CAPÍTULO 4 - INVIERNO

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Hola mi amor. He empezado a trabajar de nuevo esta semana, aunque estaré un tiempo solo en el turno de mañana. Mi psicólogo dice que he mejorado más rápido de lo que pensaba, aunque aún me quedan cosas por aprender. Las calles están llenas de luces navideñas y han puesto un árbol enorme, como lo que salen en las pelis románticas. Le he comprado un jersey al gato que parece morirse de frío y que no me deja que se lo quite ni para lavarlo, te encantaría verlo con el puesto.

He comprado un marco nuevo para nuestras fotos, que ya no están mirando a la pared. Espero que no te importe que sean dorados, ya sabes que mi estilo es algo más clásico. Saqué el árbol de navidad del trastero y encontré entre los adornos, las bolas que hicimos el primer año que empezamos a salir en aquel taller de manualidades al que tu amiga nos convenció para ir. Me ha costado montarlo un poco porque nuestro gato no dejaba de tirarlo, pero le he comprado uno más pequeño a él para que se afile las uñas. Lo sé, es fantástico. Esta vez seré yo quien ponga la estrella en la cúspide del árbol pero mientras lo hacía pensé en ti, como si estuviese a mi lado ayudándome a colocarla.

Estoy aprendiendo a vivir de nuevo, Eri, por fin siento que estoy encontrando mi lugar en el mundo, aunque aún hay cosas que me duelen, como no tenerte a mi lado. Despertarme y ver que ya no lo hago en una esquina de la cama a punto de caerme, que no me encuentro calcetines dentro de las sábanas, que ya no veré tu nombre reflejado en las llamadas del móvil, que no te escucharé cantar en la ducha...

Me ha costado mucho asimilar que cuando más lo necesitaste no estuve ahí para escucharte, que no pudiste sola con todo y que no fui capaz de darme cuenta que estabas sufriendo en silencio. Aún siento escalofríos cuando recuerdo aquel día, cuando entré en el salón y vi que debajo de tu móvil había un folio cuidadosamente doblado. Todavía recuerdo cómo mis ojos se fueron directos hacia la puerta de la terraza que estaba un poco abierta, cuando me acerqué a ella y aparté la cortina que ondeaba con el viento. Nuestro gato se movía inquieto de un lado a otro de la terraza y temiéndome lo peor e inimaginable, vi nuestros sueños rotos en el suelo cuando me asomé por la barandilla.

Ese día no escuchaba a nadie, ese día cambié y dejé de ser la persona que conociste. Llevando una lucha silenciosa e interna en mi interior. Lo guardé tan adentro de mí que cuando explotó arrasó con lo poco que quedaba de mí.

He pasado por la mejor floristería de la ciudad en busca de tus flores favoritas y llevo un ramo enorme de tulipanes, tan grande que todo el mundo se me queda mirando. Después me he subido al coche nuevo, sí, me he comprado ese pequeñito que también te gustaba en tu color favorito, espero que vuelvas a tener la razón y no me de tantos problemas. He conducido un buen rato por la carretera escuchando tu lista de música que no pienso borrar nunca y ahora que estoy delante de ti, me siento por fin en paz y preparado para ello. Aquí te dejo el ramo, junto con estas cartas que escribí para ti. Espérame donde quiera que estés, tengo la sensación de que volveremos a vernos.

Hasta pronto.


CARTAS A ERIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora