VACÍO INTERNO
La soledad se presenta como un hecho innegable, una realidad con la que aprendes a convivir, normalizando su presencia. Algunos sugieren que es necesario experimentar la soledad para apreciar la compañía.
No es la soledad en sí la que se puede etiquetar como negativa; estar solo no es el problema. Sin embargo, existen diversas facetas de la soledad, así como del dolor o el amor. El verdadero desafío radica en enfrentar una soledad que duele, que arde, que consume, aquella que susurra que no mereces ni un ápice de compañía o afecto. Es en esos momentos donde las lágrimas vertidas marcan tan solo el comienzo.
-Desaprobado, ¿es en serio? -solte un largo suspiro, no estaba para nada sorprendida, siempre fui muy mala con geografía. Miré mi examen con desánimo, como si cada respuesta incorrecta fuera una pequeña derrota personal. Estaba completamente segura de que la iba a desaprobar, y fue así.
Escuché un par de murmullos detrás de mí y bajé la mirada al escuchar risas. Aquel momento se volvió más incómodo de lo que ya era. ¿Siempre seré un hazme reír? ¿Nunca nadie me tomará en serio? Sentí un ardor en mis ojos, advirtiéndome que estaba al borde de las lágrimas. Apreté los puños, tratando de contener la frustración, pero entonces sentí el vibrar de mi celular en mi bolsillo.
Lo saqué con cierta urgencia, como si la pantalla iluminada pudiera ofrecerme algún consuelo. «Mensaje de mamá», pensé mientras deslizaba el dedo para desbloquear el teléfono. La notificación decía: «Sé que hoy te iban a dar la nota del examen. Sea como sea, estoy orgullosa de ti. Siempre aprendes de las derrotas, cariño.»
Esa simple afirmación maternal me hizo sentir una mezcla de alivio y gratitud. Aun así, las risas y los murmullos continuaban a mi alrededor. Necesitaba un refugio. Giré la cabeza buscando a mi mejor amiga, Ana, quien me miraba con complicidad.
-No te preocupes, nadie se ríe de ti aquí. Seguro la mayoría ni siquiera aprobó. Es geografía, después de todo -me susurró Cloe, una de mis compañeras, con una sonrisa comprensiva.
Aquellas palabras fueron un bálsamo para mi autoestima herida. Sin embargo, la profesora interrumpió mis pensamientos al anunciar que necesitaba hablar conmigo después de clase. Las risas y los murmullos aumentaron.
Caminé hacia la profesora, intentando ignorar las miradas y los comentarios. Al acercarme, ella me miró con seriedad.
-Sé que este tema no es tu fuerte, pero veo que te esfuerzas. ¿Te gustaría recibir ayuda extra después de clase?
La oferta me tomó por sorpresa, pero asentí con gratitud. La profesora sonrió y señaló hacia el aula vacía. Mientras caminábamos, Cloe me hizo un gesto de ánimo desde su pupitre.
La jornada continuó, y aunque las risas persistieron, la perspectiva de mejorar en geografía se volvía una posibilidad real. Aquella experiencia me enseñó que, a veces, las derrotas son solo oportunidades para crecer y mejorar.
Pensé que todo sería completamente normal en la escuela, aunque no había pasado los mejores momentos en ese lugar. Incluso me sorprendí con las risas, la profesora siendo amable conmigo y Cloe mostrando compasión. Parecía más un sueño que la realidad misma. Estaba tan perdida en mis pensamientos que, por un choque fortuito, terminé de rodillas en el suelo.
Una de mis compañeras de clases detrás de mí me empujó sin ninguna razón aparente, y mi celular cayó junto a mí. En vez de recibir ayuda, solo escuché risas y risas resonando a mi alrededor. Ojalá pudiera borrarles esa sonrisa de la cara, pero todo en ese lugar parecía tan complicado: ellos, los profesores; como si encajar me costara la paz.
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Solo Tus Canciones ©
Ficção AdolescenteElla vive atrapada en un ciclo que no parece tener fin. Se siente invisible, incapaz de escapar de las palabras crueles y el rechazo que la rodean. Pero todo cambia cuando lo conoce a él, un chico solitario que, como ella, lucha contra sus propios d...