2˙3 olnʇídɐɔ

11 1 0
                                    

Sin dejar pasar aún más tiempo, di pasos hacía al frente para así apartarme del cuerpo que tenía detrás mío. Cuando giré, todo de mí se quedó paralizado, no me esperaba esto para nada.

—¿Y-Yeonnie? —fue lo único que pude emitir por todo el shock que tenía ante esta situación— ¿Eres tú?

Ella estaba de pie enfrente mío con su cabello rubio y las puntas húmedas, seguramente salió de bañarse. Sus labios estaban curvados en una perfecta sonrisa mostrando un poco de sus abultadas mejillas y sus ojos chocolate me miraban con admiración mientras brillaban.

—¿Yoo? —ella rió extrañamente— ¿Estás bien? —oír de nuevo su voz fue como una melodía para mis oídos, nunca me había sentido tan feliz de haber escuchado algo—. Claro que soy yo, ¿Por qué lo pre...?

Antes de que dijera alguna palabra más, mis brazos ya estaban alrededor de su cuerpo pegándola lo máximo posible a mí. Quería sentirla conmigo, que se uniera conmigo. La había extrañado tanto. No la quería dejar ir, nunca más, no quería cometer ese mismo error de nuevo. No quería volver a sentir esa misma maldita sensación que me quemaba por dentro cada día desde que ella se fue de mi vida. Esa sensación llamada culpa.

—Oye, Yoo, tranquila —ella rió levemente bendiciéndome con el sonido de su risa—. Me estas apretando un poco fuerte. —mencionó en un susurro haciendo aflojar mi agarre.

La miré y ella me miró igual, no sabía qué decir a lo que mis ojos me dejaban observar. No sabía qué era lo que estaba pasando, pero me gustaba demasiado.

Yeonnie esperaba a que dijera algo, pero no tenía cabeza para pensar qué decir, así que simplemente de mi boca salieron las palabras que siempre llegaban a mi mente cada vez que la veía.

—Te amo —murmuré haciendo que las mejillas de mi rubia comenzaran a sonrojarse. Nunca se había acostumbrado a eso—. Te amo, te amo, te amo, te amo, te amo, te amo, te amo, te amo, te amo... —repetía cada vez que dejaba un beso en alguna parte de su rostro. Quería demostrarle todo el amor que sentía por ella, el que no le pude dar cuando todavía estaba.

Escuché una risa infantil proveniente de ella haciendo que mis días grises comenzaran a tornarse de colores llamativos.

Al terminar de repartir besos por todo su rostro, llevé mi cara al hueco de su cuello mientras sentía como Yeonnie acariciaba mi espalda muy lentamente, haciéndome sentir una paz que pensé que no volvería a tener.

—Yo también te amo, Yoo, más de lo que puedo expresar —confesó dejando un corto beso en la coronilla de mi cabeza—. Y no sé porqué llegaste tan cariñosa, y un poco rara, pero me gusta —otra vez rió. Oh, su maldita risa perfecta—. Bueno, para serte sincera, me gusta todo de ti. —añadió, por último.

Después de otros segundos, me separé de ella sintiendo un vacío por ya no sentir su cálido cuerpo junto al mío. Cuando Yeonnie me vió, pude notar como su expresión cambiaba a una preocupada acercando sus manos a mi rostro donde limpió el rastro de lágrimas que no me había percatado que tenía.

—¿Por qué lloras? —preguntó sorprendida. Pase las yemas de mis dedos por mis mejillas comprobando lo que decía.

Fruncí un poco el ceño y mordí mi labio. Lo que estaba a punto de decir, era algo totalmente imposible, pero de alguna manera quería que este sueño durará para siempre.

—No quiero que te alejes nunca más de mí. —sollocé mientras sentía las lágrimas salir.

Yeonnie me miro sorprendida, pero eso cambió cuando sonrió de una manera comprensiva. Ella se acercó a mi rostro dejando nuestros labios a cierta distancia corta, después de que nuestras respiraciones chocarán, cerró la distancia con un beso lento y profundo.

No recordaba lo bien que podía llegar a sentirse un simple beso de ella.

—Yoo, escúchame, siempre estaré aquí a tu lado, sin importar qué, nunca te dejaré. —dijo en mis labios al separarse.

La mire con expresión triste, dándome cuenta que esas palabras estaban lejos de la realidad. Yeonnie me sonrió de nuevo, tratando de tranquilizarme y después me volvió a besar, haciendo que me diera cuenta de algo, una vez más, al estar de nuevo a su lado:

Mi mundo siempre ha sido ella.


EFECTO MARIPOSADonde viven las historias. Descúbrelo ahora