayunado.

—No tengo hambre— Me negué apartando la mirada.

Alimentarme siempre ha sido un desafío, desde que tengo memoria jamás he disfrutado la acción que conlleva porque nunca nada resulta apetecible; he dormido poco menos de nueve horas en la semana y aunque se me ha presentando la oportunidad de descansar, las pesadillas lo impiden. Estoy hecho un lío pero aún así le prometí a Alan asistir a la prueba de los trajes de boda, después de todo es mí responsabilidad como padrino.

Desde el último encuentro con Dixon mí situación ha empeorado. Esa mañana terminé nuevamente en el hospital, desperté seis horas después encontrando a una Gia de ojos llorosos; resultó ser nuevamente un ataque de pánico, pero Dixon ordenó que me mantuvieran en observación por el resto del día antes de irse aún sabiendo que podía fácilmente ir a descansar a casa.

Lloré sin parar luego de que mi hermana se quedará dormida esa noche, maldiciéndome por preocuparla y ser ese obstáculo que le impide encontrar la felicidad por completo. Desde que llegué a este mundo he sido la piedra en su zapato, un ser sin rumbo, totalmente destruído que arruina su existencia. Gia no merece un hermano como yo y aunque duela tristemente es mi realidad, solo sirvo para causarle desgracias y esa verdad me hace aborrecer mis entrañas como un desgraciado; las heridas en mis manos ya ni siquiera molestan, mientras las limpiaban y cubrían con vendas, yo solo podía pensar en que merezco más que eso.

No eres nada

Eres un error.

Me recordó esa voz en mi cabeza, haciéndome saber mi lugar.

¿Siempre fuí tan malo?

—¿Dax?— Me llamó Rafael con la puerta del auto abierta.

¿Cuándo nos detuvimos?

—¿Qué?— Respondí desorientado.

—Hemos llegado— Informó con preocupación.

Tomé rápidamente el teléfono del asiento, acomodando las gafas y la gorra para evitar ser reconocido, Bennie junto a Rafael me acompañaron hasta la entrada del edificio alertas ante cualquier inconveniente.

Debido a que es un asunto privado del que desconocen los medios, solo ellos han vendido conmigo.

—Buenos días, ¿En qué puedo ayudarles?— Preguntó de inmediato la chica en el mostrador al cruzar las puertas.

—Buenos días— Concedió Rafael amablemente— estamos aquí por la reserva del señor Morris.

Los ojos de la chica inmediatamente estuvieron sobre mí, por lo que me removí incómodo deseando que no volviera el encuentro una pesadilla.

—Esperen un momento— Compartió apartando la vista para levantar el teléfono y llevarlo contra su oreja— los invitados VIP están aquí— Dicho eso colgó.

»Es un placer que nos visite señor Ash, espero que disfrute de nuestras instalaciones.

Me tense e inmediatamente Bennie se poso frente a mí protectoramente.

—Disculpe sí le disgustaron mis palabras— Expresó la mujer con rapidez— nuestros empleados firman un contrato de confidencialidad debido a las constantes reservas de clientes importantes, por lo que no debe preocuparse, nadie lo molestará y de ser así no dude en notificarlo.

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