¿liberación?

5 0 0
                                    

Pasó el tiempo.

     ¡Oh! Ya son muchachas. ¡Unas bonitas muchachas!
Que preciosa es el aura que desprende Berenices; sus cabellos dorados, ojos mar , blanco rostro y cuerpo bien formado hacen de ella una de las chicas más lindas de su pueblo.

     Su hermano, o mejor dicho : su hermano gemelo falso, Lucas, no se quedaba atrás, un joven alto de cabellos largos de un color castaño claro (tono recién tomado en la adolescencia) , tez blanca y porte elegante que no en vano era considerado uno de los mejores partidos de esa región.
Berenices se preocupaba mucho por su Físico, por cuál color le asentaba mejor, que tipo de peinado llevar, si ponerce o no collar, pero pese a ello tenía un gran corazón; ayudaba sin excusas a cualquiera que necesitara ayuda.

      Lucas se preocupaba más por la caza, era muy bueno utilizando el arco, él y su padre salían de caza cada semana para traer deliciosas carnes para la cena. Apreciaba mucho a su familia, al igual que Berenices.

   Como era de esperarse de estos dos bellos jóvenes, no tardaron mucho en aparecerles decenas de pretendientes, aunque ellos al no conocer amor en tales los rechazaban.

      Berenices vivía locamente enamorada del príncipe de ese reino, principe alto, trigueño de ojos claros y aclamado por todas las bellas jóvenes de la región; sin embargo, él no pareciese preocuparse por el amor, no mostraba emociones similares por alguien , solo la compasión, la lastima y el respeto los cuales eran los que aveses confundían a las doncellas. Lucas, similar al príncipe rechazaba a las jóvenes, pues en su corazón solo existía espacio para dos mujeres, su madre y su "hermana" a las cuales él apreciaba y quería como a la misma vida.

         Algo lejos de ahí, en lo alto de un valle, en una vieja e inmensa casa similar a una mansión vivía ella, ni más ni menos que la preciosa Sarada. Sus manos y piel tan suaves como el algodón, rostro tan pálido como La nieve, debido al poco contacto obtenido por el sol, cabello castaño y largo el cual mantenía recojido con un listón negro y ojos claros.
    Llevaba un vestido azul fuerte (vestido usado en esa época por la realeza cristiana)
   Se encontraba sentada en un gran salón mientras leía atentamente un libro de filosofía. Aquella jóven cautiva, sin conocer más que el paisaje desierto que se tendía rodeando el valle, no podría conocer de la vida más que lo que leía.
      Su tía era demaciado mayor, se encontraba enferma y postrada en una cama, no duraría mucho tiempo:

   
    «La pobre Sarada ¡Oh, pobre niña! No ha conocido la verdadera vida y ya no he de poder mostrársela, poco queda de mi vida, mis piernas ya no han de caminar, pronto moriré y no podré seguir cuidando de ella »

Pensaba aturdida la vieja anciana*

  «¿Qué será de tu hija, mi pobre hermano?»

Entonces la tía llamó a Sarada :

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Feb 02 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Prima viață (Primera Vida) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora