Entre más fuerte se volvía Sun Wukong, menos podía ver de dónde venía su propósito, para quien y porque hacía todo esto.
Cuando abrió los ojos, se encontró a su fiel amigo tumbado junto a él, la imagen en su misma presencia ya era enternecedora, refiriéndonos directamente a su rostro apacible y las bolsas debajo de esos ojos miel, signo de insomnio, el subir y bajar de su pecho y la pose en la que se encontraban no hacía más que mejorar las cosas pues sus colas estaban unidas en una especie de trenza con el ajeno buscando el calor de su pecho, frotándose levemente y agitando las orejas en señal de disgusto ante el frío que percibía.
Noches como esas ya no eran tan comunes entre ambos, desde que la hermandad los visitaba, las veladas de ambos se habían resumido a solo un abrazo antes de irse a dormir y eso en lugares separados, diferentes y por lo general distantes.
Un suspiro escapo de sus pulmones y acaricio su cabello a manera de confort mientras más se acurrucaban el frío era menos percibido por ambas anatomía las cuales no tenían reparo en unirse, cerro los ojos y sonrió, aún había mucho tiempo en la madrugada antes de tener que levantarse otra vez y realizar sus rutinas de siempre; si tenía suerte ese día podía acicalar de nuevo a su amigo y ser acicalado por sus suaves manos.
Amigo. Esa palabra sonaba tan bien, tan linda y perfecta para describir su relación, pero desde hace ya un tiempo no se siente correcto e incluso errado o como una máscara de humo para evitar afrontar una realidad, ¿a qué le temía?.
No que, más bien a quien. Macaque siempre tuvo el poder de hacerlo caer de rodillas con tan solo una sonrisa o una palabra, era su mayor debilidad aunque de manera irónica, si algo le sucedía el podía reaccionar de manera detonante, tal cual como con Peng, esto no quiere decir que por su lado el joven de seis orejas se quede atrás, puede ser incluso peor, porque entre la delgada línea de atacar o escapar, no tiene miedo de huir si eso significa poder regresar y dar el último golpe, un defecto grande de Macaque a decir verdad, el no trataba de usar el arma, trataba de SER el arma y que su primer golpe sea el último para no tener que pelear. Sin duda una medida drástica que en su razonamiento era mejor acabar las cosas antes de su inicio propio dirigido a un efecto domino que atraiga cosas más graves en un efecto domino.
En resumidas cuentas, Sun Wukong, el gran sabio igual al cielo le teme a afrontar una realidad que por más que haya tratado de alejarse dé, está lo sigue y no lo va a soltarhasta que pueda afrontar las consecuencias de su enamoramiento.
Sun Wukong, estaba enamorado y tenía miedo de ser débil por ello.
. ︵ . ︵ . ⏜ . ⊹ 夜 ⊹ . ⏜ . ︵ . ︵ .
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
