*días habían pasado desde que issei visitaba su pueblo natal y se cruzó con una miko desnutrida, himejima shuri*
"issei-sama, déjeme traerle su almuerzo."-dice no esperando un 'no' por respuesta-
"bien" -notando sus intenciónes de servile solo la dejo ser, si bien solia atraer a mujeres incautas con sus poderes demoníacos, había veces que sus poderes atraian mujeres... En este caso era el segundo caso, y por ende lo mejor era dejar que suceda, y quien sabe. Si lograba engordar la, y que recupere su figura normal y no la delgadez insana de ahora, probablemente se la follaria. No es que no le gustara el cuerpo de su Yo actual, pero no era saludable-
"disculpe issei-sama, pero porque me llevo a Europa?"-lo mira muy confundida-
"no te veo muy animada, crees que no fue buena idea viajar con tu cuerpo debilitado por la hambruna?"
"oh no, yo decidí seguirlo por mi cuenta. Pero que hacemos aquí?"
"vengo buscando una monja, haré mis cosas malignas de demonio lujurioso jeje"-la pelinegra se sonroja y se tapa con la manga de su kimono el rostro-
"se-sama..."
"no puedes decirme que las monjas no son sexys"
"más que las mikos?"-levanta su mirada de su manga, dándole una mirada de leona-
"¿celosa?"
"¡issei-sama!"
"como sea, a buscar el Vaticano."
"eh? Ahora?"
"si"-como no conocía nada de Europa, terminaron haciendo un desmadre, crearon un credo de asesinos, guerras en dos países distintos, y se cogio muchas mujeres en el camino al Vaticano, pero una vez llego a este se cruzo con la monja que tanto buscaba. Grizelda cuarta-
"madam, me permite?"
"señor, es usted muy cabelleroso, pero porque a estas horas?" - mira las estrellas en el cielo-
"necesito confesarme en la iglesia"
"esta bien"
*al dejar pasar inocentemente a Issei, noto a su acompañante quien poseía ropajes japoneses*
*no le dio importancia a eso y vio como ambos se arrodillaban ante la cruz de Jesús, derrepente un portazo resonó, griselda miro la entrada, en shock al verla cerrarse de forma brusca y sin ayuda. Pronto el miedo la consumió, mientras la señorita con ropas de miko seguía como si nada, el único hombre en la habitación había desaparecido y pronto apareció poniendola contra la pared en una posición bastante dolorosa para su brazo, quejidos femeninos y un leve forcejeo se escuchaba, la mujer japonésa miraba la escena por el rabillo del ojo, avergonzada de si misma, no sabía que hacer ante esto, después de todo la dualidad en la moral de su maestro era bastante drástica*
"¡suéltame, bruto!"
"es tu mejor insulto?"
"bárbaro!"
"vamos , insultame más. Eso me prende"
"maldito!"
"no te oigo monja! Que estas diciendo?!"
"¡que me sueltes mal nacido!"
"tsk, eres demasiado suave..."-agarra su cabeza y la estampa contra la pared de la iglesia, pero una luz cegadora detiene el maltrato a la pobre monja-
"detente, sucio demonio!"
"nunca pensé escuchar a un ángel gritarme... "-gira la mira, curioso, hacia la luz-
"porque abusas de esta monja de Forma tan violenta?"
"abusar? No no, no me gusta violar, tengo códigos de conducta lo sabias?, prefiero quebrar su psique hasta que me abran las piernas"
"eres un completo monstruo"
"oh~ pero si hay humanos peores que yo, y tu lo sabes muy bien, Gabriel"
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Fin
×por eso griselda empezó a ser más fría con hombres, un viejo trauma del pasado que aun la aqueja...×