Continuamos con el maratón <3
Después de lo que había pasado (la revelación de su verdadero rostro) tanto Hong Cha Young como el señor Nam le dieron miradas indiscretas toda la noche, la única vez en esa noche que no fue mirado con sospecha y confusión fue cuando se encargaron de asustar a Choi Myung Hee con el camión frente a la lavandería que solía frecuentar.
Era de mañana y los tres estaban en Jipuragi cuando Hong Cha Young tuvo el valor de cuestionar lo que había pasado la noche anterior.
—¡¿Por qué no nos dijiste que podías hacer eso?! —Le cuestionó la abogada Hong con un dedo acusatorio. —¿Usaste algún truco? ¡Es imposible que esa cara fuese de verdad!
El señor Nam le dio un golpe a la mujer en la espalda pidiéndole que se callara y no hiciera enojar al Diablo, Cha Young se rió y puso sus manos en sus caderas.
—¿Crees que es en verdad 'El Diablo'? ¡Vamos señor Nam! ¡Es imposible!
—¡A mí me parece muy real! —se quejó el hombre cruzándose de brazos, ni todo el maquillaje de efectos especiales podría lograr que un rostro se viera así y menos sin ningún tipo de edición. —¡¿Qué no viste cómo de la nada su rostro se transformó?!
—¡Lo ví! Pero eso no quiere decir que sea de verdad, debe ser un truco. ¡Un truco! —Cha Young se paró frente a Vincenzo con la cabeza en alto. —¡Haz el truco de nuevo! —ordenó mientras le pellizcaba las mejillas y la nariz, tanteando el rostro para ver si había alguna máscara oculta o algo. —¡Vamos, hazlo!
Vincenzo, irritado, apartó las manos de la abogada de un manotazo haciendo que esta cayera de un sentón en la silla que estaba detrás de ella.
—¡Ey! —se quejó, Vincenzo la ignoró a favor de irse a su apartamento. —¡Oye, no me ignores! ¡Dime cómo hiciste eso!
—¡Cha Young, deja de molestarlo! ¡Por favor! —suplicó el señor Nam poniéndose casi de rodillas. —¡Por favor, no lo molestes!
—¡Pero-!
—¡Por favor!
Cha Young se cruzó de brazos con la cara arrugada. —¡Bien! Ya no voy a molestarlo, por hoy.
El señor Nam festejó con un grito de alegría, al menos eso era algo, no quería enojar más al hombre que en realidad era el mismísimo Lucifer.
—¿Y sí ya no quiere ayudarnos? ¿Por qué tenías que hacerlo enojar? —se quejó sacudiendo a la abogada por los hombros, ¿Quién sabe si seguiría ayudándoles contra Babel? ¡No podrían contra una corporación sin la ayuda del mismísimo diablo!
—¡Ya, señor Nam! ¡Me voy a marear! Lo hará porque necesita recuperar el derecho sobre La plaza, no sé por qué o para qué la quiere tanto pero ya luego lo averiguaré.