"Perdóname"

236 11 3
                                    

La casa estaba en silencio cuando entró. Que curiosa era la vida, unas horas antes había estado en una casa humilde, pequeña, pero rebosante de alegría y de mucho calor de hogar.
Y se alegraba, ¿cómo no? si su hija, su pequeña Atenas pronto haría parte de esa familia que tenía mucho cariño para brindar. Al pensar en Atenas se sonrió. Seguramente su hija tendría que adaptarse a algunas cosas, pero sabría apreciar esa unión familiar que tanto había hecho falta en su casa.


Con esa certeza, se dirigió a la biblioteca, para servirse una copa de vino y poder pensar. Tenía mucho que pensar. La conversación de esa mañana todavía no salía de su mente.

Mientras esperaba a que le trajeran el vino decidió poner un poco de música, esa que tanto le gustaba, para no sentir tanto el silencio. 

Luego, cuando tomó el primer trago de la copa, regresó a ese momento que había estado presente todo el día.


✿︶︶︶︶︶︶︶︶︶︶︶︶✿
*Unas horas antes*

—Perdóname— le dijo.


Ella no podía creer lo que estaba escuchando. Hacía tanto tiempo que lo esperaba, que hasta la tomó por sorpresa. En ese momento sólo pudo sonreírle, no sabía si podría hablar de la emoción que la recorrió. Y él, qué todavía tenía su mano entre la suya, lo notó.

 
Tomando valor, continuó.
— Una vez me dijiste que quizás tendrías un minuto para mí. Para perdonarme, y espero que todavía sea así. Andrea, he sido el tonto más tonto de todos. Mi orgullo me cegó. Hace 20 años, debí escucharte, debí creer más en nuestro compromiso pero me llené de rabia, al pensar que sí tú eras culpable, mi vida; nuestra vida y la de nuestros hijos se había acabado. Que todo eso lo habías puesto en peligro. Y creí más en lo que la justicia determinó que en tus palabras. Por eso, me convencí, que lo mejor era que nuestros hijos estuvieran lejos. Pero me equivoqué, Andrea. Me equivoqué tanto... Y han tenido que pasar veinte años, para darme cuenta— dijo con la voz rota.
—Gregorio, yo...—ella trató de decir algo más, pero su voz se quebró.

Él le volvió a apretar la mano y siguió.

—Éstos 20 años que han sido tan solos y duros para tí, tampoco han sido fáciles para mí. La culpa me perseguía y yo, lleno de rabia, sólo quería olvidar...lo siento tanto Andrea.

Esta vez, fue ella quién apretó su mano, mientras una lágrima bajaba por su mejilla. Había ansiado mucho tiempo oír esas palabras.
El bajó la mirada, suspiró, luego volvió a mirarla y siguió hablando.
—Tengo que decirte algo más. Es cierto que en mi vida no he sido el más juicioso, pero ¿sabes?; nunca pude llenar el vacío que representaba tu ausencia. No importó nunca con quién saliera, siempre al llegar a casa, la soledad y la culpa estaban presentes.
Tu regreso, sólo me confirmó lo que quería olvidar y nunca pude...

—¿Qué cosa?— preguntó en un hilo de voz.
Y él, con la mirada más sincera que ella hubiera visto en mucho tiempo, por fin le dijo:
—Que te quiero. Nunca dejé de hacerlo, aún cuando quise engañarme al respecto. Te quiero, Andrea. Y necesito que lo sepas.

Al terminar de hablar, Gregorio tomó sus manos que seguían unidas, y depositó un beso en la mano de ella. La verdad es que sabía que necesitaba decirle todo eso, pero también tenía mucho miedo a cómo lo iba a tomar ella.

Para ella, fue cómo si el tiempo se suspendiera. Desde que él empezó a hablar, se sentía como en una burbuja, donde los sonidos del exterior se adormecen y sólo la conexión de sus manos, el calor de su presencia, su voz y sus ojos eran visibles para ella.

"Te quiero, nunca dejé de hacerlo...lo siento...perdóname"

Esas palabras se repetían en su mente, y su corazón latía a toda velocidad. Había esperado por ese momento, aún cuándo ella misma no lo había reconocido; pero ahora qué había llegado, se sentía nerviosa, emocionada y no sabía cómo reaccionar.

— Gregorio– dijo en un susurro— yo...

Y en ese momento, justo entonces, entró Alberto diciendo:
— Señor, lo llaman por teléfono de la oficina de Nueva York. Dicen que es urgente.

Tanto Gregorio como Andrea se sobresaltaron y lo miraron.
Ella reaccionó primero diciéndole — Ve Gregorio, podemos seguir hablando más tarde.
— Pero Andrea, puedo...— trató de decir, pero ella lo interrumpió.
— dicen que es importante. Ve, tranquilo.

Sus miradas se conectaron y él entendió que ella necesitaba un momento. Así que Gregorio se levantó, le dió un beso en la frente y salió.

 Así que Gregorio se levantó, le dió un beso en la frente y salió

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

✿︶︶︶︶︶︶︶︶︶︶︶︶✿

Y ahora, allí estaba. Con una copa de vino, contemplando el día qué pasó...esperando.

Esperándola a ella, como últimamente.

Se sonrió al darse cuenta, que aún si tenía que esperarla el resto de la vida...sería feliz haciéndolo.

—¿Gregorio?

Su voz, dulce y curiosa, lo sacó de sus pensamientos: Y al girarse la vió y entendió que la espera había terminado.

Su voz, dulce y curiosa, lo sacó de sus pensamientos: Y al girarse la vió y entendió que la espera había terminado

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El PorvenirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora