Había pasado una semana desde la quedada en el bar. No se había hablado mucho de la noche aparte del malentendido con Cris, ya que, como era de esperar, había sido tema estrella para Juanjo y Martin.
-Anyways, no entiendo como no se te ocurrió decirle que era lesbiana, Juanjo-le había dicho ella en una de las conversaciones.
-Llámame loco, pero la orientación sexual de mis amigos no son datos que suela dar, cariña-respondía el con una sonrisa divertida.
En general, Chiara se llevaba buenas sensaciones de la noche. Los amigos de Juanjo eran encantadores, casi tanto como él mismo. Todos, a excepción de Violeta, claro está. Aún recordaba perfectamente su chulesca expresión cuando le soltó esa asquerosidad. Con todo ello, había llegado a la conclusión de que la chica le caía mal. Y a Chiara no le caía mal nadie.
A Martín no le había dicho nada sobre aquello ni sobre lo que había pasado porque tampoco quería condicionarlo, sobre todo, respecto a Juanjo. Y sí, era demasiado buena a veces. Pero así la habían creado sus padres y así sería hasta el resto de su vida.
Esa mañana, iba de camino a la cafetería donde trabajaba algunos fines de semana para ahorrar un poco de pasta. Sus padres le habían dicho miles de millones de veces que no era necesario que trabajase, pero ella quería ganar algo por su propia cuenta. Nunca sabía si lo podía necesitar en algún momento para hacer una inversión propia. Además, le habia cogido gustillo a eso de trabajar en aquel lugar. Lucas, el dueño del local, era una persona maravillosa y la ubicación del sitio le encantaba.
-Hola, linda. ¿Qué tal estás?-preguntó el chico con su característica sonrisa.
-Pues genial Luquis. ¿Y tú?
El chico le respondió afirmativamente. Chiara se metió dentro para poder ponerse el atuendo de la cafetería y se puso manos a la obra. No era un secreto que los clientes habituales la adoraban, y los nuevos se quedaban prendados de ella. Su característica dulzura era algo que la gente adoraba. Y era algo que Lucas le repetía constantemente aunque ella no terminase de creérselo.
-¿Qué desea?
-No me jodas.
Al escuchar esa voz, Chiara, que no había levantado la vista de su libreta, alzó la mirada para encontrarse con esos ojos marrones penetrantes.
-¿Trabajas aquí?
-Creo que es evidente-respondió con sequedad.
Violeta frunció el ceño, y parecía que quería responder algo pero sacudió la cabeza. Luego procedió a sacar un ordenador mac de la mochila mientras Chiara esperaba pacientemente (o no tanto) a que le dijese lo que quería.
-Será un café con leche. Cortado. Y una tostada de aceite y tomate.
-Perfecto.
Tan rápido como pudo, se marcho la mostrador sintiendo la mirada de la chica clavada en su espalda. El destino estaba jugándole una mala pasada, desde luego no era necesario que le pusieran a esa persona tan detestable a invadir su lugar de trabajo, que ya casi que se había convertido en un sitio para evadirse más que otra cosa.
No tardó en preparar lo que la chica le había pedido pues quería quitarse el mal trago de encima lo antes posible. Se dirigió a paso ligero hacia Violeta mientras sonreía de forma forzada. Tenía que ser una profesional a fin de cuentas.
-Aquí tienes-dijo colocándole el café y la tostada sobre la mesa.
La pelirroja levantó la vista de su ordenador para mirarla y, para su sorpresa, le sonrió dulcemente. El corazón de Chiara dio un vuelco de manera inexplicable, y casi tuvo que agarrarse a la mesa para no caerse en redondo. Se maldijo a si misma por ser tan débil.
-Gracias, Chiara.
Ella asintió porque no se veía capaz de articular palabra. Sin decir nada más se marchó y trató de centrarse en los demás clientes para ignorar las reacciones de su cuerpo, que claramente no indicaban nada bueno. No podía sentirse atraída por Violeta, simplemente era algo fatal.
