Hoy, mientras evoco tus besos, la realidad se enreda en la tristeza de saber que ya no estás aquí. La promesa de nuestro encuentro en un futuro desconocido se desvanece por completo, entendiendo por fin como funciona esto, y en la distancia que se extiende entre nosotros, busco la cura para las heridas de lo que fuimos.
Me pierdo en la nostalgia de tocar tu piel y abrazarte, anhelando el refugio que una vez encontré en tus manos.
Las palabras que me susurrabas, las lágrimas que soltábamos al mirarnos, el calor de nuestros cuerpos rogando poder sentirse aun más cerca, ahora son ecos lejanos en el rincón oscuro de la memoria, y tus manos, que solían deshacer los problemas del mundo tan cruel, ahora son sombras que se desvanecen en la bruma del tiempo.
Anhelo retornar, a tocarte, pero como una sombra,
niño, ya no estás aquí. No te olvides de mí, ruego en silencio, aunque sé que las distancias en el futuro podrán curar lo que nos hicimos ayer.
Los recuerdos, como cenizas flotando en el viento, te atan a un pasado que se desvanece pero se niega a desaparecer por completo. En la locura de amar, me pierdo y me encuentro una y otra vez, mientras las sombras del sufrimiento y la locura te envuelven. Cada palabra escrita es un suspiro de nostalgia, una confesión de ese abismo de tormento y éxtasis en el que te me sumergí.
Es doloroso recordar, más aún cuando enfrento la incapacidad de enamorarme de nuevo. La flojera de conocer a otros se mezcla con la envidia de que puedas seguir adelante creando nuevas historias de "amor" besando otras bocas y tocando otras pieles, mientras yo me atasco en el laberinto de mis propios sentimientos.
Esta despedida es un poema triste, la última canción que dedico a tus cumpleaños y a las festividades que ya no tendrán eco en mi corazón, ya no más navidades ni un feliz año nuevo, ya no más nuevos comienzos...en este último adiós, acepto que entre nosotros, nada más será eterno.
Feliz cumpleaños.
Deseo secretamente que las estrellas te regalen dicha.
