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—¿Y bien?

—Me parece que su solicitud ha sido claramente rechazada.

—¿Rechazada?

Reclina su espalda contra su poderosa silla acolchada y suelta aire en tanto que quita las gafas redondas de su rostro consumado por los años. Aparta los ojos de la hoja que sostiene y, al fin, me mira.

—¿Realmente confió en poder entrar en tan prestigiosa universidad como lo es la Nacional de Busan?

Reprimo las palabras que urgen por salir de mis labios. Miro al suelo, avergonzada, otra vez sintiéndome una pequeña bola de algodón a punto de ser desvanecida por el viento.

—Notas bajas, una materia sin recuperar... todo ello sumado a lo lejos que usted, señorita Manoban, se encuentra de la ciudad. ¿Y viene aquí a reclamar qué exactamente?

—Me dijeron que aún así podría entrar en la carrera. —replico.

—Ya ve que, de nuevo, se equivocó. Claramente.

—No requiero tanta nota, ni siquiera preocuparme por lo lejos que me encuentro porque tenía pensado mudarme nada más me aceptasen.—alzo la mirada, tomo coraje y contraataco— Tengo la mejor puntuación en Lengua y Literatura. Aún y con las demás materias al borde del suspenso nada me impide poder ser aceptada por la UNB, así que explíqueme, porque de verdad no entiendo el por qué de mi denegación si...

—¿Acaso se olvida de lo sucedido el 4 de noviembre en los vestuarios de gimnasia?

Mi corazón se detiene. Siento que mi pecho es estrujado.

—No entiendo qué tiene que ver eso.

—¿No?—pregunta con una enfermiza ironía mientras se apoya en su escritorio— No solo significó una gran indignación para usted como dama, sino que atrajo mucho escándalo. A nivel académico, me refiero.

Lo fue. Y causó tanto revuelo que no tan solo me expulsaron por unos días.

El director continúa:

—Recapitulemos: tres jóvenes encerrados en las duchas. Dos de ellos casi desnudos. Marihuana. Cocaína. ¿Dónde nos deja todo eso? —la silla se arrastra hacia atrás cuando se levanta, la furia llenando sus ojos cuando se me acerca— ¡En una deleznable institución admisible en venta de drogas a menores de edad!

Cierro los ojos en cuanto su aliento me choca la cara. Sí, realmente fue un gran escándalo, sin embargo, las cosas no sucedieron así. Al menos, no como él y todos imaginan.

—¿Y aún así le sorprende ser rechazada? —prosigue— No me haga reír, Manoban. Mañana mismo la quiero ver aplicando para la Universidad de Ulsan, a menos, que desee repetir año.

Por unos segundos mi cabeza se mantiene desconectada, alejada de todo lo que me dice, pero en cuanto capto las palabras "Universidad" y "Ulsan" mis ojos lo miran asustados y me encojo en mi sitio.

—No.—suelto, analizando lo que conllevaría ingresar allí.

—No tiene otro remedio, y lo sabe de sobra. A menos que quiera repetir...

—¡Ni repetir ni quedarme en esta ciudad!—grito casi al borde de la desesperación— Usted lo sabe. Usted sabe de antemano que yo sería incapaz de haber hecho algo así. Fue Jeon. Él y su grupo. Usted sabe que...

—¡Naderías!— Frunce su ceño y agita las manos como si quisiese alejar todo lo que acabo de decirle y tirarlo a la basura—Por favor, deje de excusarse. Siempre culpando a Jeon. Suficiente tiene ese chico con todas sus amonestaciones. —se coloca sus gafas de nuevo al sentarse—Debería agradecerle, más bien. Si no fuera por él yo mismo la hubiese echado de este colegio aquella misma tarde. Si no fuera porque se apareció en mi despacho ese mismo día la hubiese cogido de las greñas y botado a la calle y...

La puerta es abierta.

—Disculpe.

...y no me hace falta girarme para saber quién es. ¿Cómo, si estoy de espaldas, puedo sentir las dagas que tiene como ojos clavadas en mi nuca?

—Pasa, tranquilo—dice el director sin quitarme el ojos de encima—que esta reunión ya se acabó.

Me trago el nudo en mi garganta mientras acomodo mi mochila en mi espalda. Siento que he cavado un profundo agujero negro al que, conscientemente, voy acercándome hasta conseguir caer. Ya no encuentro el punto final a esta asquerosa etapa de mi temprana juventud. La siento lejos, y mucho más lejos si mañana aplico para estudiar aquí, en Ulsan.

Escucho al director moverse por su oficina, parece rebuscar en unos cajones mientras continúa hablando. Solo que esta vez no es a mí a quien se dirige.

No quiero girarme. No quiero avanzar hasta la puerta. No quiero llegar a mi casa y sentirme un desecho. No quiero ingresar en la Universidad de Ulsan.

O tal vez, no quiero toparme con sus ojos, ni con su presencia. No quiero avanzar hasta la salida y que me acorrale como siempre hace. No quiero que llegue mañana y matricularme para la Universidad de mi condado, la misma a la que Jeon irá.

No quiero volver a pasar otros cuatro años viéndolo por los pasillos y aguantar sus humillaciones. No otra vez.

—Dejé la carpeta en este armario, ¿dónde está?

El director se encuentra de espaldas a nosotros. Suspiro y relamo mis labios justo antes de girarme aún con la cabeza gacha.

Doy cinco pasos, los justos para alzar un brazo y tomar el pomo de la puerta.

—Tan acongojada.—susurra en mi oído.

Mi corazón retumba por la presión que ejerzo en la manilla de la salida. Un escalofrío me recorre entera y casi grito cuando uno de sus dedos sube por mi pierna desnuda hasta llegar al dobladillo de mi falda.

—Tranquila, que las vacaciones pasan muy rápido y no tendrás que echarme de menos. Pero...—Sus labios chocan contra el lóbulo de mi oreja— yo sí voy a extrañar tu cobardía. Tus lágrimas—enumera sonriendo con malicia en tanto que hace a un lado mi cabello —Y sobretodo,— pasa su nariz por el largo de mi cuello— tu miedo.

Un sudor frío resbala por mi columna. Su nariz queda pegada a mi cuello en un vaivén que continúa mientras murmura contra mi piel:

—Solo tres meses y volverás a ser para mí, que no se te olvide.

No Mercy || Lizkook +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora