Volkov estaba decidido, después de haber concretado con su novio la decisión sobre un futuro cachorro, necesitaba reunir el valor suficiente para por fin darle el tan esperado anillo a su omega. Estaba seguro de que el moreno brincaría en una pata cuando le dijera sobre la propuesta de matrimonio y se atrevería a decir que hasta lloraría.
Había preparado un discurso, seguramente Horacio le diría que era "mucho texto" pero esperaba que con eso quedaran claras muchas cosas desde el día uno hasta el día de hoy, realmente deseaba poder estar con su novio mucho más tiempo de lo "bien visto" por la sociedad.
- "Horacio, querido mío.
Recuerdo aquel día que te apareciste en comisaría haciendo una denuncia por algún problema que tuviste por twitter, sinceramente a día de hoy no recuerdo muy bien que era lo que sucedía. Lo que sí recuerdo como si hubiese sido ayer, fue lo que sentí en ese momento, fue como si te conocía de toda la vida y aunque había sufrido durante la gran parte de mi vida, tenía claro que te quería cerca, muy cerca de mí.
Luego te vi entrar de nuevo por la puerta de comisaría pero esa vez ya tenías puesto el uniforme de cadete, no sabes el miedo que sentí de verte uniformado por lo que eso significaba en la policía en esos tiempos, de inmediato un sentimiento de protección desenfrenada se apoderó de mí, quería que siempre estuvieras bien, con vida.
Nunca olvidaré aquella confesión, aquellas palabras que me decías siempre y sobretodo el miedo que me invadió al nunca haber sentido algo tan grande como me sucedía contigo. Fue ese miedo el que me hizo decir aquellas palabras que aunque intente repasarlas nuevamente, no les encuentro sentido. Aunque tampoco te voy a negar que sentí tu dolor ese día y todas las veces que nos veíamos, ahí me di cuenta que eras mi destinado pero aún el miedo se apoderaba de lo más profundo de mí por más que mi lobo me decía que tú eras con quien debía estar y por quien debía luchar.
Pasó lo del coma y ya nunca supe de ti, fueron los 13 años más largos de toda mi existencia, sin ningún motivo por que vivir o alguien a quien admirar a lo lejos. Tus ojos fueron, son y serán siempre mi razón de vivir. Mi corazón dio un vuelco y mi lobo se sintió totalmente feliz cuando te contactaste conmigo de nuevo, solicitando mi ayuda y ahí supe que no te dejaría ir de nuevo, que tenía que hacerme cargo de una vez por todas sobre lo que sentía aunque estuviera confundido.
Durante todo ese tiempo volvieron a avivarse mis sentimientos por ti más fuertes que antes, creando un vínculo más estable contigo y dándome cuenta de que estaba dando resultado y además de que no me separaría de ti por nada del mundo.
Supongo que me estoy extendiendo de más con este relato, pero es que quería que tuvieras presente lo mucho que te amo.
Así que... sin mas que decir. ¿Te quieres casar conmigo?" - culminó aquel sinfín de palabras que hicieron a Horacio llorar de amor y emoción, ignorando lo mucho que Volkov habló, sintiéndose en una nube por lo dulce que olían las feromonas de su novio, sin saber que decir.
- Jooooder Volkov... - habló al fin limpiándose un poco las lágrimas, quitándose todo rastro de rímel que le haya podido arruinar el perfecto trabajo en sus ojos. - Te acepto a ti siempre, hoy, mañana y todos los días de mi vida. - besó a su novio, importándole poco tener que subirse casi a la mesa de aquel lujoso restaurante en el que se encontraban.
- No sabes cuánto te amo mi pequeño, siempre estaré contigo y con nuestra pequeña familia que próximamente se ampliará.
Colocó aquel anillo de plata reluciente, con suaves diamantes que se encontraban en una línea por todo el anillo acabando con el relieve de una mariposa en la parte superior que destellaba con cada suave movimiento que el moreno hacía con él ya puesto en su anular.
Ambos se habían prometido muchas cosas antes de llegar a este momento y una de ellas era estar juntos siempre, que se había estado cumpliendo a la perfección aunque hayan tenido muchas discusiones y desacuerdos, el amor y el lazo que les unía era aún más fuerte que miles de gritos o acciones negativas.
- Bueno, ya que mi celo está a menos de una semana, quiero que hablemos sobre los cuidados que tendrás mientras estés en cinta. - dijo sin dejar de acariciar la mano de su futuro esposo.
- ¿No puedes ser más corta rollos? - río un poco y Volkov supo lo mucho que amaba a ese hombre. - Pero no te preocupes, hablemos de eso que igual tenemos el resto de noche para celebrar. - le guiñó el ojo pícaro, hablando con un descarado doble sentido.
- Perfecto, luego celebraremos y seguiremos celebrando durante 3 días más. - siguió el juego.
- Va, ahora, ¿Cuáles serán los "cuidados" que deberé tener? Fuera de los que ya tengo claros, obvio.
- Bueno, evidentemente tú sabes más de esto que yo, pero aún así quiero saber si no estoy muy distanciado de la realidad. En primera, sé lo mucho que odias quedarte en casa por el papeleo pero después de los 3 meses de embarazo, donde se comience a notar la pancita deberás hacer papeleo desde casa y si por alguna razón te requerimos en la sede, estarás siempre acompañado de mí o de algunos de nuestros subordinados de confianza. - dijo mientras veía el ceño fruncido en su omega, aguantado las ganas de reír. - Si por alguna razón, llegas a ir de patrullaje, te lo pido por favor, no estés presente en alguna situación que lleve a un tiroteo y de ser así, regresa a la sede o aléjate del lugar.
- Amor, pero puedo seguir trabajando con normalidad... - hablaba casi ronroneando, intentando persuadir a su pareja aceptando muy en el fondo que tenía razón en lo que decía.
- No cariño, no puedes. Los primeros tres meses como dije, sin problemas podrás estar con nosotros. - está fascinado por el toque dulzón en las feromonas de su omega, aunque quisiera culpar a su celo que estaba a punto de llegar. - Aunque no te preocupes que pasado los primeros meses, estaré contigo siempre, no iré a la sede para obviamente acompañarte en tu embarazo.
Horacio estaba feliz del alfa tan atento que le había tocado pero el trabajo era lo que más lo motivó durante sus momentos de soledad, no sería nada fácil dejarlo de lado.
- Está bien amor, tienes razón. Además, estaré encantado de tenerte para mí solito.
- Y por último, evidentemente los trabajos domésticos no los harás más, de eso me haré cargo yo, dejando de lado que sean compartidos. - besaba sus manos con mucho cariño. - Eso sería todo...
Ambos sonrieron, aunque sería un proceso bastante largo y complicado al principio para Horacio, estaban más que felices de que su familia de tres se convierta en una más grande.