Órbita (The Walking Dead)

1. Bichos

—¡Joder!, que puto susto que me has dado Kell.—

—Controla el lenguaje.—

—¿De verdad importa eso? Estamos en el fin del mundo, ¿que más dará mi lenguaje?.—

—No debes perder las formas Sky.—

—Que tostón, ¿cuánto tiempo llevamos andando por esta carretera? creo que andamos en círculos, porque este árbol ya me suena.—

Estaba empezando a perder la paciencia, y mi hermano a perder el juicio. Imagínatelo, en el fin del mundo y con tu hermana pequeña dándote la tabarra como una niña mimada, pero si me aburro no es mi problema ¿no?

—Kell, mira, ahí hay una subida, puede que encontremos un pueblo donde pasar la noche.—

—Iré yo primero, saca el cuchillo, no sabemos si hay alguno de esos bichos escondido en los árboles.—

Mientras mi hermano me adelantaba yo sacaba el cuchillo de mi cinturón, ni siquiera sé cómo no me he cortado todavía, teniendo en cuenta que soy muy torpe y no tengo funda dónde guardarlo, simplemente le paso por mi cinturón y ahí se queda colgando.

◇◇◇

Mi hermano iba mucho más adelantado que yo, debido a que me distraigo fácilmente.
Miré al frente y no le ví, pensé que estaría detrás de la curva así que empecé a correr para no estar sola.

—¿Quién coño eres?—

Al pasar la curva ví a mi hermano levantando las manos mientras un hombre con cara de pocos amigos le apuntaba.

—¡Déjale!— Quizá fuera una idea estúpida pero no quería que mi hermano corriera riesgos.

—Skyler, no hagas estupideces porfavor, suelta el cuchillo.—

—Shane, déjales porfavor, se ve a kilómetros que son inofensivos.— Habló una mujer.

Estaba tan cegada por el miedo de perder a mi hermano que no me fijé en que había más personas detrás, incluso niños.

—¿Quiénes sois?— Repitió el hombre, sin bajar el arma.

—Yo soy Kellan Smith, y ella es Skyler Smith, mi hermana, desde que todo esto empezó nos dedicamos a dar vueltas por Atlanta buscando refujio y alimento.—

"Poco más y les das mi DNI" quería soltar un típico chiste mío pero a el señor 'cara de pocos amigos' no creó que le hiciera mucha gracia, así que me lo guardé.

—¿Solo sois dos?— Parecía que su enfado disminuía.

—Sí.—

—Shane, deja de apuntarle con eso, le estás asustando.— Otra vez la mujer intenaba calmar al hombre mientras tiraba de su brazo.

Cuando el tal Shane bajó el arma me puse al lado de mi hermano.

—Ya puedes bajar los brazos, el atraco a terminado.— Ahí va, uno de mis chistes, menos mal que lo dije bajito y Shane hablaba con aquella mujer, porque solo lo escuchó mi hermano.

—Deja tus chistes para otro momento.— Dijo cortante mientras bajaba las manos.

Se nos acercó un hombre mayor con una gorra a hablarnos.