El orgullo es el diablo -COMPLETO-

Capítulo V

Capítulo V:

Natasha estaba de vuelta en los acantilados oblicuos de Vormir, luchando por aferrarse a Clint mientras colgaban sobre el borde inminente.

El destino era inexorable, y este cruel destino la había forzado a esta posición una vez más. El dolor era insoportable, quemándola de adentro hacia afuera. Pero esta noche, se juró a sí misma que terminaría de manera diferente.

Los ojos oscuros de Clint se aburrieron en los suyos, transmitiendo mensajes demasiado innumerables para contar en el lapso de unos pocos segundos frugales. Llorando, ella se negó a soltar, rogándole que se aferrara, con las manos esforzándose en el esfuerzo. Sin embargo, como siempre, ganó, saliendo de su alcance antes de caer bajo las nubes.

Decidida a ver su plan, Natasha embotelló sus gritos y lanzó su propio control sobre el acantilado rocoso. Sin sonido, ella cayó, cayendo en picado en la oscuridad después de él. Eufórica, rezó para que haciendo esto terminara la pesadilla para siempre. Que tal vez unirse a Clint en sacrificio satisfaría a los demonios que la perseguían.

Abrazando la incómoda sensación de caída libre, entregó su voluntad a la gravedad, saboreando su desafío. Y mientras corría a través de las nubes, el fondo rocoso se acercaba.... y más...ella cerró los ojos, la paz se lavó sobre ella.

Tal vez si ella tuvo suerte, esto no fue una pesadilla. Tal vez esta vez, fue real.

- en-

Se despertó jadeando por aire, tratando de liberarse de las sábanas empapadas de sudor en las que se había enredado. Pero ella no podía sacarlos. Ella no pudo. Por ahora, sabía que solo eran sus sábanas, pero tenía que quitarlas.

Las voces de los que mató infestaron sus templos, silbando sus deseos moribundos. El ruido era dominante, haciendo que Natasha gritara de dolor a medida que se hacían más fuertes. En algún momento, sus oídos ya no podían soportar el sonido, mocos goteando por su garganta mientras nuevamente jadeaba por aire.

Respira.

Inhala... Tambor...

Exhalar... Tambor...

Entrecerrando los ojos, con una visión contaminada con patrones nauseabundos, tropezó hacia su cocina. Las manos encontraron rápidamente lo que estaban buscando. Natasha salió del mango y disparó.

Sabía a nada.

Insatisfecha, alcanzó ciegamente más, terminando el vodka en un intento desesperado de sentir algo. Sin embargo, ella se quedó con el mismo resultado.

Los destellos de su pasado la saludaron a continuación, con rostros, voces y emociones conmocionando su mente. Ella gritó de nuevo cuando un cuchillo en el mostrador le cortó la mano. Todo lo que poseía, sangró por. La suya era dulce. Como rosas en una brisa.

Asustadoramente tranquila ahora, volvió a buscar el cuchillo.

Inhala... Tambor...

- en-

Natasha vagó por la ciudad, sin dirección y sin propósito. No fue hasta que bajó las escaleras rápidamente al metro que se dio cuenta de que todavía estaba despierta.

Se suponía que era oscuro afuera, pero no se podía decir aquí en los túneles, los brillos amarillos ásperos de las luces arruinando cualquier sensación de noche. Como la mayoría de las cosas de Nueva York, la estación tenía un hedor a fuego lento, lleno de basura y mugre.

Cuando llegó el tren, Natasha entró. La cabaña estaba vacía, pero ella eligió el asiento más atrás de todos modos.

Agotada, cerró los ojos. Al menos por ahora, las voces se habían detenido.