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Wonka

Desperté abrumado y miré el reloj en mi bolsillo, aún era madrugada y las calles de París estaban vacías. Otra vez me había quedado dormido en las bancas de un parque y todo por no darme el tiempo de conseguir algún hospedaje que no termine igual de catastrófico que el de la última vez. La señora fregoso me dejo un trauma.

Aunque en realidad, no es tan malo dormir al aire libre. Es gratis y además me ayuda a aclarar mis ideas. Hoy de nuevo volví a soñar con Evangeline, mi dulce y bella Evangeline que probablemente no se llame así, pero que tiene cara de que sí.

He soñado con ella desde que tengo trece y me visita en mis sueños al menos una vez a la semana. Mi madre alguna vez me dijo que era mi ángel de la guarda, pero yo la veo más bien como la chica con la que me casaria si fuese real.

Estaba pensando en ella y en el bonito brillo de sus ojos que tiene en cada uno de mis sueños, cuando de pronto, un señor alto y gruñón vestido como un maton de primera se apareció frente a mí.

-Buenas noches señor ¿se le ofrece algo? ¿Por qué esa cara larga? ¿Hay alguna ley que prohíba dormir en el parque de la cual no me haya enterado? Por qué si es así ya estaba a punto de irme...

No pude terminar de hablar por qué el señor gruñón actuó mucho más rápido que mi boca y me tomo de la camisa para levantarme de mi dulce cama temporal. Lo hizo con una agresividad a la cual yo no podía hacerle frente, pues no era para nada fuerte y solo me defendía cuando querían robarse mis chocolates. Este señor casualmente tenía cara de ser el típico malhumorado que dice que es alérgico al chocolate, así que no reaccione.

-Disculpe, y-yo ¿hice algo malo?

-¿Usted es el señor Willy Wonka? ¿El famoso chocolatero?- Asentí.

-Es más feo de lo que me dijeron.

-Pues usted agraciado tampoco es. Pero seguramente amable si... - Yo tenía la costumbre de ser imprudente  cuando estaba nervioso y también cuando no lo estaba, al parecer el señor gruñón notó mi confusión y fue directo al grano pero aun sin soltarme. De hecho, esta vez me tenía tan cerca que sentía que mis pies ya ni tocaban el suelo. -¿Por qué habla como si me conociera? No sabía que alguien en París lo hiciera. Si quiere robarme le digo de una vez que yo no tengo nada que ofrecerle, mas que mis chocolates... 

-No quiero tus dulcecitos Wonka. Vengo de parte del señor Gernod, quiere ofrecerle una propuesta. Y sii te niegas a venir conmigo tendré que llevarte a la fuerza. Supongo que no quieres verme enojado, ¿verdad muchachito?

-Yo... iré por mi voluntad señor. Pero por favor, ¿puede soltarme?

Y de repente lo improbable, y más mágico de mi madrugada, aconteció. Junto con esa brisa de viento y la luna brillando al reflejo de su castaño cabello rizado y su vestido de lino, mi dulce Evangeline salió de la oscuridad en forma de mi más preciosa salvación.

-Sueltalo Ferno. Estas asustando al señor Wonka.-

Su voz era más fuerte que en mis sueños, sus pasos mucho más decididos, y su energía mucho más elegante e ingeniosa. Sé que mis primeros pensamientos al verla en persona fueron un poco raros, pero en cuanto la vi acercarse a mí y al señor Ferno sentí como mi imaginación sufrió un desenfreno total con miles de sabores que aún no existían, miles de chocolates aún no creados y miles de colores no visibles para el ojo humano.

Ese era el poder de Evangeline, que me inspiraba solo al minuto de tenerla ante mí. Pero ahora estaba confundido... ¡Ella de verdad existía en la vida real! ¿O acaso todavía seguia soñando?

-Lo olvidé. Eres demasiado joven para que te llamen señor. Mucho gusto, soy Cecile.

Y cuando me tendió la mano para saludarme, envuelta en la suave tela color rosa, yo no pude evitar actuar con emoción y sonreírle como posiblemente nunca le haya sonreído a nadie. Ella era tan real ahora, y poco me importo el hecho de que no se llamara como siempre pensé.

De hecho, Cecile era un nombre hermoso. Tan hermoso que pondría su nombre en alguno de mis chocolates algún día. 

-Cecile. Qué bonita eres en persona...

-¿Disculpa?

-No, nada... quise decir. Es un gusto conocerla señorita, soy Willy Wonka, chocolatero del norte. Supongo que ya lo sabe.

Estoy seguro de que ella también me ha soñado, por favor, que me haya soñado.

-Lo sé. Te he detestado a ti y a tu nombre desde hace mucho tiempo.

DETESTADO, DETESTADO, DETESTADO. Esa simple palabra fue como un puñal en mi corazón, Cecile, mi Cecile sabe quién soy, pero no de la misma manera en la que yo sé quien es. Y eso provoco que el mundo de mis sueños se hiciera trizas y que me imaginará un chocolate con lágrimas de unicornio y nostalgia de delfín. Detestar, esa palabra era muy fuerte si venía de ella,  pensé que me iba a amar.

Cecile

Mi padre me había obligado a hacer esto y lo odio por qué ahora me siento totalmente apenada estando frente a un no tan feo chocolatero que él tanto me hizo odiar. Esta noche se estaba celebrando el aniversario número 20 de la empresa de dentrificos de mi familia y mi padre organizo una gran fiesta con los típicos invitados recatados y de mucho dinero para festejar su muy reciente éxito.

Pero a mitad de la noche me pidió personalmente que buscará al famoso Willy Wonka y que lo llevará a casa de inmediato, con la excusa de que lo necesitaba par un negocio muy importante que solo podia cerrarse hoy.

Fue tanta su urgencia que no me pude negar. Pero claro que tuve mis preguntas, ¿por qué mi padre quería que viniera específicamente yo? Pudiendo mandar a cualquier otro junto con Ferno. ¿Por qué razón me pediría que llevara a la casa a la persona que él también detesta? Esperaba que para decirle que se fuera de la ciudad... o que por lo menos lo amenzara para que dejara de fabricar sus sucios chocolates en mi ciudad.

De igual manera, ahora ya estaba aquí, en el mismo auto sentada al lado del señor Wonka, quien no  dejaba de parlotear y de intentar sorprenderme con chistes que definitivamente no eran buenos.

—¿Has probado alguna vez la goma de mascar con sabor a leche de chocolate y platano?— Él se sacaba las golosinas de no sé donde y tampoco iba a preguntar. Pero me estaba atormentando. Willy Wonka olía a dulce, y yo era alérgica. —Ten, come un poco. Dejaras de tener hambre por literalmente días enteros. O al menos prueba el multi malvadisco...

—Por favor, deja de poner esas cosas tan cerca de mí— inconscientemente me cubrí la nariz y él inmiediatamente guardó toda la variación de dulces de nuevo en... ¿Su sombrero?

—¿Eres alérgica o algo así? Por qué si lo eres, yo tengo una variación de dulces que son especiales para la gente alergica. 

—Eso no existe señor Wonka.

—Isi ni ixisti siñir Wonka.

—¿Perdon?— En menos de una hora ya estaba indignada.

—Lo siento, es que estás empezando a subestimarme y tuve que hacerlo.

—¿Por qué eres tan egocéntrico?

—¿Y tú por qué eres tan aburrida?

Y el tiempo a casa se hacía eterno junto a él. Al principio actuó como si me conociera de toda la vida y hablo mil cosas sobre mi padre sin saber que yo era su hija, su actitud era tan empalagosa que ya quería hasta bajarlo del auto y dejarlo tirado a media calle junto con su repugnante olor.

Pero por alguna razón no lo hice, por alguna razón me gustó estar ahí, discutiendo y detestándolo cada minuto más. La idea de que mi padre lo haciera desaparecer de la faz de la tierra, era mi sueño húmedo en este momento.

 La idea de que mi padre lo haciera desaparecer de la faz de la tierra, era mi sueño húmedo en este momento

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Evidentemente Wonka cayó primero y más fuerte por Cecile. 😭💘

𝑳𝒂 𝒄𝒉𝒊𝒄𝒂 𝒅𝒆 𝒍𝒐𝒔 𝒔𝒖𝒆𝒏̃𝒐𝒔 𝒅𝒆 𝒘𝒐𝒏𝒌𝒂 🍫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora