Willy
Estar con Cecile era una experiencia religiosa. En algún momento de camino a su casa me pellizqué los brazos con la intención de despertar de ese sueño que ya se estaba alargando.
Pero resultó no serlo. Resultó ser la purita realidad.
-¿Y tú que eres del señor Gernod? Eres muy joven como para ser su esposa y tampoco creo que seas su hija, por qué en ese caso no te expondría a un rufián como yo...- En todo el camino no había parado de hablar ni un solo minuto y ella solo me miraba con el ceño fruncido. -¿Eres su sobrina quizá?
De seguro ya se está enamorando de mí.
-En realidad yo...
-Bueno no importa, sea lo que sea, estoy seguro de que no eres igual a él. El señor Gernod es una fiera.
-¿Tú lo conoces?
-Por supuesto, si no, no habría venido contigo y con el señor gruñon para empezar- Yo actuaba con la mayor naturalidad posible, aunque en realidad me estaba muriendo de ganas de decirle que no estaba ahí solo por qué conociera al señor Gernod, sino por el simple hecho de que ir a donde sea que me llevarán, implicaba que estaría con ella. Y eso por sí solo ya me hacía eternamente feliz.
Estaba mostrándole una de mis chocomoscas a Cecile cuando Ferno, nos interrumpió frenando el automóvil.
-Hemos llegado.
Salí del auto lo más rápido que pude con intención de darme la vuelta y abrirle la puerta a Cecile, pero antes de que pudiera hacerlo ella ya estaba afuera sacudiendo su vestido y exhalando e inhalando el aire de afuera.
Como si estar dentro del auto la hubiera fastidiado.
O tal vez fue... ¿Mi olor? Oh dios mío, olvidé ponerme desodorante por décima vez.
-Por fin. Me estaba asfixiando ahí adentro.- Dijo caminando hacia los grandes portones que se abrieron en dos ante su presencia. Ferno iba detrás de ella y yo atrás de los dos comiéndome a escondidas un chocolate que mejora el ph de la gente y, por lo tanto, también olor.
-Tal vez el auto se hizo más pequeño, señorita.
-O tal vez yo me hice más grande con tan solo oler las delicias, o diría yo, ABERRACIONES que trae consigo el señor Wonka.
Bueno, debía de admitir que Cecile no era nada igual a Evangeline. La chica de mis sueños amaba el chocolate y todo lo dulce al igual que yo, y compartíamos la misma actitud alegre que nos ayudaba a siempre congeniar.
Pero Cecile... ella era totalmente distinta, ella parecía enojada con toda la vida en general. Pero tal vez solo era una mala noche, así que ignore lo que dijo y decidí cambiarle el tema esperando que tarde o temprano la hiciera sonreír. -Wow... esta no es una casa, ¡esta es una mansión! No te parece que esté señor Gernod, es demasiado avaricioso?. ¿Para qué tener un hogar así de grande si no va a disfrutarlo con alguien?
-¿Ah sí? ¿Y a usted que le hace pensar que él no tiene a nadie?
-Pues es obvio, con esa cara, ni el más tonto quisiera vivir con él. ¿No lo ha visto en los periódicos locales o en la televisión? Parece un ogro, me pregunto como serán sus hijos... si es que los tiene.
Y a pesar de que lo dije con el tono más sarcástico posible, la señorita Cecile no sonrió. De hecho me fulmino con la mirada, como si mis palabtras la hubieran molestado un poco.
Cuando entramos a la gran mansión, ella caminó como si se la supiera de memoria. Todos los comensales la saludaban con una reverencia y a mí también, aunque a mí me veían un poco extraño, y se cubrian la nariz con esa expresión de desagrado. ¿Por qué todos los parisinos que están del lado de la familia Gernod me miran así? ¿Será que todos son alérgicos al chocolate?
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𝑳𝒂 𝒄𝒉𝒊𝒄𝒂 𝒅𝒆 𝒍𝒐𝒔 𝒔𝒖𝒆𝒏̃𝒐𝒔 𝒅𝒆 𝒘𝒐𝒏𝒌𝒂 🍫
Fanfiction𝙿𝚛𝚘𝚋é 𝚝𝚞 𝚖𝚊𝚝𝚒𝚣 𝚢 𝚖𝚎 𝚖𝚊𝚛𝚊𝚟𝚒𝚕𝚕é, 𝚜𝚎𝚗𝚝í 𝚝𝚞 𝚍𝚞𝚕𝚣𝚞𝚛𝚊 𝚒𝚗𝚌𝚕𝚞𝚜𝚘 𝚌𝚞𝚊𝚗𝚍𝚘 𝚗𝚞𝚗𝚌𝚊 𝚝𝚎 𝚝𝚘𝚚𝚞𝚎, 𝚢 𝚍𝚎𝚜𝚙𝚎𝚛𝚝𝚊𝚜𝚝𝚎 𝚎𝚗 𝚖í 𝚎𝚕 𝚑𝚊𝚖𝚋𝚛𝚎 𝚢 𝚕𝚊 𝚊𝚐𝚘𝚗í𝚊 𝚍𝚎 𝚍𝚎𝚜𝚎𝚊𝚛 𝚊𝚕𝚐𝚘 𝚌𝚘𝚗 𝚝�...