Fantasmas del Pasado I

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Se puede decir que soy una mestiza, sin detallar demasiado ya que es algo que hace tiempo que no lo acepto como una realidad en si.
Mi actual vida es común y corriente, el no destacar se ha vuelto algo tan normal que ya ni es necesario el esforzarse, la rutina es algo fijo, casi todo el año es lo mismo...salvo que algo salga mal, cosa que no siempre sucede.
La última vez que vi algo fuera de lo normal fue un caballo alado, surcando los aires como si de un paseo se tratase, y la verdad ver aquello y recordar todo lo que había pasado para llegar a donde estoy ahora, era algo bastante nostálgico.

Bien, mucho drama y mucho misterio, aclarando un poco, se podría decir a grandes rasgos que tengo un pasado bastante complicado y sin mencionar que apenas tengo 22 años y hablo como si tuviera como unos 40 años, con relación a mis años en el supuestamente único lugar seguro para la gente como yo se puede decir que fueron buenos años, aproveche a instruirme en muchos aspectos de la batalla, así como también en relación a la estrategia.
Llegué a comandar varias misiones, así también llegué a luchar contra todo tipo de adversario, sin importar el tamaño o la complejidad de la misión en algún punto encontraba la solución para acabar sin tener que obviamente acabar con mi vida.

Esta no es una historia común de cualquier semidiós, esta es mi historia y como sobreviví siendo una semidiosa en un mundo plagado de peligros y engendros que constantemente desean probar un poco de la carne de semidiós.
Dar muchos detalles de mi vida es como afirmar que soy una más del montón, hay tantos semidioses como monstruos a lo largo y ancho de este mundo.
Al salir del campamento tuve que tomar consciencia que estaría totalmente sola y obviamente es algo preocupante ya que constantemente debo estar alerta ante cualquier situación.

El día acaba como cualquier otro, y el regresar de la universidad se vuelve un poco más tedioso que tener que ir, ya que eso significaba estar sola en un departamento casi vacío, tan solo con la compañía de un felino que no hace nada más que tomar siestas y comer.
Al ver el reloj marcar las cinco de la tarde, decido ignorar el hecho de que no había comido en todo el día, y ya era muy tarde como para almorzar o tan siquiera desayunar, ya en este punto del día la idea más correcta era esperar a la cena.

El silencio era ensordecedor y realmente bastante abrumador, si me concentraba llegaba hasta escuchar el palpitar de mi corazón. Por unos instantes observo lo que había construido por tantos años de esfuerzo y sufrimiento, una paz que resultaba aburrida e incluso bastante agobiante se podría decir.
Los vecinos, acostumbrados a manifestarse con música a todo volumen, hoy estaban en silencio, lo cual era bastante curioso teniendo en cuenta que siempre recibían como si de un refugio se tratase, a un montón de universitarios conocidos.

Para ubicarlos geográficamente, vivo en una ciudad llamada Asunción, y no obviamente no vivo en Estados Unidos asi como la mayoría de los mestizos conocidos...estoy más lejos, menos posibilidad de una muerte inminente pero más posibilidad que te maten en un asalto, pero a grandes rasgos es un país bastante tranquilo, se podría decir que casi paradisíaco ya que el índice de peligro es casi nulo, bueno sin tomar en cuenta la especie más peligrosa del mundo además de los monstruos que los de mi clase está acostumbrado a tratar.
Con el tiempo, pude darme cuenta que el hombre puede ser muchoas peligroso que un simple monstruo, la desventaja está en el que ellos no se desintegran al intentar matarlos. Y mejor ni intentarlo, obviamente ya que puede terminar bastante mal no solo para uno.

Muchos dirán que me quejo por todo y que realmente no hago mucho, pero con los años de vida y la experiencia que he ganado con el pasar del tiempo algunas veces trato de pensar que me merezco ese espacio de quejas y reclamos, ya que el Olimpo no tiene una oficina de quejas y reclamos de paso para decirle a mi padre

_ Che ¿y después? ¿acaso mi vida está destinada a lo mismo? Perecer por una causa ajena o por un capricho divino.

Cuando un Dios decide tener un hijo, aquel pobre ser indefenso e inocente realmente no sabe lo que se le espera, no sabe que al ser muy pequeño o pequeña puede llegar a tener que correr por su vida, no sabe que va a tener que ir a un lugar para ser criado por extraños porque puede poner en riesgo a su propia familia o a si mismo.

_ Ay Eros, algunas veces me pregunto ¿que hubiera pasado si no hubiera decidido retirarme?

Murmuro totalmente abrumada dejándome caer sobre el sofá, casi a los pies o patas de aquel blanco animal como esperando alguna respuesta por parte de él.
Totalmente incomoda y agotada trato de distraer mi mente encendiendo la televisión aunque sea para escuchar voces de fondo, y casi al instante caigo en un sueño profundo como si lo hubiera inducido de forma espontánea.

El mismo sueño, el mismo escenario y las mismas personas de siempre. Es como si realmente aquel que controla mis sueños no tuviera más imaginación que hacerme repetir en un mismo bucle la misma horrible experiencia de todas las noches.
Imágenes al azar, el campamento tal y como lo recordaba lleno de campistas practicando o jugando entre sí, pero es una ilusión obviamente es como si se tratase de una paz falsa o simplemente la niebla tratando de ocultarme la misma tétrica visión de siempre. La distorsión llega cuando por un momento me siento en paz pensando que tal vez sería diferente este sueño, cuando todo cambia y es igual de atroz y terrible como siempre.

Casi al instante me incorporo, ya sin miedo pero obviamente alterada, aquella siesta me había tomado casi toda la tarde. Totalmente bañada en sudor y desorientada observo la hora desde mi celular, el cual obviamente marcaban las ocho y media de la noche...mas que una siesta había entrado en coma básicamente.

_ Siempre la misma mierda...pierdo toda la tarde y encima no descanso

Replico totalmente agobiada con respecto al sueño, trato de levantarme para poder continuar con mis quehaceres y aunque sea hacer mi primera comida del día.
Pero algo me distrae, un escalofrío que subió hasta la nuca me paraliza casi completamente, sentía a alguien o algo que estaba ahí y realmente era una horrible sensación, aunque sabía que no era posible...no había ocurrido nada en años ¿porque ahora?¿algo cambió?¿quién es o qué es?

Miles de preguntas invadieron mi mente, lo cual terminó por acelerar el ritmo de mi corazón llevándome como un primer impulso a tomar un arma, aquella que decidí no volver a usar. Aquella más utilizada como un adorno en conjunto con las otras que me había traído de recuerdo o como protección, y que hasta ahora muy pocas veces fui obligada a desenvainar.
No había forma de hacer frente a lo que fuera que me diese esa sensación de peligro inminente, no tenía nada más que a Eros para proteger y realmente no tenía la intención de perder su silenciosa compañía pero tampoco tenía gran ventaja para enfrentar a lo que fuese que estuviera afuera, estaba sola y no tenía idea de lo que me esperaba afuera.

Con el corazón en la boca básicamente, lentamente desenvainé la espada y para acabar con la intriga abrí rápidamente la puerta, para terminar encontrándome con la huida de un aterrado gato que se encontraba tranquilamente posado en la ventana que daba a la sala, ante ello sentí un gran alivio, al menos por un momento. Casi de forma automática dirigí la mirada hacia la calle, buscando curiosamente el auto que estaba acostumbrada a ver día tras día, que aparentemente acostumbraba a seguir mis pasos constantemente.

_ No está...

Murmuré con una leve preocupación, habrá pasado algo, le habrán ordenado dejarme en paz o realmente algo le obligó a retirarse.
Con un suspiro volví a encerrarme en la supuesta seguridad de mi hogar, digo supuesta ya que una puerta de metal fina como una tabla no iba a detener a nadie y a nada, por lo que terminaba siendo una falsa seguridad...pero que al menos me permitía dormir en las noches.
Vuelvo a posar el arma en el mismo lugar, su eterno confinamiento, con su futuro ya previsto y planteado como si de una decoración más se tratase. Y sin más preámbulos y distracciones me dispongo a cocinar, una de las pocas aficiones que realmente disfrutaba y encontraba hasta relajante.


La vida de alguien no muy importanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora