La familia

84 16 0
                                    


—Chaeng —escuché la suave voz de Mina llamar mi nombre, no estaba profundamente dormida, así que bastó un llamado para que despertara, pero no quise abrir los ojos—. Chaeng —repitió.

Sentí a través de mis párpados que Mina había encendido la luz, probablemente ya había oscurecido. Mina se puso de pie, la escuché, y la luz que pasaba por la delgada piel de mis párpados fue ensombrecida por ella. Puso su mano sobre mi hombro y me sacudió con cuidado. Decidí que era hora de abrir los ojos.

—Te quedaste dormida —dijo sonriente, estaba de pie, pero levemente inclinada sobre mí.

Quise rodear su cuello con mis brazos y hacerla caer encima mío.

OTRA VEZ.

¡FUERA, ESTÚPIDOS PENSAMIENTOS!

—Perdón, tu cama es muy cómoda —reí, avergonzada.

—¿Vamos? —se movió de donde estaba, dejando que la luz me cegara.

Asentí con la cabeza, me puse mis zapatos con torpeza y me puse la chamarra que me había quitado antes de acostarme. Caminamos escaleras abajo, Mina metió las notas en las cajas, las sellamos con cinta y las levantamos. Dos cada una, para poder llevarlas al auto.

—¡Nos vamos, mamá! —exclamó Mina, abriendo la puerta.

—¡Chaeyoung, ven otra vez y quédate a comer! —exclamó su madre, apareciendo por la puerta de la cocina.

—Muchas gracias, la próxima vez me quedaré —le sonreí—. Fue un gusto, señora Myoui —seguí a Mina, que salió.

No demoramos más de diez minutos en llegar de vuelta a dejar los paquetes a la empresa de envíos. Pesamos y medimos la primera caja, y Mina escribió la dirección en la pantalla del autoservicio.

—Oh... —dijo cuando apareció el precio de envío— No sabía que costaría tanto —dijo con pena.

—Es que este lugar queda muy lejos —dije, mirando la etiqueta del paquete—. Veamos cuánto cuestan los demás —propuse.

Había tres cajas que costaban bastante, eran envíos a lugares muy lejanos. Sólo una era a más o menos cercana a la ciudad.

—Creo que enviaré este —tomó el más barato—, porque los demás no llegarán a tiempo de todas maneras y puedo preguntar el martes si aun puedo enviarlos gratis.

—¿El martes? —cuestioné.

—Mañana es domingo y el lunes es feriado —contestó y suspiró.

—Eh... pero... Mina... —no sabía si decírselo.

—¿Qué pasa? —preguntó mientras ponía la caja nuevamente sobre la pesa.

—Tampoco creo que esta caja llegue antes de noche buena, porque en esta fecha las empresas de envío están saturadas y suelen demorar mas de un día, incluso en la misma ciudad.

Puchereó y dejó caer sus hombros.

—Tienes razón, mejor los llevo todos el martes —dijo desganada.

Me hubiese encantado tener dinero para ayudarla a pagar los envíos de una vez.

—Vamos, te iré a dejar a casa —tomé dos cajas y caminé hacia el auto, ella me siguió cabizbaja.

Fui a dejarla a su casa, me agradeció sinceramente y se metió a su casa con tristeza.

No podía ayudarla más. Hicimos todo lo posible, esperaba que Mina no se mantuviera desanimada mucho tiempo, porque seguramente le pesaba la culpa por hacer las cosas a última hora.

Te tengo un regalo (Michaeng)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora