pasado olvidado pt2

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   Nos encontrábamos revisando cadaveres y casas para ver si encontrabamos cosas útiles lo cual fue acertado. Encontramos municiones, hierbas de curación y pesetas. No sé para que las llegaremos a utilizar pero mejor llevarlas.

― Aqui Cóndor uno.... ¿un molino? Bien. ― Hablaba Leon con Hunnigan. ― Line, tenemos que buscar un molino, en el camino detrás de este dice Hunnigan que está el lago.

― Bien. ― me acomode el short ya que me estaba incomodando, lo rudo que fue Leon conmigo esta pasando factura. Tenía un poco de dolor e incomodidad.

― Line.. ― se acercó a mi. ― ¿Fui muy duro?

― Algo, pero no importa. Lo disfrutamos ¿cierto? ― no quería que se sintiera mal o algo así.

― Lo lamento, me deje llevar. ― puso una mano detrás de mi cabeza y me acariciaba.

― Déjalo, ahora vamos. No podemos hacer esperar a Ashley. ― el asintió y me besó.

Seguimos buscando algunas cosas en todo el lugar y encontramos rubíes.

― Adeline, mira. ― me enseñó un collar con damantes en el. ― Podemos hacer algo con el, no tengo espacio en mis bolsillos. Pontelo.

Me di la vuelta y recogí mi cabello, el captó y me puso el frio metal.

― Espero no esté embrujado o algo así. ― bromee y el solto una risilla nasal.

― Es hora de irnos.

Caminamos a unas puertas de metal y las atravesamos con bastante fuerza ya que eran muy pesadas. Pasamos por un caminito que nos llevó a otro pueblo.

― Se sigiloso. Mis piernas no darán más de cinco patadas. ― le dije exagerando.

― Pensandolo bien, no fue todo mi culpa. Tú me dijiste que no parara. ― se encogió de hombros mientras rompía unos barriles y recogía lo que habia en ellos.

No dije nada, solo suspire.

― Como sea, no me arrepiento. ― murmure recordando lo que pasó. Sabía que sus dedos se iban a quedar marcados en mi cadera y toda su mano en mis nalgas por los fuertes azotes.

Comenzamos a adentrarnos a el pueblo y habían varios animales, algunos vivos y otros ya se imaginarán.

― Aquí en serio huele mal. ― dije.

― Ahí está. ― vimos un molino.

― Espero no tener que gastar mucha munición, quiero gastar polvora con los fuertes. ― dije.

― Uhm, tienes razón pero no te confíes. Lo más tontos pueden ser los más fuertes. ― me aconsejó.

― Lo sé, una vez, en una misión, critiqué a un enano y resulti ser el jefe de una padilla loca. Ese día dejé de criticar enanos, era como Lord Farcuad, el de Shrek. ― el soltó una carcajada y era como música para mis oídos.

― Que ocurrente eres. ― sacó su arma y se puso en posición de sigilo pero preparado. ― Saca tu pistola, aquí hay más de esos locos.

― Si, lo sé. ¿Será que su entidad a la que alaban les lava el cerebro? ― tenia esa duda.

― No, todos ellos tienen la plaga. Por eso acutuan sin sentido, solo piensan en atacar, tenian sus ojos rojos y las otras cosas que pudiste notar en ellos.

― Ohh...  ― matamos a dos personas. ― No hay tantos infectados aquí. Solo hay animales.

― Ya lo veo. ― exploramos el lugar y encontramos munición y esas cosas.

― Ven, sentemonos. Ya me duelen mis gemelos. ― me queje.

Se sentó a mi lado y puso una mano en mi muslo.

― ¿Aún te duele? ― subió su mano y por encima de mis dos capas de ropa acariciaba mi coño.

Me mordí mi labio inferior. ― No... solo una pequeña molestia... oh Leon... ¿Siempre fuiste así de atrevido? ― le di una sonrisa de satisfacción.

― Me dices atrevido a mi.. ¿Acaso no recuerdas cuando tuvimos sexo por primera vez? ― me pregunto obligandome a recordar.

~Estábamos en un bar, todos los de la agencia nos encontrabamos ahí, festejando el éxito de la última misión de los mejores policías, Leon y yo.

― ¡Leon, Adeline! ¡Son geniales, deberían entrenarnos! ― decia uno de ellos.

― Claro, ven a unas de mis misiones y te enseño. ― jugó Leon sabiendo que solo a nosotros nos dan misiones que se consideran falladas por su complejo.

― ¿No puedes hacerlo aquí? ― dijo nervioso.

― Yo podría hacerlo, pero nada es gratis. ¿qué me darás a cambio? ― le dije que coquetería.

― Pues... ― el chico me siguió el juego.

― ¡Mis lindos policías! Son los mejores y no se hablan, ¿pasa algo entre ustedes? ― preguntó nuestro jefe.

― Nunca he cruzado una palabra con el, se ve como un niño bueno. ¿Lo eres, Leon? ― le dije y sus ojos oscuros se clavaron en mi mirada juguetona.

― ¿Quieres averiguarlo?

Para mi todos dejarom de existir, solo podía verlo a el.

― ¡Hora de emborracharse! ― grito un compañero y nis empezó a dejar shots cada que terminabamos uno. Leon no perdía tiempo, era experto en hacerlo pero yo también lo era. Sin quitarle la mirada fuimos aumentando el porcentaje de alcohol en nuestro sistema. Hasta el punto en el que no podiamos controlarnos.

El vino y se sentó a mi lado.

― ¿Aburrido? ― le pregunte y puse una mano en su hombro.

― Bastante ¿Y tú?

― Igual... pero contigo aquí... ― bajé mi mano y la puse en su entrepierna. ― Talvez podamos divertirnos.

En un abrir y cerrar de ojos, estabamos en una de las habitaciones del bar. El sobre mi besandome, ya no teniamos ropa y sus dedos entraban y salían de mi.

― Oh Dios, sigue Leon. ― mis ojos se hacían hacía arriba por si solos gracias a la excitación.

Leon saco sus dedos y lo miré, sus ojos se encontraron con los mios. Posicionó su miembro en mi entrada y comenzó a meterlo poco a poco dejandome sentir su gran tamaño dentro de mi, me sentía llena, su miembro toco lo más profundo de mi. Comenzó a embestir lentamente, sin esfuerzo la punta de su miembro tocaba lo más profundo.

Sus embestidas aceleraron y el placer también, el calo en nuestros cuerpos comenzó a hacerse muy presente.

― Mierda, tu coño me resibe demasiado bien. Es como si fuera hecho para mi. ― comentó Leon. El agarró una de mis piernas y la puso sobre su hombro, podía sentirlo aún más profundo.

― Oh mierda, si, si... aahh, maldita sea Leon. Sigue. ― suplicaba y Leon mordia su labio inferior, agarraba más fuerte mis pierna casi dejando un morado y me daba más duro.

Toda la noche la pasamos así, cambiabamos de posición cada que terminabamos. Fuimos a mi apartamento y continuamos la madrugada ahí. Fue agotador.

Al siguiente dia desperte con un fuerte brazo sobre mi tapando mis desnudos pechosz me sobresalte y Leon igual, nos miramos y nos tapamos el cuerpo con las sábanas. No creíamos lo que había pasado, ahí comenzó nuetsra historia. ~

Mientras recordaba Leon había metido su mano y la otra amasaba mis senos.

― Leon... no tenemos tiempo. Hagamos lo que queramos cuando tengamos a Ashley. ― dije con dificultad. Sorprendentemente me hizo caso.

― Tienes razón, no volverá a pasar, debemos concentrarnos. ― comenzó a mover su mano aún más rápido y bajó mis pantalones, yo gemia descontroladamente. Logró hacerme venir gracias a sus deliciosos y, podria decir que, profesionales movimientos de manos.

Iba a ser dificil trabajar con un adicto al sexo.

One Shots - Leon S. Kennedy y tú  (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora