Febrero, 2020. Vacaciones en Horcón.
Anaís.
Estábamos en el comedor de la cabaña, habíamos bajado para poder tener más intimidad ya que en el piso de arriba estaban sus papás y su hermano menor.
Eran nuestras primeras vacaciones juntos.
En el sillón, entrelazados en conversaciones y juegos, experimentaba una felicidad que nunca antes había conocido.
—¿Siempre te ha gustado ver esto? - pregunté, señalando la pantalla de su celular que mostraba vídeos que narraban diálogos de unos cómics.
—Soy malo leyendo, por eso los veo. - respondió abrazándome mientras su pecho me envolvía. Sellé sus palabras con un beso en su mejilla, provocando una sonrisa en él, seguida de un gesto para bloquear el celular y girarse hacia mí.
Frente a frente, nuestras respiraciones se entrelazaban, creando un recuerdo impregnado de melancolía.
1 de enero 2021.
6:00 AM.
Me dolía la cabeza.
Y todo giraba a mi alrededor.
Sabía que esto iba a acarrear problemas en mi casa. Les molestaba que llegara con la caña.
Y lastimosamente se estaba volviendo algo recurrente en mí.
Lentamente comencé a pestañear intentando acostumbrarme a la luz que se incorporaba por la ventana.
¿Cuánto había tomado anoche?
No tenía muchos recuerdos más allá de haber estado conversando con la Martina y el Gustavo.
Hablamos sobre él.
Probablemente eso me había llevado a ingerir más alcohol del que debería.
Me senté en la cama con intenciones de ir al baño a mi lado oí un quejido. Era el Gustavo. Inspeccionando un poco más la pieza cache que estábamos durmiendo en la casa de su abuela.
¿Y la Martina?
El pensamiento se disipó rápidamente después de escuchar el sonido de unas ahorcadas provenientes del baño.
Al parecer alguien estaba mucho pero que yo.
Baje con cuidado y me dirigí hacia el baño. Moví la puerta para tener visibilidad de la Martina que se encontraba abrazando el water —¿Cuánto tomaste? - pregunté intentando contener la risa.
Puta que estaba cagá mi compañera.
—Weona, casi nada. - volvió a guajear, el sonido me estaba provocando náuseas a mi también. —No entiendo cómo puedes estar tan bien después de todo lo que tomaste y el showcito que te mandaste ayer.
La mire incrédula
—¿Qué show me mande?
La Martina no respondió y siguió vomitando.
Tan delicada que era del estómago mi niña...
—Te iré a preparar algo para que afirmes el estómago.
No espere respuesta y volví a juntar la puerta. Comencé a caminar hacia el piso de abajo con tranquilidad.
Está era básicamente mi segunda casa.
En el primer piso empecé a observar la cagadita que habíamos dejado. Habían latas de cerveza por todo el piso, una botella de pisco vacía y un tequila al que con suerte le quedaría 1/4 de copete.
Y todo eso lo habíamos ingerido solo tres personas. Aunque probablemente gran parte habría sido solo yo.
Seguí caminando hasta la cocina y decidí poner la tetera.
Yo cacho que un tecito debería servir...
—Tan temprano que se levantó mijita - la abuelita del Gustavo apareció en la cocina usando su bata rosada.
Amaba a esta señora.
Todo lo que usaba era siempre rosado.
Sonreí.
—Sí tía, es que a la Marti le dolía la guatita - explique señalando la tetera.
—¿La guata? - frunció el ceño —Digale caña nomás, mijita
Me reí, no tenía sentido que intentará mentirle.
—Sí, se despertó con caña.
Ignorando mi respuesta se abrió paso en la cocina poniendo tres tazas sobre la mesa.
—¿Y usted piensa desayunar? - me preguntó mientras sacaba pancito y distintas cosas para acompañar lo que supongo se trataba de un desayuno para ambas.
—Supongo que sí - respondí mirando a mi alrededor —¿No quiere fumar?
Volteo a mirarme frunciendo las cejas en mi dirección.
—¿Tan temprano y fumando? - me preguntó extrañada. —Ya po, nunca hay que decirle que no a un pucho.
Me reí y ambas caminamos hacia el patio trasero.
Aquí estaba peor aún.
Nos sentamos en unas bancas que habían en el patio y le tendí un cigarro.
—Me alegra que hayas decidido venir este año - hablo mientras encendía su cigarro y me entregaba el encendedor. —Desde que pasaste el año nuevo con ese niñito... - hablo al aire como si intentará recordar su nombre —El morenito ese... Pensé que no volvería a venir, la vi super triste.
Me removí incomoda en mi asiento.
¿Se habían puesto de acuerdo todos para molestarme con él?
—Se llama Tomas - respondí con intenciones de recordarle su nombre —No sé de él desde agosto del año pasado.
Desde la última vez que estuve en su casa.
—Me dió lata cuando el Gustavito me contó que terminaron, te veía feliz con él - hizo una mueca después de expulsar el humo.
Asentí incómoda.
—Sí, era feliz con él.
🦋🦋🦋
Holaa, otro capítulo<3
Sé que están siendo cortitos. Juro que más adelante me esforzaré por hacerlos mucho más largos!!! si ven algún error díganme nomás 😭 q soi media ciega...
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supéralo, por fa
Romance[CHILENSIS] Anaís se ve atrapada en un juego que perdura durante cuatro años, lleno de encuentros y desencuentros. Tras el fin de su relación, todo lo que sigue parece efímero en comparación, llevándola por un camino de experiencias pasajeras. "-¿�...