•Embarazo por inseminación.

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Al día siguiente me despierto bastante temprano para ir al gym antes de entrar a trabajar. Empieza una semana más y necesito despejar mi mente, la cual no deja de dar vueltas. Casi no he podido dormir pensando en todo lo que ha pasado estos últimos días, desde que le conté mis planes a Ethan hasta la vuelta de Nick a mi vida, quien por cierto anoche me escribió, más no le he respondido.

Entré al apartamento dejando las llaves en el recibidor caminando con rapidez, ya que se me empieza a hacer tarde. Entro a mi habitación yendo directo al baño para ducharme. Anoche llegué tarde y Ethan ya estaba durmiendo, por lo tanto, no me he visto con él. Se me hizo extraño no verlo esta mañana levantado para ir al gym, solemos ir juntos.

Una vez lista salgo de la habitación rumbo a la cocina a prepararme el desayuno encontrándome con él ya vestido. Inmediatamente en cuanto lo vi se me removió todo.

— Buenos días.— saludé caminando hacia la nevera.

— Buenos días.— contestó. De reojo lo vi concentrado en su móvil.

— No fuiste esta mañana al gym.— dije mirándole mientras enciendo la cafetera.

— Si fui.— su mirada aún seguía en el móvil, cosa que me molestó un poco.— Fui a las cuatro.

Abrí mis ojos un poco con sorpresa. El gimnasio donde vamos es especialista para deportistas, así que está abierto desde las tres de la mañana.

— Vaya.— dije.— ¿No quieres verme? Parece que ahora eres tú quien me evades.— verbalicé molesta.

— Para nada.— negó con la cabeza mirándome por primera vez.— No podía dormir y decidí ir a despejarme. Con ello empiezo mi día más temprano. Tengo mucho trabajo.— se puso de pie tomando los utensilios que usó para desayunar.

— Déjalos, yo los lavo.— dije.

— Gracias.— acomodó su camisa.— nos vemos en la oficina.— salió de la cocina.

Pocos minutos después escuché la puerta de entrada cerrarse. Suspiré con desgano. Él no suele ser así conmigo, tan serio, parco.

Una hora después ya estaba en la oficina y me concentré en mi trabajo después de todo, cosa que agradezco a Dios. El día iba normal hasta que Nick se apareció en la empresa sin avisarme, cosa que me molestó e incómodo más porque Ethan nos vio hablando.

— ¿Pero que haces aquí?— cerré la puerta de mi oficina.

— Lo siento, sé que he sido imprudente y atrevido contigo.— alzó sus manos mostrando su culpa.— Pero no me respondes a mis mensajes.

— Bueno ¿eso no te parece ya un mensaje?— dije mirando de reojo hacia afuera, ya que las paredes son de vidrio, para saber si estaba Ethan por allí aún.

— No, no uno claro.— respondió mirándome fijamente.— Lauren.— se acercó a mí.— Quiero que tú me lo digas, dime lo que tengas por decirme.— tragué saliva.— Te besé y tú sólo te alejaste, cogiste tus cosas y te fuiste.

— ¿Qué quieres que te diga?— alcé las manos confusa.— No tengo nada que decir.

— Si, si que lo tienes.— se acercó aún más. Mientras yo preocupada por Ethan.

<¡¿por qué estoy preocupada por él?!>

¿Qué sentiste? ¿Por qué te alejaste?— su mirada era penetrante y mirándole yo directamente, por primera vez lo supe, me di cuenta.

— No sentí nada.— respondí siendo honesta.— Por eso me alejé, porque ya representas mi pasado, no mi presente y menos mi futuro.

Su mirada cambió de una intensa, curiosa a una decepcionada, perdió el brillo que traían sus ojos y me dio pena verlo así, pero debía ser honesta. No era venganza, era sinceridad pura.

𝑴𝒆𝒓𝒂𝒌𝒊: mini novelas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora