Min Yoon-gi, inspector de la Policía Metropolitana de Seúl, busca desarticular un grupo delictivo, hasta que conoce al dulce e inteligente Park Jimin, pareja de la persona encargada de estas acciones y dueño del prostíbulo más lujoso de Seúl; Sky Be...
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Jimin ablandó su rostro cuando observó al oficial semidesnudo con una toalla en su cintura. Sus mejillas se llenaron de color. Había olvidado que iba acompañado.
-¿Lo conoces?- preguntó Jungkook.
-Un cliente.
Saludó a lo lejos a Yoongi, mientras pasaban a su lado. El pelinegro no regresó el saludo, quedó estoico, deseando tener al menos algo encima de su torso.
-¿Es el oficial?
-No, es un cliente.
Para su suerte, a Jungkook no le interesaba conocer a cada persona que pisaba el lugar, no sabía el nombre del oficial que estaba investigando el club, y tampoco conocía su rostro, por lo que fue fácil creerle.
Ambos continuaron su ruta al tercer piso.
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Jimin tomó asiento, acomodó su cabello. Llevaba un kimono azul marino con rosas blancas. Jungkook tomó sus manos y las colocó encima del escritorio.
-¡¿Qué mierda sucede contigo?!
Empujó ambas manos y cayeron encima de las piernas de Jimin.
-Él sabía desde el inicio lo que acepto y lo que no.
Tenía los nudillos rojos con pinceladas de sangre.
-No porque seamos cercanos tienes derecho a golpear a los clientes que no te agradan.
-Yo acepté trabajar cuando esto era un cabaret, no un burdel. No soy un pedazo de carne con el que se acuestan cuando quieran.
-No es de mi interés lo que quieras, o lo que haya sido este lugar. Si tanto detestas estar aquí, debiste largarte desde un inicio.
-Puedes seguir enviado policías para que me busquen arrestar, o clientes asquerosos, pero no me voy a mover. No te voy a dejar el lugar.
Jungkook se acercó y tomó con su mano la mandíbula de Jimin, lo acercó a sus labios, sonrió y empujó su rostro lejos del suyo.
-Haz lo que quieras, lo nuestro terminó hace mucho para que me importe lo que haces con tu vida.