Tres cuartos de hora más tarde, estaba en la barra con Lucas cuando la joven se acercó.
-Hola de nuevo, era para pedir la cuenta.
-Oh, qué linda. Pero no hacia falta que te levantases para eso-respondió Lucas con su característica sonrisa.
-Ya, pero así os ahorro un poco de trabajo-resppndió Violeta amablemente, aunque su mirada no se había desviado ni un solo segundo de Chiara.
-Eh... es 1,20-respondió ella rápidamente mientras jugueteaba nerviosa con su vestimenta.
Violeta le pagó, pero, al contrario de lo que esperaba, no se marchó. Se quedó en la barra observando como Chiara metía el dinero en la caja registradora.
-Escúchame, me quería disculpar por lo de la otra noche. Te cueste creerlo o no, yo no soy así, o al menos no solía serlo.
-Da igual, es agua pasada. Además los demás no saben nada de lo que pasó, tranquila.
-Lo deduje. Y te lo agradezco. Créeme que Juanjo es bastante sobreprotector contigo, se lo habrá pegado Martin-respondió soltando una risilla.
Chiara sonrió pero no dijo nada más. Tampoco pensaba que hubiera nada que añadir.
-Bueno, yo tengo trabajo que hacer, pero imagino que coincidiremos en otra ocasión. Que te vaya bien, Chiara.
-Y a ti, Violeta.
Le ofreció una última sonrisa perfecta antes de colocarse las gafas de sol y marcharse. Chiara se quedó embobada viéndola desaparecer hasta que un carraspeo a su lado hizo que saliera de su ensimismamiento.
-¿Qué?
-Nada-respondió Lucas con cara inocente, aunque Chiara no le creía para nada.
De todas formas, decidió no incidir más en el tema y se centró en todo el trabajo que le quedaba por delante. Cuando finalmente terminó su turno, se cambió de ropa y después de despedirse de Lucas, salió al exterior. Estaba cansada y tenía ganas de volver a casa y ponerse a componer y cantar.
-Hombre, te estábamos esperando peque.
Una sonrisa incrédula apareció en su rostro cuando localizó la voz, y vio a sus amigas de infancia plantadas frente a ella.
-¡Naiara! ¡Salma!-exclamó antes de lanzarse a sus brazos.
-¿Qué estáis haciendo aquí?
Naiara y Salma se miraron antes de responder.
-Pues que me han dado la beca, Chiara. Empiezo en la universidad en dos semanas-respondió Salma con una sonrisa de oreja a oreja.
-¿Qué? ¡Pero eso es maravilloso! ¿Por qué no me lo dijiste?
Le dio otro fuerte abrazo a su amiga. Salma y ella se habían conocido en campamentos fe verano, y desde entonces habían forjado una amistad muy especial. Así había conocido también a Naiara, la hermana mayor de Salma.
-Quería darte una sorpresa-respondió encogiéndose de hombros.
-Vas a hacer periodismo en Madrid. ¡Eso es un notición! ¡Hay que celebrar!
-Ya me lo ha dicho Martin ochocientas veces, sí.
-Pero hay que hacerlo. Ay, it's so amazing girl-replicó haciendo reír a ambas. Chiara entonces volvió a reparar en Naiara-¿Y tú que haces aquí?
-He venido a ayudarla a asentarse. Y de paso me he pedido unos días en el trabajo, así que podemos hacer planes juntas.
Pegó un salto emocionada haciendo reír a sus dos amigas. Violeta había desaparecido completamente de su mente que ahora sólo pensaba en los maravillosos días que le quedaban por delante con Salma y Naiara.
Buenas!! Informo de que intentaré subir dos capítulos por semana. Me está costando asumir esta nominación más de lo que esperaba... en fin comentad y todas esas cositas.

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Destruye mis heridas
Fiksi PenggemarChiara era una niña normal. Bueno, era hiperactiva, mezclaba el español y el inglés cien veces en una sola frase y podía tirarse más de un día entero encerrada en su cuarto componiendo. Pero, por lo demás, nada podía desestabilizarla. O al menos así...