-¡Es el día!-exclama Martín entrando en su cuarto sin ni siquiera llamar.
Chiara desvió la mirada de su libreta garabateada para observar a su amigo. El chico era una persona alegre por naturaleza, pero esta vez era diferente, sonreía de una manera especial y sus ojos brillan. Desbordaba felicidad por todos los poros de su piel, y ella no pudo evitar que las comisuras de sus labios se levanten al observar el estado de quien había sido su mejor amigo durante casi diez años.
-Buenos días a ti también-respondió mientras le hacía un hueco al más pequeño en su cama.
Martín se abalanzó sobre esta provocando la risa de ambos.
-Te veo emocionado, me alegro-dijo Chiara acariciando el pelo del chico con ternura.
-Se que es una tontería Kiki. Pero me hace mucha ilusión que conozcas a los amigos de Juanjo. Bueno, tú y los demás, pero sabes que tú eres mi favorita.
-No es ninguna tontería, Martín. Nada de lo que te haga feliz lo es.
-Es que te tengo que querer jope-respondió envolviéndola en sus brazos.
Actualmente, ambos estaban en una residencia en Madrid. Se habían ido juntos a estudiar a la gran ciudad, Martín, arte dramático ,y ella, música. Sus caminos estaban entrelazados desde el momento en que se conocieron y, sin duda, era la mejor relación platónica que Chiara podría haber imaginado. Por todo ello, se sentía muy afortunada.
Horas más tardes, se miraba al espejo con una sonrisa satisfecha. Se había maquillado empleando sombras negras que realizaban sus angelicales ojos verdes, su rasgo más caracterisco de la cara. Como outfit había elegido ponerse una falda negra corta con un top sin mangas de brillos plateadas que se ceñía a sus curvas. Todo esto acompañado de botas, también negras, para darle un poco de altura. El pelo, como siempre, lo llevaba suelto con ligeras ondas. Estaba guapa, tenía que admitírselo.
Su móvil comenzó a sonar sacándola de su ensimismamiento. Sonrió al ver el nombre del responsable.
-¡Rus!-saludó con efusividad.
Su amiga pelirroja de hace solo tres meses de había convertido en prácticamente una hermana. Martín y ella habían congeniado perfectamente con la ucraniana. Era la persona que más serenidad aportaba a Chiara, sobretodo en los momentos en los que podía perder un poco la perspectiva de las cosas.
-Tía, espérate que lo averiguo, ¿a qué no has salido de casa?
Alzó una ceja con diversión ante la acusación de la chica.
-Si ya lo sabes para que preguntas.
-Escúchame estamos ya casi todos aquí, y déjame decirte... son muy majos, pero hay una pava insoportable. No la aguanto tía. Necesito que vengas ya.
-Fuck ¿Casi todos? Más vale que me acelere que sino Martin se va a cabrear.
-¿Y con eso te quedas, hija de puta? Pero bueno, si, acelera.
Veinte minutos después, estaba llegando al bar donde supuestamente habían quedado. Empezó a buscar entre las mesas hasta localizar a sus amigos, estaban de pie alrededor de una mesa, mientras se tomaban cervezas. Avanzó rápida ignorando la ansiedad social que le provocaba conocer a gente nueva.
-¡Kiki!
Álvaro fue el primero en levantarse al verla. El chico la abrazó efusivamente, y al momento, sintió su cuerpo destensarse. Seguidamente a este, la saludaron Paul, Bea, y Rus. Juanjo y Martin la envolvieron en un abrazo conjunto.
-Y esta persona de aquí, es Chiara, la bestie de mi novio. Así que, aunque haya llegado tarde, me la respetáis, ¿eh?-explicó Juanjo a sus amigos mientras le pasaba un brazo por los hombros.
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Destruye mis heridas
FanfictionChiara era una niña normal. Bueno, era hiperactiva, mezclaba el español y el inglés cien veces en una sola frase y podía tirarse más de un día entero encerrada en su cuarto componiendo. Pero, por lo demás, nada podía desestabilizarla. O al menos así...