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Noviembre, 2018.

Anaís:

Último día.

Mi último día siendo liceana.

Estaba tirada en la cama mirando el celular, se supone que la entrada era a las 8.00 pero igual me daba flojera la idea de llegar tan temprano al colegio.

No era como si fuera a suceder algo importante.

—¡Anaís levántate luego po! - desde el primer piso escuché como mi mamá me gritaba — ¡Después le toca al Byron bañarse y se ponen a pelear!

El Byron era mi hermano mayor. Nos llevábamos por exactamente cinco años. Yo estaba apunto de cumplir 18 y él tenía 23. Hace poco había comenzado a ejercer su profesión y era el último en levantarse porque si horario era mucho más flexible en comparación al nuestro.

—¡Voy! - contesté, incorporándome de un salto para dirigirme al baño.

1 de enero de 2021.

10...9..8...7...6...5...4...3...2...1 ¡Feliz año nuevo! - En la lejanía escuché la cuenta regresiva que indicaba la llegada de un nuevo año. Toda mi familia estaba reunida en el comedor mientras que yo me había ido al patio.

La fiestas de fin de año siempre me han hecho sentir triste. Es una mezcla de demasiados sentimientos.

Una pena culia que simplemente me carcome.

Mi celular vibró.

Gustavo:

¡Feliz año perrita! Tú sabí que todo está dicho. Te paso a buscar en breve, apúrate con los abrazos.

00:12 ✔️✔️

Le sonreí al teléfono. Lo único que me hacía feliz en estás fechas era la tradición culia que tenía con mi mejor amigo de juntarnos todos los años y hacernos pico tomando.

Y obviamente este año no iba a ser la excepción.

Rápidamente teclee una respuesta en el celular y lo guarde en mi bolsillo. Suspiré y me di los ánimos de volver a entrar a la casa.

—Probablemente este sea mi último año nuevo mijita - mi abuelita me rodeo con sus brazos y repitiendo la misma frase que la acompañaba los últimos años. Se me apretó el estómago de solo pensar que eso podría ocurrir. —Espero que este año este lleno de bendiciones y sea feliz. - asentí y correspondí a su abrazo.

Repetí el mismo proceso con mis viejos y el Byron.

Aunque con ellos solo fueron abrazos y ninguna palabra. El ambiente estaba medio tenso ya que aún no sabía a ciencia cierta si había logrado entrar a la universidad ya que los puntajes de la PDT aún no estaban.

Mi ingreso a la universidad era un tema delicado para la familia ya que después de cuarto medio me tomé dos años sabáticos y para mis viejos yo era una fracasada total.

—Mamá, hoy me iré a quedar con el Gustavo. - corte con mis pensamientos y decidí avisarle a mi vieja. 

Mi mamá asintió.

—Saludame al nariz de papa y nada de andar weando.

Me rei por el sobrenombre y me despedí de todos. 

🦋🦋🦋

—Weona déjate de fumar tanto - Rodee los ojos frente al paqueo de la Martina. La weona tenía una especie de obsesión por controlar cuántos cigarros me fumaba al día. 

—Es el primero que me fumo - le respondí soltándole el humo en la cara. Evidentemente mi acción no le gusto.

—¡Puta la weona, si sabí que me asquea el olor a cigarro! - me miró enojada.

Mi respuesta fue reírme.

—Año nuevo nadie se enoja - respondí tirando el cigarro al piso para pisarlo y después guardar la colilla en mi banano.

Me cargan los weones que tiran las colillas al piso.

¿Tanto les cuesta mover la raja?

—Tu banano debe estar pasado a mierda - comento el Gustavo que venía caminando en dirección a nosotras.

—¿Y preferí que tire las weas al piso? - pregunté mientras volvía abrir mi banano con intenciones de volver a fumar.

—¿Cuántos lleva? - le preguntó el Gustavo a la Martina que nuevamente me dirigía una cara de asco.

—Según ella este vendría siendo el segundo. Aunque personalmente no le creo ya que la cajetilla es de veinte y se asoman pocos.

El Gustavo se giró hacia mí con una expresión incrédula—¿Me estás webeando que es la que compramos en la botilleria? - mire al interior de la cajetilla y solo había 6 cigarros.

¿Me fume 14?

Negué entre risas.

—No, está cajetilla la traía de la casa. - respondí mientras buscaba en mi bolsillo trasero — La que compre en la botilleria está aquí. - les mostré mientras seguía fumando.

Sabía que a mis amigos les molestaba que fumara. Más aún cuando se supone que todo este tipo de cosas eran weas que me molestaban.

Odiaba a la gente que tomaba.

Odiaba a las personas que se drogaban.

Odiaba a los fumadores.

¿Cómo fue que mi perspectiva cambió tanto?

Cuando caí en este hoyo culiao. Después de salir del colegio cuando descubrí que todos mis ideales y convicciones eran eso.

Ideales.

Palabras bonitas.

Discursos bien ensayados.

—Oye po, weona. Te estaba hablando - me reclamó Martina a mi lado, mirándome expectante junto con el Gustavo, esperando a que dijera algo.

—Sorry, no estaba prestando atención.  - me disculpé por haber estado sumida en mis pensamientos, año nuevo culiao y su efecto nostálgico. —¿Qué me habías preguntado?

—Si habías sabido algo de él.

Me tensé.

Hace rato él no formaba parte de nuestras conversaciones.

¿Qué era de él?

Sabía que había empezado a trabajar.

Sabía que continuaba estudiando

¿Sabía cómo estaba?

No realmente.

—No mucho. - respondí con una mueca mientras miraba el piso. Me avergonzaba que, después de tantos meses, él aún tuviera efecto en mí.

—¿No te ha buscado? - preguntó el Gustavo, sumándose a nuestra conversación.

Negué.

—Ustedes saben que él nunca me ha buscado.

🦋

Holaa, aparecí con un nuevo capítulo. Sé que puede parecer confuso pq no di mucho contexto y no revele tantos detalles.

Es algo que irán descubriendo más adelantes con los flashback<3

Besitos jij

supéralo, por fa Donde viven las historias. Descúbrelo ahora